Antes de ser operado para implantarse unos lentes, Joel estudiaba becado en la Universidad del Pacífico. Hoy está ciego. Ha sufrido 11 intervenciones para intentar recuperar la vista perdida y debe permanecer inmóvil para evitar el completo desprendimiento de la retina del único ojo por el que todavía le llega un atisbo de luz. Su caso por lesiones graves está a punto de prescribir ante un sistema judicial indiferente frente a las negligencias médicas. , Joel está ciego y no puede aceptarlo. Él no nació ciego. Él no sufrió una enfermedad o un accidente que le provocaran la ceguera. "A él lo dejaron ciego de forma inhumana en el Instituto Peruano de la Visión y en la clínica Opeluce", denuncia su madre, Nemesia Arone, quien ahora ve por él. PUEDES VER: En Arequipa "asesino de la maleta" sigue prófugo Tenía alrededor de 10 dioptrías de miopía en ambos ojos. Luis Julio Lu Basauri lo convenció de implantarse unos lentes intraoculares en el Instituto Peruano de la Visión, del cual es director. Por el alto riesgo de desprendimiento de retina, estos lentes están contraindicados para miopías severas, según la literatura médica disponible. El 20 de enero del 2011 fue operado para implantar el lente en el ojo derecho sin realizar exámenes previos a su retina, que habrían advertido de su adelgazamiento producto de la miopía. Y sin la firma de un consentimiento informado, en el que la familia habría conocido los riesgos de esta intervención para los pacientes con miopía severa. Así lo avalan los diferentes peritajes realizados a su historia médica por el Instituto de Medicina Legal del Ministerio Público y por la Sociedad Peruana de la Auditoría Médica. Diario La República En los días posteriores a la intervención, su ojo operado sangró y comenzó a ver halos y anillos de colores. El oftalmólogo minimizó estos efectos y no lo derivó a un retinólogo. Tan solo una semana después de la operación en el ojo derecho, operó el ojo izquierdo para implantarle el mismo lente. El cuadro se fue complicando. Ambos ojos sangraban y por el ojo izquierdo comenzó a ver una mancha negra. Joel y su mamá peregrinaban al Instituto Peruano de la Visión para reclamar pero no eran escuchados. Luego sabrían que producto de la operación el ojo izquierdo ya había desarrollado un desprendimiento de retina y tenía roto el esfínter del iris. Y en el ojo derecho existía un desgarro de retina. No fue hasta el 25 de febrero, más de un mes después de la primera operación, que el oftalmólogo Julio Lu programó una intervención por el desprendimiento de retina del ojo izquierdo. Esta intervención no fue realizada en el Instituto Peruano de la Visión sino en Opeluce por él y Fidel Gerónimo Meza, quien le había asistido en las operaciones anteriores. Pero ahora viene lo peor: esta operación fue efectuada sin anestesia y sin la presencia de médicos ayudantes. Del dolor, Joel salió en silla de ruedas. La República buscó a Lu Basauri y a Gerónimo Meza en el Instituto Peruano de la Visión y en Opeluce para consignar su versión. A través de sus asistentes, Gisele López y Marlenne Cueva, tramitamos un pedido de entrevista del que no obtuvimos respuesta a lo largo de sucesivos días. En busca de luz Poco antes de pasar por todo este infierno, Joel brillaba. Se graduaba como el número 3 de su promoción de Administración en la Universidad del Pacífico, donde estudió becado todos los ciclos gracias a su talento. En sus prácticas profesionales diseñó proyectos de inversión para la Presidencia del Consejo de Ministros y coordinó campañas de marketing de un conocido supermercado. Paralelamente se desarrollaba como actor de improvisación teatral. Tras las 3 operaciones que presuntamente lo dejaron ciego, se ha sometido a lo largo de estos casi 5 años a 11 intervenciones, 2 de ellas llevadas a cabo en EEUU. Pero los diferentes especialistas no han logrado arreglar lo previamente dañado. Tras cada operación, Joel debía permanecer meses inmóvil y boca arriba en la cama para favorecer una recuperación que nunca llegó. Hoy está ciego completamente del ojo izquierdo y ve luces y sombras con el derecho. Para evitar perder ese atisbo de luz, no puede hacer movimientos bruscos ya que cualquier golpe podría provocar el desprendimiento de la retina del único ojo que le queda. Tampoco debe llorar pero las lágrimas contenidas ya se desbordan. Fruto de la ceguera, de la falta de justicia y de su confinamiento, sufre una depresión severa constatada por un reciente informe pericial de psicología forense. Según consigna el siquiatra en este informe, el joven solo quiere dormir "porque en sus sueños puede ver". Su situación emocional impidió su participación en este reportaje. Ahora que a Joel le fallan las fuerzas, es su madre y representante legal quien continúa en busca de la luz para su hijo. Haz clic para ampliar la infografía Falsificación Paralelamente a la lucha por recuperar los ojos robados a su primogénito, Nemesia Arone emprendió una guerra más dura si cabe: lograr justicia. La primera batalla fue conseguir la historia clínica. A pesar de que es un derecho del paciente, le fue negada en repetidas ocasiones. La misma respuesta tuvo el propio Ministerio de Salud (Minsa), quien pidió a lo largo del 2013 hasta en 5 ocasiones la historia clínica al Instituto Peruano de la Visión para realizar una auditoría. Ante las reiteradas negativas, emitió un informe técnico (008-2013) en el cual informa además al Municipio de Jesús María que este instituto no ha renovado su licencia como "Establecimiento de Salud categoría II-1" desde 2010. A través de decenas de escritos, de peregrinaciones tanto al Instituto Peruano de la Visión como a Opeluce, Nemesia por fin obtuvo una historia médica parcial. La completa hasta ahora no se la entregan. Y era peor de lo que esperaban. No incluía los exámenes previos a la cirugía que debieron haber sido realizados para evitar lo que pasó. Incluso existía un examen de otro paciente que fue incluido en la historia de su hijo. Además, el consentimiento informado que advertía de los riesgos de la intervención no estaba firmado por el paciente ni por el médico tratante. Y lo más grave: contenía información presuntamente falsa. La historia consignaba que la tercera operación, practicada en Opeluce pero facturada por el Instituto Peruano de la Visión, había contado con anestesiólogo (Dr. Carlos Gustavo Siu Wong), instrumentistas y un ayudante cuyos honorarios fueron cargados a la EPS Rímac Seguros. Sin embargo, según Nemesia, esta operación fue realizada por el Dr. Fidel Gerónimo Meza sin anestesia, lo que ocasionó a su hijo "un dolor inhumano". Por ello, el abogado de la familia denunció a los dos médicos, a la gerenta general del Instituto Peruano de la Visión y al presunto anestesiólogo de lesiones culposas (negligencia médica) y falsedad genérica por alterar la historia clínica. El caso recayó en la 19 Fiscalía Provincial Penal, a cargo del fiscal Roberto Figari Vizcarra. Tras año y 5 meses de investigación y dos quejas de por medio por demoras injustificadas, decidió formular acusación por lesiones pero archivó el caso por falsedad genérica a pesar de que el anestesiólogo, Carlos Gustavo Siu Wong, declaró que él no había participado en la intervención y que su firma era falsa. Producto de una nueva queja interpuesta por Nemesia, la Fiscalía Superior ordenó a Figari que realizara una pericia grafotécnica. En marzo este fiscal vuelve a archivar el caso argumentando demoras en el peritaje de la firma. Ante este comportamiento, Nemesia acudió a la Defensa Pública de Víctimas, y esta entidad del Ministerio de Justicia envió de nuevo a la Fiscalía Superior una queja. La pericia policial confirmó que la firma del anestesiólogo es falsa. Sin embargo, el fiscal lo volvió a archivar, ahora definitivamente, alegando que no es posible identificar al autor de la falsificación. La Defensa Pública de Víctimas ha hecho ahora un recurso de queja por deficiencias en la investigación que ha recaído en la Sexta Fiscalía Superior. Si ésta no se pronuncia, el delito de falsificación quedará archivado. Esto sería fatal porque el proceso por negligencia en curso en el Poder Judicial está cercano a la prescripción, ya que el delito de lesiones prescribe a los 4 años y medio. Para evitar esta prescripción, Nemesia ha pedido ampliar el delito de lesiones culposas a dolosas. La fiscal que ahora está a cargo, Adelaida Montes, ha aceptado que son lesiones graves. Pero la defensa de los médicos ha emitido quejas contra todos los integrantes del 25 juzgado penal que ve este caso amparándose en la prescripción del delito. Hoy el acceso a la justicia para Joel tiene el mismo tenue atisbo de luz que le queda a su ojo derecho. Antes de que la lucha legal quede en completa oscuridad, Nemesia invoca a través de La República a la Fiscalía de la Nación y al Poder Judicial que se quiten la venda de los ojos y miren a su hijo. Del gremio médico ya no espera nada. "Entre ellos se tapan", dice aludiendo a la Sociedad Nacional de Oftalmología y el Instituto Nacional de Oftalmología (INO), quienes se negaron a hacer un peritaje de este caso. La Dra. Irma Arias, presidenta del Comité Nacional de Ética del Colegio Médico, anima a las presuntas víctimas de negligencias a que presenten su denuncia ante los comités regionales de ética. Si allí no prosperan, pueden apelar al Consejo Nacional de Ética que ella preside. Esta doctora informa que los casos de negligencias que llegan al Consejo Nacional han crecido considerablemente desde 2004, primer año del que existe registro. (Ver infografía). Las sanciones impuestas van desde una carta de extrañeza, pasando por la suspensión, hasta una expulsión. Sin embargo, la mayor parte de las sanciones son suspensiones por días, semanas o, en casos excepcionales, meses. Desde 2004 solo se ha registrado una expulsión, y fue un caso extremo: un médico dopó, violó y asesinó en su consultorio a una joven paciente. A excepción del registro de denuncias ante el Colegio Médico y del de quejas de la Defensoría del Pueblo, el país está ciego sobre la dimensión de las negligencias médicas. Negligencias prescriben en la vía penal Las denuncias de negligencias médicas no obtienen justicia por la vía penal ya que exigen peritajes médicos contundentes, explicó Carlos Almonacid, comisionado de la Defensoría del Pueblo. Aconsejó a las víctimas ir paralelamente por la vía civil para obtener indemnización y también por la vía ética a través del Colegio Médico. Informó que casos evidentes de negligencia como el de los bebés que contrajeron VIH/Sida en la ex-Maternidad de Lima y el del anciano que en el Hospital Sabogal sufrió la amputación de su pierna sana no han encontrado justicia en la vía penal, pero sí en la administrativa. Sin embargo, esta segunda vía es mucho más costosa porque las familias deben asumir las tasas. La Defensoría del Pueblo registra anualmente una media de 60-80 denuncias por negligencia, de las cuales en torno a un 16% son apoyadas al ameritar procesos civiles o penales. Denunciados Luis Julio Lu Basauri. Fidel Gerónimo Meza.