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Sociedad

¿Cómo se combate la anemia en el Altiplano?

En Puno, el 70,4% de los niños padece de anemia. En el distrito de Moho, detectaron que es más fácil revertirla por el contexto rural en el que viven, en comparación con las principales urbes, como Juliaca, donde está concentrado el mayor índice de casos. Desde el Minsa, señalan que la solución no es solo de tratamiento en salud, sino que se trata de un tema que debe ser abordado de manera multisectorial.

Cuando a Heidi Nikol Torres Cancapa, de cuatro años, le pidieron su dedo medio de la mano izquierda, de inmediato hizo puño. Sabía de qué se trataba. La enfermera Danitza Ramos Canaza trató de convencerla y recibió un contundente rechazo.

Su madre, Olga Cancapa Chusi, intervino y le explicó que era necesario que ayude para que esté fuerte y sana y no tenga que ir a un hospital. Increíblemente, la niña aceptó. La enfermera Danitza le hizo un pinchazo en la yema de su dedo que ni llegó a sentir.

Apenas brotó una pequeña gota de sangre, su colega Luzdelia Lopez Rodrígo cogió la muestra con una paleta y la colocó en la máquina de hemocontrol. Tenía 11,1 de hemoglobina. Es decir, no tenía anemia y estaba dentro del rango normal. Se había recuperado de una condición que aún sufría hace dos meses. 

De alianzas como esta, entre personal médico y madres de familia, están teñidos los esfuerzos para reducir los altos índices de anemia en la región Puno. Pero el esfuerzo y los resultados no son homogéneos.

Según el Departamento de Estadística de la Dirección Regional de Salud, el 70,4 % de los niños de entre seis meses y tres años padecen de esta condición que afecta el desarrollo cognitivo de los niños. Un panorama que pone en una situación crítica a los menores de tres años de esta parte del país.

Fichas de control infantil de peso, talla y conteo de hemoglobina en centro de salud de Puno. Foto: Liubomir Fernández

Fichas de control infantil de peso, talla y conteo de hemoglobina en centro de salud de Puno. Foto: Liubomir Fernández

Para llegar hasta el colegio inicial donde estudia Heidi Torres, la pareja de enfermeras tuvo que caminar cargando sus equipos cerca de media hora desde el centro de salud de la provincia de Moho (frontera con Bolivia) hasta el sector de Huaraya. Era necesario llegar hasta este centro educativo porque es uno de los casos excepcionales que prueban que sí es factible revertir los índices de anemia.

La menor fue detectada con el mal a inicios del 2024 y en su antepenúltimo control logró salir del cuadro con la ayuda del sulfato ferroso. Sus padres también hicieron lo suyo. Se las ingeniaron para que consumiera sangrecita.

El examen al que fue sometida la escolar es parte del monitoreo de control que se aplica con todos los casos positivos. El problema para los trabajadores de salud es la falta de movilidad. La mayoría tiene que caminar largos tramos o esperar su turno para que la movilidad del puesto las traslade.

El esfuerzo que se hace por revertir las críticas estadísticas de anemia en el Altiplano puneño es grande. Cada contexto es distinto. Sin embargo, recientes análisis del Ministerio de Salud de Puno determinaron que hay varios factores para que este mal persista entre los niños.

La provincia aimara de Moho tuvo una mayor reducción de los índices de anemia. De cada diez casos detectados, ocho se recuperaron de manera positiva. Los resultados se deben a la geografía y las características del lugar.

Según la enfermera Luzdelia López, en el sector rural es más fácil combatir la anemia porque las familias al estar arraigadas en un contexto comunal son más ubicables para ser capacitadas, y a los padres de familia les es más fácil a acceder a la sangrecita porque está ligada a la ganadería. Al ser agricultores, están más cerca y atentos a los problemas de sus hijos.

Lisbeth Salas, del centro de salud de Santa Adriana,Juliaca. “En la ciudad es más alto el índice de anemia que en zonas rurales”. Foto: Liubomir Fernández

Lisbeth Salas, del centro de salud de Santa Adriana,Juliaca. “En la ciudad es más alto el índice de anemia que en zonas rurales”. Foto: Liubomir Fernández

Debido a esta realidad, el personal de salud utiliza la estrategia del padrinazgo para que se hagan responsables de monitorear a sus ahijados. Ello crea vínculo de mayor comunicación con padres de familia y niños. El apoyo del municipio de Moho también ha sido vital. Puso una camioneta y les proveyó de Eliton Forte, que tiene hierro sabor a chocolate y es más agradable para los niños. Hay una alianza entre varios sectores.

El panorama es distinto en las principales urbes en donde está concentrado el 61% de los casos de Puno.

Lizbeth Salas Castillo, enfermera del programa Control del Niño del centro de salud de Santa Adriana, en la ciudad de Juliaca, cuenta que la realidad de las ciudades es distinta a la de las comunidades. A ella la encontramos atendiendo pacientes. Su trabajo diario es otro.

Si bien ella y sus colegas también salen al campo para hacer monitoreo, explica que en Juliaca las familias se dedican al negocio y llevan consigo a sus hijos. La ausencia de los menores a los controles quiebra el tratamiento o simplemente no vuelven al centro de salud.

“La alimentación no es como en las comunidades, sino que está sujeta en función de lo que encuentren en el contexto en el que se desempeñan. La mayoría opta por alimentos altos en carbohidratos”, dice. 

Nancy Apaza Quispe, coordinadora del programa Desarrollo Infantil Temprano de la Dirección Regional de Salud de Puno, explica que los índices de anemia son alarmantes más por razones estadísticas que por casos específicos.

Dice que, hace un año, a los resultados de análisis de cada paciente se le reducía la cifra de 3,1 por la altura de Puno. Si un niño arrojaba 12,5 de hemoglobina, se le descontaba dicha cifra y sus resultados terminaban advirtiendo anemia, porque de acuerdo al ajuste tenía solo 9,4. Por lo tanto, era registrado como si padeciera un cuadro de anemia moderado.

Con el ajuste técnico establecido por el Ministerio de Salud, ahora el descuento es de 2,5 puntos. Esto permite sincerar los verdaderos resultados.

Apaza refiere que este problema tiene determinantes sociales. El contexto influye.

Enfermeras Luzdelia López y Danitza Ramos informando a padres en Moho, Puno, cómo combatir la anemia. Foto: Liubomir Fernández

Enfermeras Luzdelia López y Danitza Ramos informando a padres en Moho, Puno, cómo combatir la anemia. Foto: Liubomir Fernández

“Por ejemplo, una madre soltera tiene que trabajar el doble para mantener a su familia. Es poco probable que se dedique a su hijo a tiempo completo. También hay casos de padre y madre trabajando, y los niños quedan al cuidado de terceros. Este es un problema de salud pública. Si no actúan varios sectores de manera conjunta, es imposible reducirla a su mínimo porcentaje. En cada lugar, el factor determinante es diverso y la forma de combatirlo es de acuerdo al contexto”, dice.

Desde hace cinco años, Puno se mantiene entre las regiones con altos índices de anemia. Solo esfuerzos pequeños y focalizados como los registrados en Moho han tenido resultados positivos.

A nivel nacional, el 43,1% de los niños de 6 meses a 3 años sufren de anemia. Otras regiones con altos índices son Ucayali, Madre de Dios, Loreto y Huancavelica. Según la Endes 2023, las cifras casi no han variado en los últimos diez años.