El dolor, la angustia y la desesperación llevaron a un padre a retar a los policías en Polanco, un barrio de Ciudad de México, pues había descubierto que tendido sobre el pavimento estaba el cuerpo sin vida de su hijo Eduardo, y quería de cualquier manera llegar al cadáver.
“¡Es mi hijo!”, gritó desesperado el padre de Eduardo, quien tenía 21 años, mientras intentaba traspasar la línea amarilla que habían puesto los agentes en el cruce de Edgar Allan Poe y Ejército Nacional, quienes resguardaban la escena del crimen.
La madre de Eduardo, quien supuestamente fue asesinado por un exmilitar que le disparó tras un asalto en un banco en Polanco, lloraba sin consuelo, al igual que otra mujer, quien hablaba por teléfono y trataba de consolar, al parecer, a otro familiar del joven.
Eduardo se trasladaba en una motocicleta en compañía de otro muchacho con una mochila, como la que utilizan los repartidores de comida. En México se ha hecho común que varios ladrones se disfracen de esta forma para cometer algún ilícito. Su familia negó que el fallecido sea un delincuente.
Presuntamente Eduardo y su amigo asaltaron a otro joven de 26 años, el cual se identificó como mensajero de unas oficinas, al cual desde su trabajo enviaron a un banco a cambiar un cheque de 10 mil pesos. Fue allí cuando presuntamente los motorizados lo redujeron, alrededor de las 2:40 p.m.
Pero la supuesta víctima de asalto se había percatado que era seguido por dos hombres, por lo que minutos antes decidió llamar a su padre, un exmilitar en retiro. Es por eso que, al momento del asalto, el hombre defendió a su hijo y disparó contra los presuntos delincuentes. Uno de los jóvenes escapó, pero Eduardo quedó tendido sobre el asfalto.
Paramédicos de la Cruz Roja confirmaron la muerte de Eduardo, quien recibió tres impactos de bala, una en la región xifoidea, otra en la región infra-escapular y la última en la cara interna del muslo de la pierna derecha. Ahora las autoridades investigarán cual es la verdad sobre este asunto.