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Sociedad

En Halloween no hay disfraz que pueda ocultar la pandemia

Las fiestas sociales en medio de una crisis sanitaria tienen poco de festejo y casi nada de comunitario.

Halloween es una de las fechas más esperadas, pero ¿qué tan conveniente es celebrarla? Foto: composición LR / Jazmin Ceras
Halloween es una de las fechas más esperadas, pero ¿qué tan conveniente es celebrarla? Foto: composición LR / Jazmin Ceras

¡Toc, toc! Es Halloween y el miedo llama a la puerta. No se trata de unos ojos de sapo ni de unas patas de rana, es el bicho que se disfraza de hombre invisible: la COVID-19. En este tiempo pandémico, después de contar más meses que dulces, el debate ya no está en celebrar la Noche de Brujas o el Día de la Canción Criolla, sino en asistir o no a eventos sociales. Hay una prohibición por parte del Ministerio del Interior, pero también hay un albedrío, un toque de queda reducido —de 2.00 a. m. a 4.00 a. m— y unas excusas más agudas que el grito de “¿Truco o trato?”.

El viceministro de Salud Pública, Gustavo Rosell, ha informado que el aumento del número de hospitalizados por coronavirus se debe a que la ciudadanía aún no se vacuna o no completa su dosis, es decir, existe una insuficiencia que está sujeta a fechas, edad o caprichos. Las medidas sanitarias se convierten, entonces, en los únicos artificios que sí están al alcance de todos: mascarillas, alcohol farmacéutico y distanciamiento social.

Es cierto que la palabra distanciamiento ya está desgastada como el término contagio, pero ninguno de los dos ha dejado de espantar a grandes y chicos, porque en Halloween cualquiera puede sorprenderse hasta la muerte y no precisamente por los disfraces, sino por un positivo que poco tiene que ver con el humor. Ese miedo, tan aplaudido cada 31 de octubre, presume de una nueva máscara —mascarilla, en verdad—desde que se propagó el virus: ya no es una angustia imaginaria, es un riesgo real que se traduce en cifras y a veces en pésames.

A nivel mundial, esta fecha se presta para que los fantasmas hambrientos y las calaveras casi cinematográficas encuentren entre las ofrendas y las velas encendidas un escenario digno de una foto instagrameable, pero así como hay brujas que usan escoba, también hay algunas que vuelan sin ayuda: las gotículas cargadas de coronavirus. Y sí que el vuelo ha sido alto: globalmente ya son más de 243 millones los contagiados y cerca de 5 millones los fallecidos.

Este año, la víspera de todos los santos, una locución menos usada en Perú, es una fecha que coincide con el fin de semana y también con una lista de disfraces que la permanencia en casa se encargó de nutrir, cuando los personajes ficticios animaban el confinamiento y disfrutaban más de lo que cualquiera podía. Está configurado así un escenario bastante llamativo para que las veladas al fin sean propias y ya no prestadas de series y películas, pero vale la pena preguntarse, cual Sombrerero en Alicia a través del espejo: “¿Qué tan pronto es pronto?”. Porque, al final, de la suerte y de la muerte no hay quien escape.

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