En un descubrimiento que reescribe los libros de ciencia, investigadores han destapado la existencia de un ecosistema subterráneo colosal que se extiende bajo la superficie de la Tierra. El hallazgo, que fue dado a conocer en el encuentro de la Unión Estadounidense de Geofísica, en Washington DC, en 2018, no solo amplía el entendimiento sobre la biodiversidad del planeta, sino que también arroja nuevas luces sobre la compleja interacción entre la vida y los ciclos de carbono subterráneos.
El vasto ecosistema subterráneo fue revelado gracias a la colaboración internacional del proyecto Observatorio del Carbono Profundo (DCO, por sus siglas en inglés) que durante una década ha investigado las profundidades de la Tierra. A través de perforaciones de hasta 2,5 kilómetros en el lecho marino y exploraciones en minas y pozos continentales de más de 5 kilómetros, los científicos recolectaron y analizaron muestras de microbios. Este esfuerzo coordinado permitió mapear la extensión y diversidad de vida en ambientes extremos.
El ecosistema subterráneo, un reino casi tan vasto como desconocido, se compone de una diversidad de formas de vida microbiana que prosperan en condiciones extremas, lejos del alcance de la luz solar. Estas criaturas, adaptadas a la oscuridad total, la presión intensa y la escasez de nutrientes, juegan un papel crucial en la regulación de los ciclos de carbono, transformando materia orgánica en compuestos que pueden ser reutilizados por otros organismos en la cadena alimenticia subterránea.
Los científicos han identificado miles de especies microbianas, algunas de las cuales son capaces de sobrevivir a temperaturas extremadamente altas y presiones que aplastarían a la mayoría de las formas de vida conocidas. Estos microorganismos no solo descomponen la materia orgánica, sino que también participan en procesos geológicos, como la mineralización y la formación de rocas, lo cual ha demostrado que la vida subterránea afecta directamente la geología de la Tierra.
Se estima que hay millones de especies de microbios terrestres. Foto: Universidad de Michigan
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"Nuestros estudios de los microbios de la biosfera profunda han producido muchos conocimientos nuevos, pero también una comprensión y una apreciación mucho mayor de cuánto nos queda por aprender sobre la vida subterránea", expresó Rick Colwell, ecólogo de la Universidad Estatal de Oregón, EE. UU., en un comunicado sobre el estudio. "Por ejemplo, los científicos aún no conocen todas las formas en que la vida en las profundidades del subsuelo afecta a la vida en la superficie y viceversa", agregó el especialista.
Comprender la biodiversidad y los mecanismos de supervivencia de estas formas de vida subterráneas es crucial para conocer la resiliencia de la biosfera y la complejidad de los ciclos biogeoquímicos de nuestro planeta. Estos descubrimientos tienen implicaciones significativas para la ciencia climática, ya que el carbono almacenado y procesado en estos ecosistemas subterráneos juega un papel vital en la regulación de la atmósfera y, por ende, en el clima global.
La exploración de ecosistemas subterráneos plantea preguntas sobre la importancia de su conservación. Foto: Iberdrola
Además, el estudio de estos ecosistemas podría tener aplicaciones prácticas en diversos campos, desde la biotecnología hasta la búsqueda de vida en otros planetas. La capacidad de estos organismos para sobrevivir en condiciones extremas ofrece pistas sobre cómo la vida podría existir en ambientes similares fuera de la Tierra, ampliando las posibilidades de descubrimiento en la astrobiología.
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Los organismos que habitan las profundidades del subsuelo, desde microbios hasta formas de vida más complejas, participan activamente en procesos geológicos como la mineralización, la descomposición de materia orgánica y el ciclo de nutrientes, lo que contribuye a la formación y transformación de rocas y minerales.
Además, la actividad de estos organismos subterráneos tiene un impacto directo en el ciclo del carbono, un elemento clave en la geología planetaria. Al secuestrar carbono, estos organismos ayudan a regular la cantidad de este elemento no solo en la superficie terrestre sino también en las profundidades.