El trabajo durante la pandemia del coronavirus solo tiene un camino: la reinvención. Bajo esta premisa, muchos peruanos decidieron apostar por el emprendimiento vía digital mientras que algunos negocios en pie, como las panaderías, redoblaron funciones para restaurar su protagonismo en la mesa peruana. La brújula en ambos casos fue menguar el impacto negativo en la economía familiar y así adaptarse al nuevo modo de supervivencia.
En este contexto donde las familias yacen confinadas, muchas de estas con un ingreso por debajo de lo habitual, el pan se convirtió en un alimento de primera necesidad, sobre todo porque tiene un precio accesible, combina con casi todo y, dependiendo del tipo, se puede comer en cualquier hora. William Heredia, gerente administrativo de la Asociación Peruana de Empresarios de la Panadería y Pastelería (Aspan), comentó más sobre este panorama y el incremento en las ventas del rubro.
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Heredia confirmó que las panaderías vieron multiplicadas sus ventas durante los cien días de pandemia en Perú. “El pan es un alimento de primera necesidad [...] ha ganado protagonismo porque la gente durante la cuarentena ha estado más cerca de las panaderías, de las bodeguitas. Solo en Lima hay 8.191 panaderías, según data oficial del Instituto Nacional de Estadística e Informática”, asegura.
“Con el Ministerio de la Producción durante estos cien días de pandemia hemos realizado un trabajo articulado”, cuenta Heredia. Enfatiza que esa alianza “garantizó el abastecimiento normal de harina y otros insumos panaderos, de tal manera que se evitó la especulación de los precios”.
El pan restaura su protagonismo durante la cuarentena. (Foto: cursodepanadería)
La Aspan, además, precisó que “viene haciendo el servicio de ofrecer un plan de vigilancia COVID-19″, según lo pedido por el Minsa en la Resolución Ministerial 398-2020, además de realizar capacitaciones. “Recibimos consultas de nuevos emprendedores que de repente perdieron su trabajo y ahora quieren crear su pequeña empresa panadera”, relata el gerente administrativo. La mayoría de estos nuevos negocios son en los distritos de San Martín de Porres y San Juan de Lurigancho.
El trabajo de desinfección, de igual forma, ganó un lugar en esta crisis sanitaria. Los trabajadores de este rubro tuvieron un alza en el número de clientes después de conocerse que tanto el higiene personal como el de la casa eran vitales para reducir las probabilidades de contraer la COVID-19. La principal tribuna de este servicio fueron las redes sociales como, por ejemplo, Facebook.
Trabajo de desinfección. (Foto: Melissa Merino)
A través de esta mismas plataformas, varios peruanos decidieron emprender la venta de suministros sanitarios como mascarillas, mamelucos, alcohol, tanques de oxígeno y más. Además, también fue un caldo de cultivo para la visibilización de los técnicos especializados en gasfitería, electricidad, melamina, entre otros.
Sin embargo, otros rubros que a primera vista parecían haber tenido un despegue en sus ventas debido a su consumo masivo, fueron afectados en las primeras semanas de cuarentena y su reincorporación en la economía ocurrió en los últimos meses.
Yolanda Vilca, una mujer que se dedica a la venta de pollos cerca de 50 años en el mercado Villa del Norte en Los Olivos comenta lo siguiente: “Estamos empezando como si fuera la primera vez. Antes se vendían 120 pollos y cuando iniciamos hemos llegado a vender hasta 15 pollos”. Asegura que la situación fue difícil, pero que “van a mejorar poco a poco” porque, al igual que el resto de sus colegas, reconoce que el consumo de este producto es indispensable para el paladar peruano.
Yolanda Vilca se dedica cerca de 50 años al rubro avícola en el distrito de Los Olivos. (Foto: Tony Tafur)
Las limitaciones que provocó la pandemia del coronavirus han sacado la versión doblemente abnegada de los trabajadores y los nuevos empresarios. La consigna de mermar el impacto negativo en la economía familiar los empujó a incursionar en negocios alternativos con el fin de transformar la crisis en una oportunidad. Como diría el escritor español Arturo Cuyás: “el trabajo es acción, es movimiento, es vida”.