Un nuevo caso de trata sexual de menores ocurrido hace tres años ha causado revuelo en Argentina. Se trata de María de los Ángeles Acosta, una mujer que prostituyó a su propia hija y dos de sus amigas con engaños durante unos meses en la ciudad de Buenos Aires.
Las niñas tenían entre 12 y 14 años. Habían vivido y crecido juntas en la ciudad de Trelew. La victimaria se llevó a las tres chicas diciéndoles a sus madres que irían de paseo por un día, pero de ahí no se supo más de ellas.
En realidad viajaron a Buenos Aires, lugar que las menores jamás habían visitado solas. Allí las esperaba Mauricio Barrionuevo, pareja de Acosta.
A partir de ese momento, las menores fueron obligadas a prostituirse bajo amenazas de dejarlas sin comida y abandonarlas a su suerte. Fueron meses que las niñas pasaron en la Plaza Miserere durante el invierno de 2016 siendo abusadas sexualmente.
Mientras María negociaba el pago de los clientes, aproximadamente 50 pesos argentinos; Mauricio vigilaba que las chicas cumplan con su “trabajo”.
Las adolescentes contaron que debían “atender” a diez personas por día. Incluso fueron maltratadas por sus agresores en algunas ocasiones.
La pareja de captadores de menores utilizaba el dinero obtenido para comprar drogas que consumían a diario.
Una de las madres de las niñas explotadas logró contactarse con las autoridades y avanzar con el caso hasta ubicar a las chicas. El 26 de agosto de 2016, agentes policiales rescataron a las menores de la terrible situación en la que se encontraban.
Vivían en un barrio pobre de Buenos Aires. La casa donde estaban retenidas tenía mínimas condiciones de higiene y seguridad.
Las adolescentes fueron encontradas con agotamiento físico, hambre y estrés. Estaban confundidas y les costaba recordar fechas o espacios.
Al día de hoy, las chicas se encuentran recibiendo el soporte necesario para superar este terrible episodio en sus vidas.
Tres años después, el 29 de julio de 2019, María Acosta y Mauricio Barrionuevo fueron condenados por el delito de trata de personas con fines de explotación sexual.
Los jueces tomaron en cuenta, además, que María utilizó a su propia hija para cometer el delito. Tanto los familiares como las víctimas prefieren no hablar del tema. Una de las niñas se mudó al norte de Argentina.