¿Te imaginas un caballo con varios dedos en sus patas? En la prehistoria, en vez de las pezuñas de un solo dedo que hoy conocemos, los antepasados más antiguos de estos animales tenían cinco en cada una y, posteriormente, fueron disminuyendo tras miles de años de evolución. Un reciente estudio publicado en la Royal Society Open Science, el último 21 de junio, reveló qué pasó con los que hoy no podemos ver.
Para hallar respuestas, el equipo de científicos analizó las huellas de los cascos y huesos de las patas de caballos modernos, además de registros fósiles de los antepasados de esta especie.
Actualmente, las pezuñas de los caballos están compuestas por un solo dedo envuelto en un casco, al igual que otros equinos, como los asnos y las cebras.
Los antepasados de los caballos en el Eoceno eran los Hyracotherium. Foto: Enciclopedia Británica
Desde años atrás, se conoce que dos de los cinco dedos que poseían los caballos más antiguos, durante el periodo Eoceno (hace 56 a 34 millones de años atrás), se conservan como huesos entablillados en sus patas. Sin embargo, lo que pasó con los otros dos no estaba claro.
Un estudio de 2018, también publicado en la Royal Society Open Science, sostenía que los otros dos dedos habrían cambiado su estructura para integrar la parte de la pata conocida como ranilla. No obstante, la investigación más reciente reveló una nueva versión.
Un estudio de 2018 sostenía que dos de los dedos se ubicaron en la ranilla tras la evolución. Imagen: Experto Ecuestre
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Lo que habría ocurrido con los otros dos dedos de estos equinos es que desaparecieron (del todo) en el tiempo, progresivamente, por desuso. A partir de la observación de fósiles, se halló que los caballos tridedales fueron dejando de usar los dígitos que se ubicaban a los lados del principal.
“Los dedos adicionales, conocidos como dedos laterales, en estos caballos eran más pequeños y más cortos que en un tapir, y probablemente no tocaban el suelo en circunstancias normales, pero pueden haber brindado apoyo en situaciones excepcionales, como deslizamiento o impacto contundente”, explicó Christine Janis, principal responsable del estudio, en un reporte oficial de la Universidad de Bristol.
Vista plantar (debajo) de las patas de un tapir de cuatro dedos (izquierda) y un caballo de un dedo (derecha). En el medio, una reconstrucción del extinto caballo de tres dedos Hipparion. Foto: Universidad de Bristol