Rusia ejecutó hoy, sábado 3 de septiembre, la suspensión indefinida del suministro de gas a Europa a través del gasoducto Nord Stream, por una supuesta fuga de aceite, y redobló el pulso con el Viejo Continente de cara al invierno, justo cuando Occidente promueve medidas para poner topes a los precios del petróleo y gas rusos.
Todo indicaba que se iba a reanudar el tránsito, luego de los días que se cerró por mantenimiento, según los datos de la empresa que gestiona el gasoducto.
El gasoducto operaba desde finales de julio solo al 20% de su capacidad, lo que es equivalente a transportar 33 millones de metros cúbicos diarios a Europa, pero aún podía contribuir a llenar las reservas de gas del Viejo Continente.
Ahora el gas llega a Europa únicamente a través de Ucrania, pero también de forma reducida por la operación bélica rusa en ese país (42 millones de metros cúbicos diarios), y por Turquía.
A Gazprom, que controla la infraestructura que conecta Rusia con Alemania por debajo del mar Báltico, poco le importó que la Unión Europea (UE) tachara de “falacia” el argumento esgrimido para justificar el corte del Nord Stream; tampoco que la empresa alemana Siemens Energy, fabricante de la turbina afectada por la supuesta fuga en la estación compresora de Portovaya, la única aún en funcionamiento, dijera que eso no era un motivo para detener el suministro.
Según Gazprom, el Servicio Federal de Supervisión Técnica de Rusia (Rostejnadzor) advirtió que el problema detectado no permitía garantizar la explotación segura de la turbina.
Indicó que representantes de Siemens verificaron la presencia del fallo y que la eliminación completa de la fuga “solo es posible” en un taller especializado de la compañía, como ocurrió recientemente con otro motor que fue reparado en Canadá, pero que aún no ha llegado de vuelta de Alemania a Rusia.
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La empresa alemana respondió de inmediato que la fuga “no constituye una razón técnica para detener el funcionamiento” del Nord Stream, ya que puede ser sellada “in situ”.
Gazprom aseguró hoy que Siemens participa en los trabajos de reparación de acuerdo con el contrato actual, detecta fallas, firma un acta sobre la detección de fugas de aceite y está lista para repararlas, pero que no hay lugar para reparar.
Más allá de las disputas técnicas, para Europa la medida tomada por Rusia no es una sorpresa, sino un “pretexto falaz” y “otra confirmación de su falta de fiabilidad como proveedor”, según dijo el portavoz de la Comisión Europea (CE), Eric Mamer.
“Lamentablemente, el movimiento de Gazprom no es una sorpresa. El uso del gas como arma no cambiará la determinación de la UE. Aceleraremos nuestro camino hacia la independencia energética”, aseguró a su vez el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel.
El Ministerio de Economía alemán sostuvo por su parte que en las últimas semanas han visto la poca fiabilidad de Rusia y han continuado de forma “inquebrantable y consecuente” con las medidas para reforzar la independencia de la energía rusa.
Los almacenes de gas de la UE han superado ya un nivel de llenado del 80%, el umbral que se había fijado el bloque para garantizarse cierto nivel de suministro en otoño e invierno, en especial si Rusia detiene totalmente sus entregas, como en efecto ha ocurrido.
Por su parte, el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, ha reiterado en los últimos meses que Rusia quiere cumplir sus obligaciones, pero no puede por las sanciones, ya que no hay repuestos para las turbinas que fallan o no pueden ser devueltas sin garantías de que no están afectadas por las restricciones occidentales.
Con información de EFE.