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Ciencia

Descubren una nueva especie en América Latina que mejora la calidad del suelo en viñedos orgánicos

La conservación de esta especie no solo protege su hábitat natural, sino que también preserva el equilibrio de los ecosistemas agrícolas en los que juega un papel fundamental.

larepublica.pe
Imagen: IA

En el Valle de Uco, Mendoza, fue identificada una nueva especie: el Ctenomys uco. Investigadores del Conicet (Argentina) y de la Universidad Austral de Chile confirmaron que este roedor subterráneo mejora la calidad del suelo en viñedos orgánicos, ya que facilita a las plantas un mejor acceso al agua y a los nutrientes. Este hallazgo destaca el papel crucial de esta especie en la sostenibilidad agrícola de la región.

Descubierto en Tupungato y Tunuyán, áreas clave para la viticultura, este roedor subterráneo airea el suelo y mejora su permeabilidad, beneficiando los cultivos. Los estudios revelan que esta especie, además de contribuir a la biodiversidad, podría impactar positivamente en la agricultura ecológica de la región.

Este hallazgo es vital para la biodiversidad del Valle de Uco, en Argentina. Foto: Conicet/Gentileza investigadora

¿Cómo los tuco-tucos mejoran la calidad del suelo?

Los tuco-tucos, como el Ctenomys uco, son conocidos por excavar túneles que mejoran la permeabilidad del suelo. Este proceso permite que el agua y el aire lleguen más fácilmente a las raíces de las plantas, lo que es esencial para el crecimiento saludable de los cultivos. En los viñedos orgánicos, donde no se utilizan químicos artificiales, esta mejora natural del suelo es fundamental para mantener su fertilidad y la producción sostenible.

Los tuco-tucos favorecen la salud del suelo al aumentar su permeabilidad y prevenir la compactación, un problema frecuente en la agricultura intensiva. Además, se alimentan de plantas que crecen entre viñedos, lo cual promueve la biodiversidad y reduce la necesidad de usar desmalezadores químicos. Este ciclo natural beneficia la sostenibilidad y el manejo de cultivos al mantener un ecosistema agrícola equilibrado.

Los tuco-tucos enfrentan serias amenazas debido a la expansión agrícola y al cambio climático. Foto: Conicet/Gentileza investigadora

¿Dónde fue descubierto el Ctenomys uco?

El Ctenomys uco fue descubierto en viñedos de Tupungato y Tunuyán, dos zonas vitivinícolas clave en Mendoza. En estas áreas, el roedor se encontró en suelos de viñedos orgánicos, como los de Finca Caicayén II de Chandon y Terrazas de los Andes. Su presencia en estos terrenos confirma que las prácticas agrícolas orgánicas fomentan un ecosistema diverso, donde los animales juegan un rol clave en la regeneración del suelo.

En la primavera de 2023, otra población de esta especie fue descubierta en Luján de Cuyo, ampliando su área de distribución conocida. La coexistencia del Ctenomys uco con la producción de uvas orgánicas refuerza la importancia de preservar estos hábitats para asegurar la sostenibilidad agrícola y conservar la biodiversidad regional.

El Valle de Uco es un valle que forma parte de tres departamentos de Mendoza: Tunuyán, Tupungato y San Carlos. Foto: Cámara de Turismo de la Provincia de Mendoza

¿Por qué es importante conservar esta especie?

A pesar de su valioso aporte a los ecosistemas agrícolas, los tuco-tucos enfrentan serias amenazas debido a la expansión agrícola y al cambio climático. Estos roedores viven en hábitats vulnerables que son cada vez más afectados por la intervención humana. Según Raquel Alvarado-Larios, "la identificación de nuevas especies como el Ctenomys uco permite enfocar los esfuerzos de conservación en áreas que están bajo amenaza".

La conservación de esta especie no solo protege su hábitat natural, sino que también contribuye al equilibrio de los ecosistemas agrícolas en los que participa. La preservación del Ctenomys uco y su entorno asegura que los viñedos orgánicos continúen beneficiándose de sus servicios ecosistémicos, promoviendo prácticas agrícolas más sostenibles y responsables.

Parte del equipo de trabajo: Pablo Cuello, Raquel Alvarado Larios y Agustina Ojeda. Foto: Conicet/Gentileza investigadora