Sociedad

“La carne huele a podrido”: parosmia, la secuela de la COVID-19 que altera olores y sabores de alimentos

Esta secuela de la COVID-19 ha causado graves problemas en el estilo de vida de pacientes. En este artículo conocerás en qué consiste este trastorno, su posible tratamiento y la alimentación más recomendable.

La parosmia es un trastorno del olfato que ha sido detectado como secuela en pacientes con COVID-19. Foto: Enfemería Buenos Aires
La parosmia es un trastorno del olfato que ha sido detectado como secuela en pacientes con COVID-19. Foto: Enfemería Buenos Aires

Más de dos años después de que se anunciaran las primeras restricciones a nivel internacional por la pandemia de la COVID-19, todavía se investiga sobre las consecuencias en la salud de los pacientes que han padecido esta enfermedad. Existen casos de personas con fatiga crónica, insomnio constante, episodios de taquicardia que antes no existían, pero una de las secuelas poco mencionadas es la parosmia, el trastorno del olfato que puede convertir tu aroma favorito, como el café o un perfume, en una experiencia totalmente desagradable.

La parosmia, según la Dra. Marisol Díaz, quien es otorrinolaringóloga, no está relacionada solo con la COVID-19,ya que otras afecciones también pueden causar este problema, como algunos traumatismos craneales o cerebrales y las infecciones bacterianas o virales.

“Generalmente, estos casos son de recuperación rápida, en promedio de uno a tres meses, puesto que el olfato vuelve a la normalidad al culminar el proceso infeccioso, pero se han visto casos en los que esto ha perdurado”, explicó.

¿Qué puedo comer si tengo parosmia?

Roger Huerta, nutricionista del área COVID-19, del Hospital Guillermo Almenara, comentó que algunos alimentos permitidos para pacientes con parosmia son el arroz, los fideos y la quinua. Asimismo, recomendó evitar los condimentos artificiales o industrializados que realzan el sabor, y usar más bien los naturales como el ajo y la cebolla.

“Las frituras y las preparaciones con condimentos son fuertes en estimulación al gusto, por lo que es mejor consumir platos como pavita o pollo a la plancha con arroz y ensalada fresca”, afirmó el especialista.

Los batidos de proteína, como sustituto de las carnes, puede ser una alternativa en un paciente con deficiencia de consumo de este elemento, pero solo por un lapso de uno o dos meses para evitar la dependencia. El objetivo, según Huerta, es que a la dieta se le vaya agregando progresivamente fuentes de proteína animal, de acuerdo a lo que comienza a tolerar, como lácteos y huevo (sancochado de preferencia).

Una dieta desbalanceda por evitar ciertos alimentos puede ocasionar desnutrición o, en el sentido opuesto, obesidad.

Una dieta desbalanceda por evitar ciertos alimentos puede ocasionar desnutrición o, en el sentido opuesto, obesidad. Foto: Shutterstock.com

“El uso de picantes para mejorar el sabor de las comidas hay que tomarlo con pinzas, porque si al paciente se le ha recetado una gran cantidad de farmacología, va a tener el estómago irritado por el tratamiento, y los ajíes puede agravar esto. Es válido siempre y cuando el paciente lo tolere”, agregó el licenciado del Hospital Almenara.

Asimismo, Roger Huerta recordó que todas las recomendaciones se basan en la individualidad de cada caso, por lo que la mejor opción es que la persona con este trastorno acuda al nutricionista. El paciente puede estar cometiendo errores en la suplementación de proteínas, que puede estar llevándolo a una desnutrición severa, o también puede estar consumiendo muchas calorías y subir de peso en consecuencia.

¿Existe algún tratamiento?

Según Marisol Díaz, algunos estudios recomiendan hacer un entrenamiento olfativo diario, el mismo que ayudará a que el paciente vuelva a recordar diferentes tipos de olores. Además, sugiere evitar aquellos aromas que no se pueden tolerar debido a la parosmia. “Por ejemplo, si lo que rechazas es el café, no debes olerlo por un tiempo”, precisó.

Por otro lado, el licenciado Huerta añadió que antes se recetaba zinc para mejorar los síntomas de la parosmia o de la anosmia, sin embargo, con el tiempo se descubrió que las secuelas persistían, por lo que se descartó este mineral como una alternativa de tratamiento.

El entrenamiento olfativo es uno de las alternativas de tratamiento para la parosmia.

El entrenamiento olfativo es uno de las alternativas de tratamiento para la parosmia. Foto: Design_Cells/Shutterstock

Una comunidad olvidada

Las personas que sufren de parosmia a largo plazo, en su desesperación por encontrar voces amigas que entiendan su situación, han creado comunidades online donde puedan compartir sus experiencias, logros y también derrotas.

Dos de los grupos de Facebook más grandes sobre este tema cuentan con alrededor de 50.000 miembros cada uno, y los pedidos de ayuda se escriben en varios idiomas. En los comentarios y publicaciones se pueden leer historias de vidas severamente afectadas por algo tan simple como poder oler. Ya que el número de alimentos que pueden tolerar ha disminuido, algunos cuentan que han bajado considerablemente de peso y otros se sienten cansados por la falta de alimentos que brinden energía.

Samantha Watson, de Estados Unidos, comentó que después de tener la COVID-19, perdió la capacidad de comer muchos alimentos. “Las cebollas, carnes, el ajo, el café y los huevos tenían un olor a rancio o podrido. Los únicos alimentos que me sabían normales eran los dulces. Sobreviví a base de eso y batidos de proteína”, narró.

Los grupos de Facebook de parosmia se han convertido en el refugio de muchas personas que sufren de este trastorno.

Los grupos de Facebook de parosmia se han convertido en el refugio de muchas personas que sufren de este trastorno. Foto: Facebook.

Ciertas experiencias son más graves que otras. Uno de los miembros, cuya identidad pidió quedar en el anonimato, comentó a este medio que, a pesar de solo haber tenido parosmia durante cuatro meses, la perspectiva de tenerla durante un año o más, como otras personas de su grupo, es aterradora.

Hay personas severamente discapacitadas por tener parosmia. Vivir así no es vivir, muchos en el grupo incluso han hablado sobre el suicidio. Los médicos no saben nada, y la mayoría no muestra ningún interés en encontrar una cura”, relató.

Una secuela en investigación

En los estudios que se realizaron a pacientes que tuvieron la COVID-19 y que presentaron trastornos del olfato, detectaron que los individuos que sufren de tabaquismo y alcoholismo son algunos de los que han presentado con más frecuencia afecciones como la parosmia.

“También está la predisposición a enfermedades neurodegenerativas, que es una de las teorías que manejan algunos grupos de estudio. Es probable el hecho de que algunos pacientes que tengan una perdida olfativa crónica esté relacionado con sufrir en el futuro de alguna enfermedad neurodegenerativa, pero todas son hipótesis. Es muy pronto para dar una conclusión definitiva, esta es una historia que se sigue escribiendo”, explicó la otorrinolaringóloga.