Los virus no solo llevan material genético para infectar a sus huéspedes, sino también están hechos de otros elementos que forman sus estructuras y proteínas. Una reciente investigación halló fuerte evidencia de que estos componentes sirven de alimento a dos tipos de organismos unicelulares que habitan el océano.
El equipo de científicos los identificó tras analizar el ADN dentro de 1.700 protozoos extraídos de las aguas del Golfo de Maine (Norteamérica) y del mar Mediterráneo. Estas especies forman parte del zooplancton, conjunto de organismos que se encuentran suspendidos en los mares y que son una de las bases de la cadena alimenticia en estos ecosistemas. Obtienen nutrientes de especies vegetales, residuos orgánicos e incluso bacterias.
De hecho, gran parte de las muestras analizadas en el nuevo estudio contenía secuencias genéticas asociadas con bacterias, las cuales probablemente fueron su alimento. Asimismo, hallaron gran cantidad de secuencias de virus: en la mitad de las muestras del golfo había fragmentos de genes de hasta 52 virus diferentes en cada célula. Lo mismo en un tercio de las muestras del Mediterráneo.
Recolección de agua en el golfo de Maine para esta investigación. Crédito: Stepanauskas et al.
La mayoría de secuencias virales correspondían a bacteriófagos, virus que invaden y se replican dentro de las bacterias. En ese sentido, la explicación más plausible es que las bacterias ingeridas por los protozoos hayan estado infectadas por estos patógenos. Sin embargo, había algo extraño en los especímenes de dos grupos conocidos como choanozoa y picozoa, ambos recolectados de las aguas de Norteamérica.
En muchos de ellos, no se detectó ADN bacteriano, por lo que no se podía explicar cómo los genes de bacteriófagos terminaron dentro de estos organismos unicelulares.
Como estos virus infectan bacterias, las cuales son células procariotas, los autores consideraron improbable que puedan usar de huéspedes a los protozoos, que son células eucariotas como las nuestras. “Nunca se ha encontrado que infecten eucariotas y sus genomas son distintos de los virus eucariotas”, escribieron en el artículo publicado en Frontiers in Microbiology.
Por otro lado, se descubrió que estos dos grupos de protozoos completamente diferentes compartían secuencias virales casi idénticas, lo que “hace que sea poco probable que (los virus) estén infectando a todas las células en las que se encuentran”.
Después de considerar los mecanismos que puedan explicar la presencia de ADN viral en las células, los científicos concluyeron que era evidencia de que estos protozoos depredan partículas virales libres.
Ejemplar de un picozoa. Crédito: Seenivasan et al.
“Los virus son ricos en fósforo y nitrógeno, y podrían ser un buen complemento para una dieta rica en carbono que podría incluir presas celulares o coloides marinos ricos en carbono”, dijo coautora Julia Brown en un comunicado de la revista.
Ya que los choanozoa y picozoa están extendidos en muchos ecosistemas marinos, los investigadores destacan que sus hallazgos tienen implicaciones importantes en la red de alimentación marina.
Lo ‘normal’ es que los nutrientes de las bacterias y los protozoos, ambos organismos unicelulares, lleguen a lo alto de la cadena alimenticia a medida que lo más grande devora lo más pequeño. No obstante, este proceso es interrumpido por la derivación viral, un fenómeno en el que las células infectadas por virus se rompen antes de servir de alimento. Por tanto, la materia orgánica se pierde en el fondo del océano.
Pero el hecho de que los protozoos estén consumiendo a los virus podría ser la explicación de la prosperidad del ecosistema marino.
“La eliminación de virus en el agua puede reducir la cantidad disponible para infectar a otros organismos, al tiempo que transporta el carbono orgánico de las partículas virales más arriba en la cadena alimentaria”, sostuvo Brown.
Los especialistas, provenientes de EE. UU. y España, destacan que se necesitan estudios experimentales y de campo más extensos para determinar los efectos de este inédito proceso de depredación viral en la vida marina.