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Política

Kuczynski sobre su Gobierno: “Si no me hubiera metido a ser presidente, nada de esto hubiera pasado”

El expresidente responde en entrevista con La República sobre el fujimorismo, Martín Vizcarra y Odebrecht, la tríada a la que el exmandatario considera como los principales responsables de su caída política. 

En entrevista con La República, PPK aseguró que no se arrepiente de haber sido presidente del Perú. Foto:  Antonio Melgarejo
En entrevista con La República, PPK aseguró que no se arrepiente de haber sido presidente del Perú. Foto: Antonio Melgarejo

'Tarea incompleta: una memoria 1938-2023' se titula el libro de Pedro Pablo Kuczynski, en donde hace un repaso de su vida, lo que incluye a su accidentado periodo presidencial, marcado por un feroz conflicto de poderes que terminó en su renuncia frente a la inminencia de la vacancia. En esta entrevista, responde sobre el fujimorismo, Martín Vizcarra y Odebrecht, la tríada a la que el exmandatario considera como los principales responsables de su caída política.

Varias personas atentas a lo que ocurre en el Perú suelen decir que la profunda crisis actual, de la que no salimos, empezó a gestarse en el 2016, con su presidencia marcada por un enfrentamiento feroz con un Congreso dominado por el fujimorismo. ¿Está de acuerdo con esta idea?

Nosotros no tuvimos enfrentamiento con el Congreso que, desde el primer día, dio señales de que no nos quería. La actitud fue negativa. Solo al entrar al hemiciclo con el gabinete (el 28 de julio de 2016), los 73 miembros de la bancada de la señora Keiko se quedaron sentados y mostraron muecas en sus caras…

Yo estuve ahí, es cierto. Pero la pregunta se mantiene, ¿es el 2016 el punto de partida de la crisis?

Es un hito en la crisis, pero es una crisis más profunda que eso. Viene de la falta de institucionalidad que tenemos en el Perú, que se la remarqué al entonces presidente, Alberto Fujimori, en la CADE, en 1998. Yo le dije que estaba destruyendo la institucionalidad y que eso iba a tener un costo.

Su libro es un alegato a favor de su defensa y también una especie de saldo de cuentas con quienes considera son los principales impulsores de su caída política: Keiko Fujimori, Martín Vizcarra y Odebrecht. Quiero ir primero con la lectura que hace usted de su propia gestión. Sobre la censura al exministro Jaime Saavedra, escribe: “Lo reconozco, nosotros también debimos afilar los dientes”; sobre el caso Westfield, pone: “¿Fui confiado, tal vez descuidado? Sin duda, lo reconozco”; respecto del indulto navideño a Alberto Fujimori, dice: “¿Fue un error programar el indulto en esa fecha? Vistos los hechos, lo fue (…) quedó distorsionado por el primer proceso de vacancia” y añade “subestimé el efecto de perder aliados a cambio de una causa que me parecía superior”; respecto de su renuncia a la presidencia: “Pensé que íbamos a tener una transición ordenada con Martín Vizcarra, pero fui un iluso. Hoy me arrepiento de esa decisión”. En fin. La impresión que me queda es que usted se asume como alguien de cuya buena fe se aprovecharon. ¿Es así?

No hubo buena voluntad del otro lado porque hicimos reuniones, una la promovió el cardenal Cipriani, la otra la promoví yo. Y a pesar de los acuerdos, no hubo respuesta, no me contestaron el teléfono. Era una actitud prepotente y eso ha manchado toda esa época.

¿Fue víctima de las circunstancias?

No solo de las circunstancias. Uno es víctima de lo que hace: si yo no me hubiera metido a ser presidente, nada de esto hubiera pasado.

¿Se arrepiente de ser presidente?

No me arrepiento de haber intentado hacer una buena presidencia, cosa que hicimos. Pero nunca pensé que esto iba a ser tan violento y negativo.

¿Pero se arrepiente de haber sido presidente?

No.

Me dice que la suya fue una buena presidencia. Sin embargo, a partir de los hechos que describe, la situación fue muy convulsa. ¿Estaba preparado para ser presidente, en verdad?

Estaba absolutamente preparado. Recordemos los acontecimientos que marcaron mis tiempos en la presidencia. Uno, El Niño Costero, que en ocasiones anteriores generó una caída económica brutal, pero nosotros logramos evitar los peores efectos. La economía siguió creciendo. Dos, tuvimos la huelga magisterial después de que anunciamos un aumento del sueldo mínimo de los maestros. Fue impulsada por el Fenate, el sindicato de Pedro Castillo. ¿Quién le dio un apoyo entusiasta? El fujimorismo, que recibió a Castillo y promovieron la prolongación de la huelga. Ahora, reconozco errores. Por ejemplo, debí hacer una cuestión de confianza por el tema de (Jaime) Saavedra.

¿Su paso por el Ejecutivo no representa el fracaso de la tecnocracia? Es decir, ¿no hubo mucho especialista y muy poca política para enfrentar estos desafíos?

Si miramos la historia del Perú en los últimos 25 años, vemos los aportes de los técnicos. Con Fujimori fue la reforma económica que hicieron Carlos Boloña con Jorge Camet. Vino Toledo, en el que yo mismo tuve un papel económico importante y se promovieron los tratados de libre comercio…

No digo que los tecnócratas no sean necesarios.

Los tecnócratas han hecho grandes cosas para el Perú.

Por eso. Mi argumento es que, acaso, usted se llenó de especialistas y no se rodeó de políticos. 

Le haría una pregunta, ¿qué se entiende por política? Política es hacer cosas que le den un rendimiento a la gente en la calle, para que se sienta bien, tenga trabajo…

Reconoce que cometió errores. Quizás una mirada más política le hubiera permitido evitarlos. Por ejemplo, admite que se debió ir por la confianza en el caso del exministro de Educación, Jaime Saavedra.

Ese es un error político. De acuerdo.

Y hubo otros momentos en esta relación conflictiva en donde usted y su gobierno pudieron ponerse más firmes. A eso me refiero cuando sugiero que quizás faltó una lectura política.

Vayamos más atrás. Ese Congreso fue elegido el 2016 en base a la cifra repartidora. Fuerza Popular ganó el 29% del voto y recibieron el 65% de los escaños. Mi partido ganó el 23% y recibió una fracción chiquita. Ahí hablemos de política. Esas disposiciones que le dan una ventaja al que gana más en la primera vuelta han sido un desastre. Cuando (el 28 de julio de 2016) caminamos de vuelta del Congreso a Palacio, nos paramos delante del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) yo, Fernando Zavala, Alfredo Thorne y Mercedes Aráoz y nos pusimos a pensar que mejor dejamos esto porque con ese tipo de hostilidad delante de invitados del extranjero la cosa iba a ser imposible.

¿Por qué no se planteó una posición más fuerte frente al fujimorismo cuando se pudo?

Lo que pasó es que gané por un margen chiquito y eso hacía que yo fuera lo que los americanos llaman un lame duck (pato cojo), porque no tenía suficiente apoyo popular. Además, FP se dedicó a mentir y es muy difícil luchar contra gente que miente.

¿Está completamente seguro de que Vizcarra lo traicionó o es más una presunción?

No. Tenemos toda la evidencia del servicio de inteligencia. Sabíamos perfectamente que él usó el hecho de estar supuestamente distante en Canadá (como embajador) para venir aquí a intrigar, a reunirse con la señora Fujimori, entre otros. Sabíamos a dónde se había ido.

¿Esa información se la dio a usted el servicio de inteligencia, la DINI?

Sí, claro. Y yo le dije (a Vizcarra) “¿tú te has reunido anoche a las 10 p. m. con la señora Keiko?”. Me dijo: “No”. Y yo le dije: “¿Y esto qué es?” (el entrevistado levanta la palma de la mano).

¿Qué le enseñó? ¿Una foto? 

Sí.

¿Y él qué le dijo?

Él miente, pues.

¿Negó la foto?

Negó la foto, que él no estaba ahí. Él se ha pasado la vida mintiendo.

¿Conserva la foto de Vizcarra con Fujimori?

Está en una caja, por ahí. Él ha mentido constantemente. Mintió sobre las vacunas de la COVID y por eso está en tantos problemas.

¿Cuándo empieza a cambiar su opinión sobre Vizcarra?

Me di cuenta de que no quería asumir cosas difíciles. Por ejemplo, nosotros heredamos el proyecto del aeropuerto en Chinchero, Cusco, y nunca quiso enfrentar el asunto. El problema eran las bases que aumentaban mucho el costo de los intereses, pero era algo fácil de arreglar. Había que cambiar el documento mediante una adenda que reducía el costo del aeropuerto sustancialmente. Martín no quiso acompañarme y renunció. Luego él ha dicho que lo mandaron a Canadá. Él pidió específicamente ir a Canadá. Martín es una persona que presenta bien, tiene una buena voz, es alto, pintón, pero si hubiera hablado con Alan García -que lo conocía mucho mejor que yo- nunca hubiera estado en mi plancha.

Sobre Odebrecht, Barata volvió a mencionarlo hace poco como receptor de dinero para su campaña. ¿Qué tiene que decir al respecto?

Yo nunca firmé nada con Odebrecht. Eso fue el trabajo del Banco de Crédito y mi exsocio (Gerardo Sepúlveda) que tenían perfecto derecho de hacer eso. Fue muy desafortunado que se usara el nombre de Westfield. Si el banco me lo hubiera advertido, le hubiera dicho que ni se le ocurra. Nadie me dijo nada. Odebrecht estaba frustrado conmigo por el proyecto del Gasoducto del Sur, porque querían salirse y venderlo y necesitaban una prolongación del tiempo estipulado el contrato para conseguir una financiación. No podían conseguirla por su mala reputación. Me pidieron una prolongación más, pero ya se les había dado.

Le consulté por lo declarado por Barata.

¿Ha dicho cuánto dio, a quién le dio? Eso es muy fácil. Podría decirlo. Si él no miente, yo nací en Estambul. Se ha pasado la vida mintiendo.

¿Da su palabra de que nunca recibió dinero de Odebrecht para sus campañas políticas?

Eso no lo puedo afirmar, pero yo nunca he visto una donación de Odebrecht. El 2011 yo vendí mi casa en Bujama para financiar el grueso de la campaña. Odebrecht nunca vino a decirme “aquí está” (el entrevistado le da un ligero golpe a la mesa).

Yo le he preguntado si usted da su palabra de que nunca recibió nada de Odebrecht y me responde que no puede afirmarlo.

Eso no lo puedo afirmar, yo no miento. Pero de que me dieran a mí directamente…

Por eso, cabe la posibilidad de que Odebrecht hubiese financiado su campaña sin que usted lo supiera, ¿eso es lo que me está diciendo?

Es absolutamente posible, sí. Pero quiero terminar con Odebrecht. Ellos firmaron un acuerdo de colaboración eficaz a cambio de dar información y en base a él las autoridades peruanas les dejaron sacar su plata de aquí y que mi Gobierno había congelado. Sacaron 1.000 millones de dólares. Mientras tanto, los fiscales no han recibido un “codinome” sobre mí, no hay, no existe. 

El repaso de su vida también arroja escenas interesantes, como esa huida a Estados Unidos durante el gobierno de Velasco, con tintes cinematográficos. Admite que el Perú era un país con estructuras feudales, pero añade que con Velasco se “destaparon fuerzas de resentimiento” que hicieron que Sendero tuviera la virulencia que alcanzó. ¿A qué se refiere exactamente?

Basta con revisar los discursos del Gobierno revolucionario de las Fuerzas Armadas para ver, en cada línea, algo que promueve el resentimiento, en vez de promover la inclusión, el trabajar juntos. Aquí lo que se hizo, quizás con buenas intenciones, fue expropiar todos los fundos agrícolas…

Sí reconoce que había un régimen semi feudal, ¿no?

Pero la forma de corregirlo, como digo en el libro, era mediante una política tributaria. Hubo una expropiación pura y dura, de los periódicos, se llevaron los bancos, se llevaron los fundos, se llevaron las minas. Cuando nosotros llegamos de vuelta al Gobierno en 1980, hubo que ver cómo se trabajaba en medio de eso. La economía estaba muerta. Hubo una destrucción, quizás no intencionada, y le tomó al Perú 20 años más para empezar a recuperarse. En el 2000, alcanzamos el ingreso que tuvimos en 1967.

¿Cómo ve al actual Gobierno?

Estoy preocupado. El Perú es un país con un potencial inmenso, pero hoy tenemos un montón de gente desempleada. La calle está dura, la gente sabe que conseguir un trabajo es dificilísimo, el índice de informalidad está por el 80%. Entonces, es una economía muy frenada.

¿El Perú es una democracia o ha derivado hacia un autoritarismo?

El Perú es una democracia que no funciona muy bien. Pero hay un Congreso, hay prensa…

Como alguien que ha pasado por momentos muy complicados con el Congreso, ¿cómo ve al Congreso actual?

Lamentablemente, debido al referéndum que promovió Vizcarra y que impide la reelección, no hay ningún incentivo para que los congresistas actúen bien. Entran a hacer su fiesta. Y a raíz de eso es que salen los mocha sueldos y cosas terribles que parece que estuviéramos en un país de otro planeta.

¿Qué fue lo más difícil de su detención?

Estuve encerrado en mi casa 3 años, que coincidió en gran parte con la pandemia de la COVID, lamentablemente. Aunque eso me ayudó a pasarla más tranquilo, ¿no? Mi padre estuvo en la cárcel un año, en 1948, puesto por Odría, junto con todos los médicos que lo acompañaban en el servicio de salud pública. O sea, en mi familia tenemos experiencia. El encierro deterioró mi salud, obviamente, porque no podía caminar mucho. Pero yo no me quejo. Le agradezco al Perú las oportunidades que me ha dado, la vida que me ha dado. Yo he aportado también y me voy tranquilo.

Profesión; periodista. Doctor por la Universidad de Salamanca (Instituto de Iberoamérica).