Hernán Chaparro: “Es un Ejecutivo débil, confrontativo, pero con los votos para mantenerse parapetado”
Entrevista al investigador, quien resalta que con Pedro Castillo, hay una diferencia a los casos previos de vacancia. “Ni Kuczynski ni Vizcarra tenían los votos que tiene Castillo”, apunta.
Pedro Castillo volvió a esquivar —por segunda vez en ocho meses— una moción de vacancia. Los resultados dejaron en evidencia que el sector que impulsa con denuedo la destitución del jefe del Estado está muy lejos de contar con el respaldo legislativo que necesita. El investigador Hernán Chaparro comenta lo ocurrido el lunes.
¿Diría que, con la vacancia rechazada en el debate del lunes, quien ganó fue el presidente Pedro Castillo?
Ganar, ninguno. Diría que se ha fortalecido la posición de Vladimir Cerrón.
¿Por qué?
Porque esta estrategia de blindarlo a Castillo en el Congreso ha mostrado su efectividad. Es Cerrón quien parece estar detrás de acuerdos con algunos congresistas y de las recientes movilizaciones en las calles de la portátil vinculada al Gobierno. Todo eso se ha ido consolidando como la defensa de un presidente que parecía que se caía.
¿Y ya no cree que caiga por el momento?
Yo creía que de todas maneras las elecciones regionales de octubre lo podrían proteger a Castillo, porque hay varios congresistas que podrían estar pensando que les conviene llevarse bien con el Gobierno. Con la votación del lunes, parece que al menos Castillo va a durar más allá de esas elecciones regionales.
¿Salvo que la crisis se profundice?
Las investigaciones podrían disparar un nuevo pedido de vacancia, por cierto. En su discurso, Castillo ha identificado a la Fiscalía como un nuevo enemigo. Al mismo tiempo, aunque puede ser algo más manejable, hay asuntos que tocan el bolsillo de la gente, como lo de los camioneros. Dado que los ministros no están tanto para gestionar sino para jugar políticamente, y puede ser que se abran nuevos flancos. Es decir, si las iniciativas que tienen que ver con la economía o la salud son deficientes, eso puede empeorar la predisposición hacia el Gobierno, por las demandas insatisfechas. De hecho, algunos colegas investigadores han identificado en el interior del país que buena parte del descenso de Castillo (en las encuestas de aprobación de gestión) no es porque se trate de un comunista, sino porque no hace lo que promete.
¿No cree que se ha terminado por trivializar lo de la vacancia?
Como sabemos, hay un grupo conformado por Fuerza Popular, Renovación Popular y Avanza País cuyos pedidos de vacancia son, básicamente, la continuidad del desconocimiento de los resultados electorales. Esa forma de plantear las cosas se ha venido desgastando porque, además, ni siquiera tienen los votos suficientes y sus argumentos son débiles. Pese a ello, igual presentan las mociones. Si sabes que vas a perder y que no tienes todo documentado, ¿por qué lo haces? Se presentan vacancias y el Congreso cae en su nivel de aprobación porque los argumentos son débiles y porque la performance de los legisladores que llevan adelante el proceso es incoherente. Mira a Jorge Montoya con su posición frente al ministro de Salud. Primero le extendió el plazo de vida, luego retrocedió. Incluida María del Carmen Alva, todos decepcionan, por eso se pierde legitimidad.
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¿Hay alguna racionalidad detrás de estos pedidos de vacancia sin tener los votos? Van dos en ocho meses, ambos rechazados. El primero ni siquiera se aceptó para debate.
No, no encuentro lógica. Me imagino que viven en su propia cámara de eco. RN y AP son bancadas muy limeñas. El propio FP es más limeño que antes. Esta burbuja los ciega.
Me dice que nadie puede decir que ganó el lunes. ¿Pero cuál puede ser el efecto sobre Castillo?
Castillo fue al Congreso, habló y se defendió. Es ahora el presidente quien responde, sale y dice las cosas. Ese, creo, es el efecto del apoyo de Cerrón. Es un presidente más confrontativo. Por ejemplo, el lunes fue muy prolífico en sus ataques a la prensa. Diría que ha encontrado un discurso, una forma de ubicarse en esta coyuntura. Su argumento es que tiene cosas que hacer y que lo dejen gobernar. Se le ve más asertivo en ese rol. Eso sí, si el único cambio se reduce a eso, le va a quedar corto. La incoherencia se sigue reflejando en el gabinete.
¿Por qué cree que la gente no sale a protestar masivamente contra el Gobierno?
Porque la alternativa de reemplazo es peor. Mire la encuesta de Ipsos, en la que se pregunta por quién votaría la gente en elecciones adelantadas. Resulta que las opciones son terribles. El nivel de fragmentación es similar a del 2021. Lo que hace que la gente no se anime a marchar es que se preguntan: ¿para qué? ¡Si todos son iguales! La gran diferencia respecto a Manuel Merino es que de algún modo sentías que había una alternativa. El “no” a Merino traía una esperanza de algo alternativo. Acá no hay eso. Quiero que vayan todos, de acuerdo, pero ¿quién entra? Por eso, a mi entender, la propuesta de Francisco Sagasti es interesante a pesar de que tiene un plazo de ejecución en el tiempo.
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¿Por qué interesante?
Porque es un camino democrático, constitucional, pero además buscar poner el foco en reformas políticas para que si se volviera a votar, en la medida de lo posible, no aparezcan los mismos resultados. La gente no sale a marchar porque puede haber perdido la esperanza de que una nueva elección cambie algo las cosas. Eso genera un ambiente más anómico y pasible de que aparezca un liderazgo autoritario o populista. El mismo populismo de Castillo es producto de la desilusión y podría aparecer algún carismático que logre concitar de nuevo la atención y, lo hemos visto, eso no es solución de nada.
¿Cómo vislumbra la relación entre el Ejecutivo y el Congreso?
Va a ir por cuerdas separadas, pero cuando puedan juntarse en contrarreformas, lo harán. Esa es la apuesta del Gobierno. Y seguro que la oposición más radical seguirá a la espera de alguna investigación, lo suficientemente potente, para retomar la idea de la vacancia. Pero hay una diferencia con los casos previos: ni Kuczynski ni Vizcarra tenían los votos que tiene Castillo. Es verdad, hay una situación de inestabilidad que se genera por la relación entre los poderes y la cultura política de los actores. Pero lo que se da, por primera vez, es que quien está en el Gobierno, si bien no tiene mayoría, cuenta con el suficiente número de votos para defenderse. Es un Ejecutivo débil, confrontativo, pero con los votos para mantenerse parapetado.