Van 274 asesinatos en Lima y Callao a pesar del estado de emergencia
Expertos señalan que falta liderazgo y objetivos claros. En lo que va del año, 199 personas fueron victimadas en la capital y 75 en el Callao. Estado de excepción no es suficiente.
El incremento de asesinatos como consecuencia de venganzas, rivalidades y enfrentamientos entre bandas parece no tener fin y las medidas dispuestas por las autoridades no están funcionando. Las cifras lo indican: de enero a septiembre se reportaron 274 crímenes por armas de fuego en Lima metropolitana y el Callao.
“A pesar del aumento de homicidios no hay reacción desde el Gobierno”, asegura Rubén Vargas, exministro del Interior.
Solo en Lima metropolitana, 199 personas han sido asesinadas con armas de fuego. En el Callao fueron 75 las víctimas, pese al estado de emergencia decretado por el Gobierno para frenar la inseguridad, medida que se viene ampliando por quinta vez desde el 2 de febrero.
“La situación no da para más, no hay quien lo frene”, dice Lucio Meléndez, uno de los tantos vecinos de La Perla que ya perdió la capacidad de asombro ante la inseguridad y los asesinatos en la zona.
El último fue Jonathan Alvarado Calle (26) a quien victimaron en su camioneta, de 40 balazos. La mujer que lo acompañaba y que resultó herida, era familiar de Luis León Lecca, un policía en retiro, asesinado el año pasado en Bellavista.
Falta decisión política
El código procesal penal no ayuda a la policía a investigar. El fiscal quiere ser el protagonista, pero no tiene la capacidad para investigar, la labor de ellos es supervisar. La policía no puede actuar por su cuenta porque el proceso se cae, tiene que tener una resolución judicial, asegura Jorge Mejía Asanza, exjefe de la División Antisecuestros.
Sostiene que hay limitaciones de orden técnico, de orden legal y de procedimiento. “Los sicarios actúan y no saben porque matan, solo se conforman con cobrar”, agrega.
A su juicio, falta una decisión política del Gobierno para expulsar a todos los extranjeros que integran bandas criminales. También opina que ante el elevado índice delincuencial, las unidades especializadas como Homicidios, Robos o Secuestros no se abastecen.
Cifras preocupantes
A la cifra de fallecidos que hay en el primer puerto habría que agregar los 171 heridos de bala registrados en el mismo periodo. Son estadísticas oficiales de la Policía Nacional. El drama es hondo. Por la ferocidad, por la persistencia y porque, lejos de moderarse, parece escalar con el paso del tiempo.
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Basta apenas otro dato para comprobarlo: en 2021 se registraron en la provincia constitucional del Callao 149 asesinatos por armas de fuego y 305 heridos. En Lima metropolitana hubo 506 personas muertas, de las cuales 219 fueron por sicariato.
Según el balance de InSight Crime de los homicidios en 2021 en América Latina y el Caribe, el Perú tiene una tasa de 4,3 asesinatos por cada 100.000 habitantes.
“Todos los días pasa algo distinto, la inseguridad es preocupante. El tema no es que te roben, sino que no te maten”, dice Julio Velarde, un expolicía.
No distinguen edad
El narcotráfico, el mercado ilegal de objetos robados, las extorsiones y cobros de cupo, la trata y explotación sexual, los conflictos por obras de construcción y la ‘guerra’ de pandillas se traducen en constantes crímenes, que no distinguen la edad de sus víctimas.
Carlos Ceballos Chacaliaza (20) fue otra de las víctimas del sicariato. Once tiros le segaron la vida. Diez días antes, un grupo de desconocidos llevó atado de pies y manos al mototaxista Jimy Huertas Rengifo (36) hasta un callejón en La Perla, y lo asesinaron de varios tiros.
Pese al esfuerzo de la Policía, en algunos distritos comparten el mismo territorio hombres con negocios delictivos por la venta de droga, cobro de cupos y la explotación sexual; bandas consolidadas o disgregadas con eslabones de la Policía corrompidos; y una estructura de justicia obsoleta y debilitada.
El exministro y experto criminólogo José Pérez Guadalupe, señala que, en su gestión, cuando se declaró el estado de emergencia en el Callao “teníamos objetivos claros, planificamos los operativos con investigación criminal y golpeamos”.
Y agrega: “Nosotros sabíamos que iba a ver el efecto globo, pero estuvimos seguros de dónde se escondían (los delincuentes), no podíamos intervenir Lima porque la medida solo era en el Callao. Bajaron las muertes por sicariato y con números vimos que el estado de emergencia fue efectivo”.
Un gobierno con la mano muy blanda
Enfoque por Rubén Vargas, exministro del Interior
El estado de emergencia en Lima y Callao es una posición demagógica, absolutamente irresponsable del Gobierno, sin ningún objetivo definido. Esta medida es sinónimo de absoluto desconocimiento de la criminalidad.
Aquí hay una falta de respuesta técnica y profesional contra el crimen organizado. No hay liderazgo ni del presidente Pedro Castillo, ni del ministro del Interior.
El Gobierno se ha convertido en el principal factor que alimenta la inseguridad porque tiene un claro propósito de favorecimiento a la economía ilegal como la minería y el cultivo de coca. En ese aspecto tiene mano blanda.
El dato
Callao. Para la policía, el estado de emergencia viene dando resultados, La cifra de asesinatos ha descendido un 50 por ciento en comparación al año pasado, mientras que el número de heridos bajó un 44 por ciento.
Infografía / La República
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