Fernando Daniel Morillo Rivas, mejor conocido como Micro TDH, es un rapero y compositor venezolano de rap, trap y reguetón. El artista tiene varios éxitos en las plataformas digitales, como “Bésame sin sentir”, “Cafuné” y “Dime cuantas veces”; y está recorriendo diversas partes del mundo. En unos días llegará a nuestro país para ofrecer un gran espectáculo este sábado 16 de julio.
Micro TDH, exfigura de la casa discográfica The Dog House, ha participado en varias colaboraciones con diferentes artistas reconocidos: “Te vi”, junto a Piso 21, y “Ni vivo ni muerto”, con Lasso. Antes de su show en el anfiteatro del Parque de la Exposición, el joven nacido en Mérida habla de sus inicios como freestyler, de la migración venezolana y de sus sueños.
―Parte de tu nombre artístico es en honor a tu ex casa discográfica, ¿por qué es importante ser agradecido en la industria?
―Wow, pues el que no sabe de dónde viene no sabe hacia dónde va. Siempre hay que recordar de dónde uno viene para recordar por qué empezaste a hacer lo que estabas haciendo. Hay que tener un poquito los pies sobre la tierra, ser agradecido hasta por lo que no ha pasado. Son cositas que garantizan tu paz mental, porque es muy feo olvidarse de quién es uno. Creo que lo importante no es que la gente se olvide de quién tú eres, sino que tú mismo no te olvides de ti. Eso es lo verdaderamente peligroso.
―¿Y quién eres tú? ¿Cómo te defines?
―Todavía estoy descubriéndolo. Todos los días me pregunto quién soy, qué soy. Me observo, me veo en el espejo, me cuestiono. Todos los días estamos en constante evolución, entonces no podría decirte con claridad quién soy. Solo sé que soy el hijo de Thonie Rivas y nieto de Esthercita.
―¿El éxito que tienes es gracias a la suerte o gracias a tu esfuerzo?
―El éxito que tengo es gracias a Dios, principalmente. Yo creo que Dios es el que me ha puesto donde estoy y también es quien me puede quitar de donde estoy rápidamente. Si tengo lo que tengo es claramente porque he trabajado como un esclavo muchos años. Yo le entregué mi vida a esto a los 12 años. Yo sabía que le tenía que entregar mi vida a esto porque fue Dios el que me mostró el camino, entonces ha sido un trabajo de la mano de él, de mí y de toda la gente que se ha cruzado en mi camino para aportar alguna mínima cosita o alguna gran cosa a mi carrera.
―¿El freestyle aún es parte de tu vida?
―Sí, todos los días.
―¿En qué momento te diste cuenta de que tenías mucho por decir?
―Desde muy niño, yo siempre estaba manifestando que yo iba a ser artista, aunque ni me acuerdo. Mi mamá decía que yo desde los 3 años decía: “yo voy a ser famoso”. De pequeño cantaba y tocaba en la Iglesia, estuve los parrandones navideños, en cuñas de radio, hice de todo un poquito. Toqué guitarra, pero cuando descubrí el rap fue cuando me enamoré de la música, por el mensaje contestatario que tenía. Era un niño muy precoz porque siempre estaba pensando en cosas de adulto, ya yo estaba cuestionándome un montón de cosas sobre la vida, sobre el sistema, sobre mi alrededor. Y cuando descubro que el rap es totalmente eso, me enamoré perdidamente de su mensaje. Al ver a la gente improvisar, ver que podían hacer eso, me voló la cabeza. Yo dije: “definitivamente algo hay aquí que yo quiero aprender”. Y un día justamente a la vuelta de mi casa estaban un montón de personas reunidas en una plaza haciendo lo que yo tanto amaba. Y cuando lo intenté, me salió como si yo ya hubiese rapeado antes, tuve una gran recibida por la gente que estaba ahí, todo fue muy idóneo, fue como si Dios hubiese planificado el escenario para que yo me metiera de lleno en ese camino.
―¿Sentiste como si te hubiesen estado esperando?
―Sí, exacto, literalmente. Y nunca me habían visto, llegué de la nada, rapeé y me recibieron bien. A partir de allí fui bautizado como ‘el niño que rapea en Mérida’.
―No todo ha sido fácil a tus 23 años. ¿Alguna vez te has sentido como si “te hubieran pasado encima 400 trenes” (como dice su canción)?
―Muchas veces, nunca estamos a salvo de ese sentimiento, mucho más los artistas. Los artistas somos personas súper sensibles, pero que recibimos las caídas de la vida con fuerza. Yo creo que parte de la vida es sentir, son importantes las caídas y que te arrojen 100 trenes para recordar que estás vivo también.
―¿Y eso te permite seguir componiendo?
―Y aprendiendo también, porque de lo malo aprendo más que de lo bueno. Cuando me pasa algo malo entiendo por qué me pasa y entiendo el aprendizaje que hay detrás de lo que me está sucediendo. Entonces lo malo es bueno.
―¿Eres muy cuidado con tus letras o no te pones filtros?
―A este punto de mi carrera, siempre fluyo naturalmente, siempre trato de escribir como si estuviese pensando y no le pongo tantas trabas, porque cuando le pongo trabas a la composición, me atranco y no puedo seguir componiendo. Yo, cuando empiezo a escribir, necesito terminar a menos que me atranque, o sea, yo fluyo. Y si llega un punto en el que ya no fluyo naturalmente o estoy rebuscando mucho, lo pauso y digo: “ya me va a venir otro día en que voy a volver a tener inspiración y la termino”.
―¿No te esfuerzas?
―No quiero decirlo como que no me esfuerzo porque sí me esfuerzo. Solo que no lo forzo, fluyo lo más natural posible.
―¿Huyes de temas sensibles como política, religión y fútbol?
―Cuando hacía más rap hablé mucho sobre religión, política, temas sociales; fueron muchos años de música contestataria, en los que más que hacer un cambio con ella estaba más bien expresándome. Si bien mis melodías y letras contestatarias no causaron un impacto que cambió a la sociedad, que podría haberlo hecho, pero que no fue el caso; sí me hizo a mí generar una postura y poder expresarme conforme a lo que estaba viendo a mi alrededor. Entonces, hoy en día ya soy un poquito más cuidadoso con eso, creo que se puede cambiar al mundo desde adentro, con otros mecanismos y con el mensaje del amor.
―Tienes muchas colaboraciones en tu haber, ¿con qué otro artista sueñas hacer un dúo?
―Me gustaría grabar con Bruno Mars, con The Weeknd, con Justin Bieber.
―¿Son tus referentes?
―Uhm… mi mayor referente es Michael Jackson. Son artistas con los que me gustaría llegar a grabar. Es como una gran meta. Sé que, si llego a ellos, significa que estoy logrando grandes cosas entonces. El grabar con ellos representa un paso que para muchos puede ser imposible.
―¿Sientes que cuando haces una gira por el mundo significa también reencontrarte con tus compatriotas?
―Sí, obvio, y también me doy cuenta de cómo el éxodo y la migración venezolana ha ayudado a la proliferación de nuestra cultura, a su difusión. Y eso, sin duda, nos beneficia más a los artistas venezolanos, porque obviamente la gente quiere estar cerca de su cultura, de las cosas que le recuerdan a su país. Es muy bonito sentir el calor de tu gente, porque nadie te quiere más que ellos. Siempre que voy a algún lugar del mundo y veo una comunidad venezolana apoyando o un lugar donde es imposible que la gente me cante y me está cantando porque hay una gran comunidad de venezolanos, digo ‘wow, si esta comunidad de mi país no estuviese aquí, de repente mi música no se rodara tanto, o tal vez en este show no me estuviesen cantando mis canciones’. Así que hay que agradecer siempre que vaya nuestra familia venezolana a cada concierto y en especial porque somos los mismos, somos hermanos.
―¿Crees que ya eres profeta en tu tierra?
―Depende del concepto de profeta. ¿Qué es un profeta? ¿Alguien que tiene mucha gloria, fama y es intocable o un profeta es el que viene a decir algo, que profetiza, el que prepara a una sociedad, el que la concientiza? Entonces yo creo que soy profeta en mi tierra, pero profeta profeta; no la persona más grande de su país. Yo llevo un mensaje importante desde mi país, que ha sido bonito, junto a muchos otros artistas, no soy el único. Creo que somos muchos los que estamos en este trabajo de inspirar, y que le estamos mostrando a la juventud venezolana que sí se puede y que vale la pena esforzarse por lo que aman, seguir tus sueños y que mientras más barreras rompamos, más posibles se ven los sueños.
―¿Qué mensaje les darías a los artistas venezolanos que están buscando oportunidades fuera de su país?
―Hay que entregar tu vida a esto (al arte), tu vida tiene que ir después del sueño, tienes que darte cuenta de que no todo va a ser de un día para otro, que probablemente te vas a caer muchísimas veces, pero que, si estás de la mano de Dios y si tienes mucha fe en tu visión, en el camino, en el lugar a donde vas a llegar; nadie te va a detener. También es importante no compararse con nadie, no hay que ver para los lados. Cada proyecto, cada talento, cada persona es única e irrepetible y siempre es importante rodearse de aquellos que confían en ti, que te quieren y que son transparentes contigo. Que te digan las cosas como son y no como las que quieras escuchar.
―¿Cuál es tu gran sueño?
―Quiero conciertos de cientos de miles de personas en todas partes del mundo, más que cualquier cosa. Quiero una carrera muy longeva, que todas las generaciones se sientan conectadas conmigo. Quiero que, cuando la gente hable de Micro TDH, sonría y diga: “fue un artista bonito que nos dejó la Tierra, y este era de los buenos”. Y recorrer todo el mundo, entender diferentes culturas y diferentes idiomas. Conectar, dejar un legado bonito de amor y de fe.