Iván Lanegra: “Hay que tener claro que el adelanto de elecciones no puede ser una medida aislada”
Lanegra, secretario general de la Asociación Civil Transparencia comentó la situación política del país. “Se necesita plantear una mirada de mediano plazo de las cosas que necesitamos hacer”, señaló.
La crisis política continúa. El secretario general de la Asociación Civil Transparencia y profesor en la Pontificia Universidad Católica del Perú y en la Universidad del Pacífico, Iván Lanegra, ofrece sus reflexiones sobre la situación. Dice que el adelanto de elecciones, si bien es una respuesta, por sí solo no arregla nada.
— ¿Cómo ingresa el Gobierno a su segundo año?
— Con un desgaste mucho mayor del que es habitual para los gobiernos en el siglo XXI. Todos han tenido desgaste, en algunos de ellos ha sido rápido, pero este es de los mayores, y en varias dimensiones.
— ¿Cuáles?
— De aprobación y de confianza frente al futuro. Es una situación en la que se combina una distancia frente a las acciones del Gobierno, pero también desencanto de sectores que tenían cierta expectativa. Y más en una dimensión jurídica, hay muchas personas enfrentando procesos judiciales de distinta gravedad. Todo eso tiene un impacto sobre la actuación del Gobierno, en donde no se ha tomado ninguna decisión que nos dé algún indicio de que las cosas van a cambiar en el corto plazo.
— ¿Está de acuerdo con quienes señalan que el Congreso actúa en un mismo sentido?
— Lo mismo que pasa con los gobiernos ha pasado con los parlamentos en el pasado. Al año suele verse cierto desgaste, que se corregía por un tiempo breve con la designación de una nueva Mesa Directiva…
— En este caso, ese desgaste parece más pronunciado, ¿no?
— Como vemos con el caso del Gobierno actual, el Congreso enfrenta un desgaste mayor que ha ido acumulando problemas vistos en el pasado: la fragmentación política, las bancadas que se dividen, las personas que pasan de grupo en grupo…
— Están los que se van y vuelven, como Wong.
— Todo este proceso de fragmentación y división ya lo hemos visto, aunque ahora es a mayor velocidad. Es una profundización de este problema, de estos comportamientos que se sustentan en intereses particulares de los congresistas o de actores a los que ellos están ligados.
Esa forma de actuar no tiene que ver con ideologías, con programas o acciones a alguna propuesta programática de fondo, sino con intereses que dependen de acuerdos efímeros, que son de corto plazo. Eso se ha expresado en las fórmulas para la Mesa Directiva, donde no hay una configuración ideológica y solo se ve una búsqueda para sumar votos.
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— ¿Este es más un problema de sistema que de actores?
— De ambos. Desde luego, hay un problema estructural de la política peruana que, por diversas razones, los estímulos para construir organizaciones políticas no han estado presentes y quienes han tenido la oportunidad de ir en contra de esa tendencia y aprovechar su capital político para cambiar la situación no lo han hecho. Un indicador de lo que digo: todos los presidentes electos en el siglo XXI no pudieron tener a un candidato de su propio partido presentándose en la siguiente elección. Es decir, el capital de cada uno de ellos…
— Se acabó.
— Se extinguió en su propia gestión, en preocupaciones personales, pero sin pensar en cómo ofrecerle al país una organización política. Y acabamos estas primeras dos décadas del siglo XXI con partidos extremadamente débiles o aparatos electorales que se forman para permitir que personas concretas puedan participar en elecciones. Eso difícilmente va a cambiar en el corto plazo. Es un esfuerzo que requerirá muchos años.
Pedro Castillo. Foto: Presidencia
El problema es que nadie imagina ese futuro que necesitamos y nadie tiene una propuesta clara sobre cómo ir avanzando. No hay fórmulas mágicas que de pronto cambien todo, pero sí debería haber un plan realista para transformar en un mediano y largo plazo lo que hoy tenemos. No hay que subestimar las acciones perversas de algunos actores políticos en todo este periodo. El manejo de los conflictos sociales, en muchos casos, ha sido tremendo. Hay responsabilidades personales.
— Me dice que no hay salidas mágicas, pero las elecciones generales casi se ofrecen como la única opción. ¿Qué piensa?
— Todas las elecciones en sí mismas expresan posibilidades de renovación. Una elección es atractiva por eso…
— Claro, pero el menú que tenemos…
— Desde luego. Lo que ocurre es que las personas pueden acostumbrarse a los menús malos y finalmente, dentro de esas limitaciones, se terminan creando expectativas más allá de lo real sobre esas ofertas. Es humano. Con ofertas políticas muy pobres, a veces, nos inventamos candidatos y eso ocurre de manera continua. De eso suelen aprovecharse muchos, porque cierta novedad o distancia de la política tradicional tiene réditos. El hecho de que alguien sea nuevo te da cierta esperanza de que las cosas puedan cambiar.
— ¿Son las nuevas elecciones una salida?
— El adelanto de elecciones, como medida aislada, no es una respuesta a nada. El solo adelanto de elecciones no es una respuesta. Se necesita plantear una mirada de mediano plazo de las cosas que necesitamos hacer. Quizás identificar las urgencias, las prioridades, construir consensos sociales y ciudadanos. Y en ese contexto, iniciado un camino en donde vas haciendo esos cambios, hay que responder también a la coyuntura. Puede ser que, ante el descrédito tremendo y la pérdida de legitimidad de los poderes públicos, tengas que ir casi por necesidad a un adelanto de elecciones generales. Pero necesitas condiciones mínimas para una transformación. ¿Las cosas cambiarán por el adelanto de elecciones? No. Sin embargo, al menos la agenda de largo plazo estará sobre la mesa.
— ¿Está de acuerdo con las nuevas elecciones?
— Sí, son una reacción a esta situación que vivimos, pero hay que tener claro que el adelanto de elecciones no puede ser una medida aislada. Se necesita una mirada hacia una reforma de mediano y largo plazo.