El auge de las criptomonedas, por el desarrollo de la tecnología blockchain, ha acelerado una tendencia que ya estaba en marcha en el sistema monetario internacional: la progresiva sustitución del dinero físico por el virtual.
Los partidarios de la desaparición del efectivo sostienen que acabar con el cash es la mejor vía para reducir la corrupción y luchar contra la evasión fiscal, el tráfico ilegal de bienes y la economía sumergida.
Sin embargo, la realidad es que el uso del efectivo no para de crecer y, lejos de tener un carácter residual, cada vez está más presente en nuestras sociedades.
¿Vamos realmente a un mundo sin dinero con denominaciones para expresar la riqueza distintas a las actuales? Algunos piensan que sí. Realmente estamos inmersos en un periodo de cambios monetarios, pero la banca no pretende una ruptura con el sistema fiduciario, sino mantener el actual modelo monetario complementándolo con las ventajas que proporcionan las herramientas digitales.
“Lejos de promover la eliminación del efectivo, el sector bancario propugna la eficiencia y la conveniencia en las transacciones de pago del día a día”, indica Pilar Clavería, asesora de pagos, operaciones y procedimiento de la Asociación Española de Banca (AEB).
Por su parte, los investigadores del Banco Central Europeo (BCE) Henk Esslink y Lola Hernández publicaron un documento en noviembre de 2017 que no deja lugar a dudas sobre las preferencias de los hogares por el cash en el Viejo Continente: casi el 80% de todas las transacciones en puntos de venta se realizan en efectivo, representando el 54% del valor total de todos los pagos en la eurozona.
Por último, no es la única cifra que pone en cuestión el mensaje oficial de que el dinero contante y sonante está en desuso. El pasado marzo el Banco de Pagos Internacionales (BPI) constató que el efectivo en circulación continúa creciendo, incluso en las economías más avanzadas.
FUENTE: Forbes