Sociedad

Cusco: El descanso forzado de Machupicchu

PUEBLO ZEN. 247 hoteles y hospedajes, 237 restaurantes, tiendas y proveedores de productos, y 250 artesanos han dejado de trabajar. Ese pueblo, centro del turismo peruano, se ha paralizado por la cuarentena que busca frenar el coronavirus.

MACHUPICCHU PUEBLO. Así lucen hoy, vacías y silenciosas, las pequeñas calles del distrito más turístico del Perú.
MACHUPICCHU PUEBLO. Así lucen hoy, vacías y silenciosas, las pequeñas calles del distrito más turístico del Perú.

José Víctor Salcedo

Cusco

El domingo pasado Machupicchu Pueblo se levantó con un bullicio inusual. Más de dos mil turistas de todas partes del mundo subieron a los buses de Consettur para recorrer la ciudad inca de Machupicchu. Aunque la cantidad de visitantes con destino a ese atractivo había empezado a descender con el coronavirus, nada hacía pensar que faltaban pocas horas para que el Estado declare emergencia nacional y la suspensión del transporte de trenes y buses hasta este pueblo, portaestandarte del turismo nacional.

Machupicchu Pueblo se levanta ahora, una semana después, en silencio todas las mañanas. Solo el rumor del río de los incas, el Vilcanota, perturba la pasmosa quietud. Arriba, en la ciudad inca, los pequeños caminos incásicos descansan de la presión diaria.

Los lugareños, acostumbrados al bullicio y la agitación diaria, han entrado en un forzado período zen. De la hiperactividad obligada, han caído sin quejarse en la cuarentena forzada. Las calles vacías, los negocios cerrados con cero turistas y la imposibilidad de subir a la ciudad de piedra traen a la mente aquellos 30 días de marzo de 2010. Aquel año, las lluvias diluviales dejaron varios muertos y miles de damnificados en todo Cusco, así como la destrucción de parte de los rieles del tren. El Gobierno nacional decidió entonces cerrar el acceso a Machupicchu para cuidar la vida de los turistas. Esta vez el cierre apunta a cuidar la vida de todos los ciudadanos del coronavirus.

El cierre intempestivo dejó aquel abril cientos de turistas varados, que fueron evacuados en helicópteros hasta el Cusco y de allí volaron a sus lugares de origen. Como ahora, la Policía y el Ejército se encargaron de cuidar a las personas.

Días lejanos

Lejos han quedado aquellos días de calles y negocios abarrotados de turistas de todo el mundo. El pueblo estaba acostumbrado a recibir cada día de 2 500 a más de 4 000 turistas. Ahora empezó a acostumbrarse a la ausencia y al silencio. La calma, no obstante, oculta una profunda preocupación. Cientos de trabajadores de los negocios que movía el turismo están desempleados. Muy pocos contaban con contratos y varios eran independientes.

A pesar de la necesidad, asumieron con responsabilidad la cuarentena. En Machupicchu Pueblo, han cerrado sus puertas 247 hoteles y hospedajes, 237 restaurantes, 200 tiendas de diferentes tipos junto a sus proveedores de productos y 250 personas dedicadas a la producción y venta de artesanía. Cada negocio empleaba en promedio a seis personas.

Según un cálculo de la Municipalidad Distrital de Machupicchu, en 2017, los variados negocios en esa pequeña localidad generaban ingresos diarios por un total de S/ 5 200 000 en promedio. La data coloca a restaurantes y hoteles con ingresos por S/ 2 593 566, transporte con S/ 1 876 489, venta de artesanías con S/ 299 656, y tiendas y otros rubros con S/ 39 898. Esta cantidad no incluye los cerca de S/ 6 millones que recauda la Dirección Desconcentrada de Cultura Cusco por el ingreso a la maravilla mundial. El sitio, como se sabe, recibe en “temporada baja” entre 2 000 y 3 000 personas, y en el periodo de mayor afluencia supera las 4 000 visitas diarias.

La gente aguarda encerrada en sus casas que la cuarentena de 15 días acabe el 30 de marzo y la bulla vuelva a gobernar el pueblo. Todo, sin embargo, depende de cuán responsables sean los peruanos al cumplir el aislamiento social para aplanar la curva de contagiados. Desafortunadamente, por irresponsabilidad de algunos, la emergencia podría prolongarse. Esperemos que no sea así.