A mediados de enero de 2022, las autoridades de salud pública de China detectaron que un trabajador de una tienda de mascotas en Hong Kong había sido infectado con la variante delta del coronavirus, la cual no se registraba desde octubre del año pasado. Por precaución, tomaron la polémica medida de sacrificar a 2.000 hámsteres domésticos en toda la ciudad por una posible transmisión entre especies.
Ahora, un estudio preliminar que está siendo revisado por expertos independientes para publicarse en la revista científica The Lancet ha reforzado esta teoría tras tomar muestras de los animales de la tienda y del almacén, y detectar ARN viral del SARS-CoV-2 en 15 hámsteres sirios.
La versión de la variante delta detectada en 12 roedores de este grupo coincidió con la de los tres primeros infectados de la tienda. Sin embargo, las mutaciones específicas del linaje no habían sido registradas anteriormente en la ciudad, por lo que los autores sospecharon que el contagio debió proceder de otro lugar.
Las autoridades creen que las mascotas fueron importadas de Países Bajos y pidieron a quienes adquirieron un hámster después del 22 de diciembre que lo entreguen para sacrificarlo. Foto: AFP / referencial
Los autores sugieren que la infección en los roedores ocurrió en noviembre, cuando estos todavía se encontraban en los Países Bajos y aún no eran importados a los almacenes de Hong Kong. El equipo reforzó su sospecha tras revisar una base de datos global y hallar una coincidencia entre la versión delta de los hámsteres de Hong Kong con la de infectados en Europa del Este.
Los investigadores concluyen que los hámsteres transmitieron el virus a otros de su misma especie, acumularon ligeras mutaciones sin ser detectadas y, sorprendentemente, el coronavirus todavía era capaz de “transmitirse entre humanos con bastante eficacia”.
Con los hallazgos, los científicos también llamaron la atención de la potencial propagación viral a través del comercio de estas especies en el mundo.
De confirmarse, los hámsteres serían los segundos animales que han podido infectar a las personas después de los visones. Estos últimos causaron pequeños brotes de COVID-19 en Dinamarca y los Países Bajos, por lo que fueron sacrificados masivamente a fines de 2020.