La variante ómicron del coronavirus posee más de 50 mutaciones, una cantidad sumamente alta en comparación con otros linajes del SARS-CoV-2. Precisamente, esta evolución la ha dotado, según estudios preliminares, de una mayor capacidad para reinfectar y contagiar de COVID-19 a las personas.
Los descubridores de ómicron estudian sus posibles orígenes a fin de evitar nuevos caldos de cultivo. Tulio De Oliveira, virólogo y director del Centro de Innovación y Respuesta a Epidemias en Sudáfrica, junto a otros científicos plantean que la variante pudo surgir en un paciente con VIH.
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Los investigadores explican que el sistema inmune debilitado del paciente no pudo luchar contra el coronavirus y permitió que su permanencia se prolongue. En consecuencia, el SARS-CoV-2 tuvo mucho tiempo para entrenarse y adaptarse. Es decir, para mutar.
“Las personas con sistemas inmunológicos muy comprometidos y que experimentan una infección activa prolongada —porque no pueden eliminar el virus— pueden ser la fuente de nuevas variantes virales”, explican en el portal de divulgación The Conversation.
“La suposición es que cierto grado de ‘presión inmune’ (que significa una respuesta inmune que no es lo suficientemente fuerte para eliminar el virus, pero que ejerce cierto grado de presión selectiva que ‘fuerza’ al virus a evolucionar) crea las condiciones para que surjan nuevas variantes”, agregan.
En Sudáfrica se estima que más de 7.7 millones de personas viven con el virus del sida, de acuerdo con cifras de la organización británica Avert. Aunque existe en el país un programa de tratamiento antirretroviral avanzado, no siempre este es aplicado de forma eficaz.
Esta situación explicaría por qué muchas de las variantes identificadas hasta la fecha han surgido en ese país, donde además la cifra de vacunación es sumamente baja en comparación con otras naciones.
La hipótesis de estos autores no se basan en solo supuestos. Hay evidencias que los llevan a sustentar que un sistema inmunodeprimido podría ser un buen caldo de cultivo para el surgimiento de nuevas variantes del coronavirus.
De hecho, De Oliveira advirtió, en junio de 2021, que los pacientes con VIH podrían “convertirse en una fábrica de variantes para todo el mundo”, una vez que se detectó el caso de una mujer de 36 años infectada con los virus del sida y de la COVID-19. Este último había presentado 13 cambios genéticos en su proteína S y al menos otras 19 mutaciones en otros lugares.
“Se han investigado varios casos clínicos, pero queda mucho por aprender”, advierten los científicos.
En diciembre de 2020 también se reportó en la revista científica The New England Journal of Medicine sobre un hombre de 45 años con síndrome antifosfolípido, un problema de salud que compromete el sistema inmune, que permaneció internado por COVID-19 por cinco meses y presentó una “evolución acelerada del virus”, con mutaciones nunca antes vistas y que ahora han sido identificadas en ómicron.
“Con un sistema inmunológico comprometido severo, el virus puede permanecer en el cuerpo de una persona durante mucho tiempo, y cuanto más tiempo pueda hacer copias de sí mismo, el virus puede cometer errores y salir airoso en lo que queda del sistema inmunológico de ese paciente”, puntualizó Dr. Bruce Walker, inmunólogo y director fundador del Ragon Institute, en Cambridge.