Niños de Condorcanqui, Amazonas estudian en colegios que se caen a pedazos y no hay respuesta para 2026
Las aulas del colegio Héctor Peas Tsegkuan y de la institución educativa N.° 17092, ambos ubicados en la comunidad nativa de Kayakusha, carecen de servicios básicos y presentan paredes con enormes grietas a punto de colapsar, además de pizarras rotas. Muchos niños deben estudiar sentados sobre troncos debido a la falta de sillas y carpetas. Los docentes solicitan apoyo urgente del Ministerio de Educación ante estas condiciones.
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Con carpetas deterioradas, paredes con grandes grietas y techos a punto de colapsar, así estudian los niños en el colegio Héctor Peas Tsegkuan y en la institución educativa N.° 17092, ambos ubicados en la comunidad nativa de Kayakusha, en la provincia de Condorcanqui. Ante esta alarmante situación, los docentes denuncian el abandono del Ministerio de Educación y exigen atención urgente para garantizar una educación digna y de calidad.
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“Algunos niños usan troncos como asiento y, ante la falta de carpetas, en una sola se sientan entre tres o cinco alumnos”, denuncia Rosemary Pioc, presidenta del Consejo de Mujeres Awajún.
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En esta comunidad, ubicada a más de tres horas de la ciudad, las escuelas se encuentran en pésimas condiciones. Por ejemplo, el colegio Héctor Peas Tsegkuan cuenta con algunas aulas de madera precaria y techos de calamina; mientras que los salones de cemento presentan enormes grietas, al igual que los techos, lo que representa un grave peligro para los niños.
Además de estudiar en ambientes deteriorados, los alumnos no cuentan con los implementos básicos de estudio. No hay suficientes sillas y las pocas carpetas disponibles están rotas, al igual que las pizarras. Ante este panorama, los padres de familia han construido algunas carpetas de manera artesanal; sin embargo, estas siguen siendo insuficientes.
“Esta es la cruda realidad, los salones son muy pequeños y los alumnos estudian apretados. El Ministerio de Educación asegura haber implementado todo, pero la realidad es otra. Se necesita apoyo urgente, porque los niños deben tener una educación de calidad y todos los recursos necesarios para estudiar; sin embargo, el gobierno los tiene abandonados”, señala.
La misma situación viven los escolares de la institución educativa N.° 17092, debido a que sus aulas están construidas con tablas deterioradas y techos oxidados. No cuentan con el mobiliario básico para que los niños puedan estudiar, ni con baños adecuados, ya que solo disponen de un silo para sus necesidades.
“A las once de la mañana el calor se vuelve insoportable. Las calaminas se calientan y no se puede dictar clase. Necesitamos apoyo urgente”, señaló Reineiro, uno de los docentes afectados. Asimismo, sostuvo que hasta el momento no han recibido apoyo de las autoridades locales ni centrales.

Sin servicios básicos
La situación sanitaria es igual de precaria. La docente Daniela Huajay Pérez explicó que el colegio solo tiene un tubo de agua en el piso, sin lavaderos ni instalaciones adecuadas para los niños y niñas.
“El baño es un silo sin inodoro. Por el calor, los olores son insoportables y pueden causar enfermedades”, denunció.
No es todo, las madres de familia cocinan en el piso y con algunas ollas viejas para alimentar a sus hijos. Estas condiciones reflejan el abandono y la falta de apoyo que enfrentan tanto estudiantes como sus familias en la comunidad nativa de Kayakusha.
“Ustedes, señores ministros, no permitirían que sus hijos estudien así. Nosotros sentimos que estamos olvidados por vivir en un lugar lejano”, indica Huayjay.
Por ese motivo, los docentes solicitan ayuda inmediata del Ministerio de Educación y del Gobierno Regional de Amazonas, para que se construyan nuevas aulas, se implemente mobiliario y se mejoren los servicios básicos.
“Pedimos que vengan y vean cómo estudian nuestros niños. No tenemos aulas dignas, ni espacios recreativos. Solo queremos una escuela segura para ellos”.
En medio del calor, la tierra y la indiferencia, los alumnos de la comunidad nativa de Kayakusha siguen asistiendo a clases. Lo hacen a pesar del abandono del Estado, con el deseo de aprender incluso en medio de la precariedad.






















