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Sociedad

Lina Meruane: "Israel es una nación que desde su fundación cometió violencia enorme contra los palestinos"

Lina Meruane es una escritora chilena de origen palestino que participará del Hay Festival Arequipa, programado del 08 al 12 de noviembre. Desde España concedió una entrevista a La República en la que habla de la crisis en Medio Oriente.

La escritora ha ganado el Premio Anna Seghers y Premio Sor Juana Inés de la Cruz. Foto: Composición LR
La escritora ha ganado el Premio Anna Seghers y Premio Sor Juana Inés de la Cruz. Foto: Composición LR

Hace 12 años, hizo el viaje de retorno a Palestina, la patria de donde sus abuelos huyeron a inicios del siglo XX, víctimas de la opresión del imperio turco otomano. Como miles de refugiados, emigraron a América Latina y se establecieron en Chile. El país sureño cobija la comunidad de palestinos más grande fuera del mundo árabe. Desplazados y en un continente radicalmente opuesto a su mundo, esperaron volver algún día. En 1948, con la conformación del Estado de Israel, y tras una guerra de un año, los palestinos perdieron casi todo su territorio. Y los abuelos de Lina nunca más regresaron. El conflicto ha inaugurado un nuevo episodio trágico, cuyas claves también están en Palestina en pedazos, libro de la escritora chilena.

¿Cuál es su sensación sobre lo que está pasando en Medio Oriente, el conflicto con Israel y Palestina?

Hay que mirar siempre el conflicto palestino en términos históricos. ¿De dónde viene esa resistencia? Viene de que Gaza es la cárcel a cielo abierto más grande del mundo, un lugar donde viven 2.200.000 personas, donde la sociedad civil está mezclada con el grupo que gobierna (Hamás); es gente que no pueden salir, pescar, tienen controlada el agua, la comida y los medicamentos. Es una situación atroz de exterminio. La respuesta de Hamás es a una violencia histórica, una opresión que no ha tenido solución por la vía diplomática. Además del cerco y haber dejado hospitales sin luz y sin comida a la población, la posibilidad de que Israel entre militarmente a esa zona que de todas maneras ya controla, puede significar el inicio de la anexión de Gaza. Es algo que el gobierno israelí y, sobre todo con Netanyahu y con la ortodoxia sionista en el gobierno, han deseado por décadas.

Algunos analistas sostienen que lo hecho por Hamás es terrible, pero también que la reacción israelí no ha sido la adecuada. No se puede decir que en Gaza todos son terroristas, hay una población civil que probablemente no tiene nada que ver con el conflicto.

Palestinos e israelíes, todos tienen que ver con el conflicto. Hay 75 años de ocupación ilegal del territorio, de desposesión de las casas, de toma del agua. Es imposible pensar en una población que no está comprometida con este problema (...) Israel tiene una inteligencia muy sofisticada. Según he leído en la prensa, Egipto le advirtió que podía venir un ataque de Hamás. A mí me resulta un poco sospechoso que haya ocurrido este ataque en un momento en que a Israel le conviene juntar fuerzas y acallar a su propia oposición interna. Todo eso en el contexto de un Gobierno como el de Netanyahu, que está acusado de corrupción y con una oposición de su propia población (resistencia al debilitamiento del sistema judicial). Han tenido más de ocho meses de manifestaciones. 

Los gobiernos utilizan los conflictos para tratar de descomprimir el contexto interno.

Claro, y ponen cortinas de humo para generar adhesión en términos defensivos. Todo eso son estrategias militares muy antiguas. No es que se les ocurrió ahora. Por otro lado, es difícil de entender que Hamás haya lanzado un ataque, porque eso es iniciar una guerra desigual que pone en riesgo a su propia población.

 Mujeres y niños huyen por una calle de Gaza tras advertencias de Israel. Foto: Mohammed Abed/AFP

Mujeres y niños huyen por una calle de Gaza tras advertencias de Israel. Foto: Mohammed Abed/AFP

También se habla de una suerte de intervención de gobiernos islamistas que apoyan a Hamás, como Irán.

Está habiendo una reconfiguración geopolítica de la zona. A lo largo de décadas, la causa palestina fue perdiendo el apoyo de los países árabes. Israel estableció alianzas con Egipto y ahora Arabia Saudita; hace poco Netanyahu se felicitaba por esto. ¿Entonces qué pasa? Ante esa alianza geopolítica tan poderosa y la histórica tensión entre Israel e Irán, otra potencia nuclear de la zona, Irán fortalece sus conexiones islámicas con Hamás para presionar que Hamás ataque a Israel y le complique la alianza a los musulmanes saudíes. El entramado de la historia del conflicto y las circunstancias actuales es muy complejo.

Cómo se entiende la lógica de estos grupos terroristas bastante violentos. Usted revela en una entrevista que, cuando llegó a Estados Unidos, ocurrió el atentado a las torres gemelas- atribuido a estos grupos.

Tendría un poco de cuidado con esa comparación. Los grupos islámicos que atacaron las Torres Gemelas no eran palestinos; las diferencias internas en el mundo árabe son enormes. Es como decir que los grupos rebeldes en nuestro continente son todos iguales. A esta consideración hay que sumarle que Israel es una nación que desde su fundación ha cometido una violencia enorme contra los palestinos: lo que se define como terror estatal. Hay 2.000 asesinados cada año, hay gente encarcelada por años sin juicio, cientos de niños en la cárcel por tirar piedras. Cuando tienes un Estado que ejerce violencia, surge la resistencia que también la ejerce. ¿Ahora, cuál es el legítimo detentor de la violencia? Es un problema muy grueso. Israel es la nación establecida, la llamada democracia del Medio Oriente y los palestinos no han tenido derecho a establecer su propia nación, no tienen ejército para defenderse ni derecho a reclamo, porque el sistema judicial israelí bajo el que viven por ocupación, no los protege. Es una situación de violencia completamente desigual.

Quizás la comparación como usted lo ha aclarado, no sea tan afortunada, pero me refería fundamentalmente a grupos que de alguna forma tienen raíz musulmana.

La situación en Medio Oriente es muy diversa. Se piensa, a través de los medios, que los musulmanes son todos integristas. No es así. La mayor parte de la comunidad musulmana no es radical. Creen en el Corán, en Alá, y son tan buenas personas como cualquier buen cristiano o buen judío. Recordemos además que entre los cristianos y los judíos también hay gente muy extrema. Y la comunidad musulmana palestina es mucho más diversa de lo que parece: una camina por las calles en Cisjordania y las mujeres no van mayoritariamente tapadas y las que lo están no son mujeres sometidas a un mandato religioso, sino que han elegido usar el pañuelo alrededor de la cabeza por respeto a su tradición. Hay que tener cuidado con esto de que todos los musulmanes son terroristas, eso es mirarlo todo desde un sentido de superioridad occidental, es repetir esa idea tan burda de civilización y barbarie.

Usted también ha escrito sobre temas de feminismo, ¿este tema del velo y la protección es un símbolo de una sociedad patriarcal?

En Palestina las mujeres tienen muchos derechos. No es la situación opresiva que sufren, por ejemplo, en Afganistán. Yo que soy muy liberal he aprendido a respetar el velo porque entiendo que muchas de estas mujeres eligen taparse porque les parece culturalmente adecuado, porque las asocia a su tradición, porque les parece una manera elegante de vestir.

Ahora, volviendo a otro tipo de violencias, usted también publicó un libro, Señales de nosotros, justamente conmemorando 50 años de la dictadura de Pinochet. ¿Quedan todavía heridas?

Sí, es claro que sí. En Chile sigue habiendo muchas tensiones políticas entre quienes niegan la violencia ejercida durante la dictadura y quienes exigen que se sostenga una memoria y una reparación, una compensación para las víctimas y los familiares de las víctimas. Vemos de manera muy preocupante el surgimiento de una ultraderecha negacionista. Eso está generando muchísima tensión, y por supuesto, personas, como yo, de centroizquierda e izquierdas, independientes, no afiliadas a ningún partido., tenemos mucha preocupación por esta ultraderecha negacionista que, en este momento, además, controla la escritura del proyecto constituyente que se tiene que votar en diciembre.

Chile, fue visto desde Perú, como una sociedad bastante madura. Había logrado realizar una transición importante (de la dictadura a la democracia) Ahora hay una suerte de tensión política, ¿estas polarizaciones son propias del mundo verdad?

Sí, por supuesto, todos de alguna manera estamos recibiendo los aires de lo que pasa en los otros lugares del planeta, pero a veces las cosas desde afuera se ven mejores de lo que son. En mi libro anterior, 'Zona ciega', comento el estallido social y la violencia de una policía militarizada contra la ciudadanía disparándole a la vista. “El huevito se veía bonito por fuera, pero estaba podrido por dentro”, esa es la frase que alguien dijo en ese momento, la frase que yo cito. Eso ha sido Chile visto desde fuera. Son 50 años de neoliberalización y de violencia económica que generaba excelentes resultados macroeconómicos, pero que iba minando la vida de la gente. Claramente se venía acumulando un desasosiego por el sistema económico y eso estalló el 18 de octubre del 2019.

Y parte de esta suerte de ultra derechización que usted ha mencionado ha sido decirle no a la nueva constitución que fracasó en el referéndum.

El proyecto constituyente ha sido muy complejo. Primero tuvo una votación del 78% para pedir un cambio de la Constitución de 1980. Pero una cosa es rechazar una Constitución dictatorial y otra cosa es saber qué quiere la gente. El proyecto que se rechazó para mí era muy progresista: daba derechos a la naturaleza, derechos al agua, derecho a la población indígena, derechos de protección a la mujer, en fin. Pero fracasó. Toda la gente de izquierda, entre la que me incluyo, pensábamos que íbamos todos tirando el barco para el mismo lado. Dos años después nos dimos cuenta de que eso no era necesariamente lo que la ciudadanía quería y en efecto, no era lo que la derecha y la ultraderecha querían que usó todas sus tácticas para distorsionar lo que proponía ese proyecto. Se nos dio vuelta totalmente la escena y ahora la ultraderecha la que está intentando escribir una Constitución que es de una radicalidad brutal, tan extrema como la primera, pero justo desde el lado opuesto. Lo más probable, y no lo digo yo porque yo no tengo una bola de cristal, lo dicen las encuestas, lo dice incluso la derecha no ultra, es que esa nueva Constitución fracasará y volveremos a la Constitución de 1980, que por ahora todavía rige.

¿Cuál cree usted que es el futuro de la literatura? de la de la escritura, con las irrupciones de la inteligencia artificial (IA). Usted que enseña escritura creativa, ¿cómo ve este proceso, con preocupación, con expectativa?

Toda nueva tecnología, por supuesto, ha traído muchos miedos. Y, sobre todo, sin regulación es muy peligrosa. En el caso de la IA tiene más peligro que ninguna otra tecnología anterior. ¿Qué va a pasar con la literatura? Yo no lo sé. (..) Por otro lado, la IA sí está dando muchísimos avances en otros campos de la vida, como la ciencia, predicción de terremotos, cura del cáncer. Así como hay cosas que pueden ser muy negativas y hay que regularlas, también hay otras cosas que pueden ser muy positivas y que, por supuesto, también hay que regular.

Le estoy haciendo una entrevista desde una ciudad agobiada por los feminicidios, con un promedio de 18 asesinatos de mujeres.

Puedo aplicar una idea muy general. Los grupos más privilegiados intentan frenar que otros grupos, los menos privilegiados, avancen en sus derechos. Esto sucede con el tema racial, con el tema económico, etc.  Esto está pasando con la liberación de las mujeres, que pone en jaque al patriarcado. Y eso genera una respuesta violenta. Entonces, tiene que haber un cambio cultural, y tiene que partir de la familia, con el respeto y el buen trato a las mujeres, desde los padres y los abuelos hasta las propias madres y hermanas. Y seguir con una educación consistente en la escuela pública en los primeros años de educación y digamos hasta el final de la educación para que podamos vivir todos juntos en una sociedad mejor, donde todos tengamos acceso y derechos equiparables en términos económicos, en términos profesionales, en términos de deseo, en términos políticos. Es de esperar que la educación nos ayude, la voluntad política, la prensa, nos ayuden a igualar las situaciones y a darle los mismos derechos a todos.