La irreverencia y estilo de Augusto Ferrando para conducir lo catapultaron como el ícono de los programas concurso de la televisión peruana. Nació en Lima un 15 de enero de 1919 y tuvo como pasión descubrir nuevos talentos, hábito al que se dedicó en el programa que marcó un antes y un después en los futuros realities televisivos: Trampolín a la fama.
Inició su carrera artística a los 15 años como locutor gracias a su afición a la hípica. A su corta edad, ya se podía notar su particular estilo, vibrante y ruidoso, por lo que más adelante se volvió conocido animador de fiestas, narrador de carreras y locutor comercial. Parte de su crianza la pasó en Chile, entre Santiago y Viña del mar.
Amado y odiado. Augusto Ferrando es uno de los conductores más importantes de la televisión peruana. FOTO: La República/ Luis Vento Benites
Fue el gestor de la revista cómico-musical La peña de Ferrando, de la que fue propietario por más de cuatro décadas. Recorrió los lugares más populares de Lima y provincias juntos a un grupo de artistas que más tarde serían parte de los cómicos y soneros más importantes del país: Cesar Ureta, Guillermo Rossini, Pablo Villanueva ‘Melcochita’, Miguel Barraza. Asimismo, también participó una de las voces más valiosas que tuvo el Perú: Lucha Reyes.
Su primera experiencia en conducción televisiva llegó cuando fue convocado para conducir La escalera del triunfo, emitido por el canal 9. Consistía de un programa concurso que lo hizo más conocido de lo que ya era gracias a su trayectoria en la radio. Sin embargo, no fue hasta el año 1966 que su vida cambiaría para siempre con la llegada del espacio que dejó huella en la televisión peruana.
El icónico programa comenzó como un bloque llamado Trampolín a la fama, del programa Ómnibus Perú. Sin embargo, ante la inmensa llegada del público, se convirtió en un nuevo formato que pasó a durar dos horas, que en 1985 se ampliaron a tres a pedido de los televidentes.
Por 30 años consecutivos estuvo en el aire y en el horario estelar de los sábados de 5:00 p. m. a 8:00 p. m., cuando el número de canales no pasaba de cuatro. Asimismo, fue uno de los pocos shows que se transmitió en vivo y con público en los estudios de Panamericana durante ese periodo.
Trampolín a la fama estuvo 30 años al aire. Foto: La República/ Luis Vento Benites
Si bien fue considerado como un programa de concursos, su formato también se caracterizaba por ser una revista sabatina, que incluía música y comedia, con la sátira muy presente a lo largo de toda la programación. Para entrar, los espectadores debían hacer inmensas colas en el exterior del canal, incluso desde la noche anterior, con tal de poder formar parte del público y, con suerte, lograr ganar los dos premios que se repartían en cada edición.
La 'Gringa Inga' y 'Tribilín' fueron algunos de los personajes más recordados del programa. Foto: archivo de La República
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Cada sábado asistían cantantes y humoristas entre los diversos invitados. Del último grupo destacan el recordado Felipe Pomiano mejor conocido como ‘Tribilín’, Violeta Ferreyros, Ingerborg Zwinkle, también llamado la ‘Gringa Inga’, ‘Melcochita’, Carlos Álvarez, Hernán Vidaurre o Fernando Armas, quienes, como dice el nombre del programa, usaron como trampolín el espacio para empezar sus carreras humorísticas.
El ‘Negro’ más querido por los pobres y más necesitados se despidió de la televisión en 1996, en víspera del Día de la Madre, con una variación de su icónica frase: “Un comercial y no regreso”. Falleció tres años después debido a una enfermedad terminal. No fue una sorpresa que miles de peruanos le dieran el último adiós a Ferrando en medio del dolor y el clamor popular.
Augusto Ferrando se despidió de la televisión en 1996. Foto: archivo de La República
Fue sepultado luego de tres días de dramáticas despedidas en el histórico cementerio El Ángel. Sus coloridas prendas, su espontaneidad, improvisación para hablar y diversos apodos a los personajes que acudían al show, que llegaban a ser hirientes, lo catapultaron como uno de los personajes que dio color a la televisión de blanco y negro y marcó la historia de los medios del Perú.