Cristóbal Aljovín: “Vizcarra cuida su popularidad, a tal punto que descuida la protección a sus ministros”
Entrevista al historiador y docente universitario.
El historiador Cristóbal Aljovín de Losada ofrece en la siguiente entrevista su mirada sobre el momento político peruano. Señala cuáles deberían ser las prioridades del nuevo Congreso que asumirá funciones en los siguientes días, entre ellas avanzar en la reforma política que quedó a medio camino.
¿Tiene alguna expectativa del Congreso que asumirá funciones? ¿Cuáles deberían ser sus prioridades?
Es un tiempo bastante corto, un año y medio. Aparte, en los últimos seis tendremos elecciones y la atención estará en otro lado. Pero, en términos institucionales, hay un par de temas que me parecen importantes, como el de la reforma política…
A medio camino.
Es un tema medio complicado ¿no? A la gente le gusta crear partidos políticos, pero no basta crearlos, sino que deben existir en el tiempo. Acá son de corta duración.
¿Qué otro tema considera como prioritario?
El del Tribunal Constitucional y su renovación. Habría que ver también si el plazo se mantiene o se alarga. Yo me inclinaría por lo segundo. Y añadiría un asunto adicional: este Congreso debe empujar la economía en el periodo bastante crítico que se nos viene.
¿Los congresos en el Perú siempre han sido impopulares?
No sé si impopulares, porque no tenemos datos técnicos de medición. No hay trabajos tan firmes, aunque por ejemplo el Congreso del primer gobierno de Belaunde fue muy feroz y fue cuestionado por una parte de la población. Todo depende, además, de qué tan bien juegue el Congreso su rol de opositor. Este que fue disuelto no solo fue obstruccionista, sino que se autodestruyó. No logró mantener un mínimo de imagen pública positiva. El sistema que tenemos hace que usualmente la mayoría la tenga el presidente. Hemos tenido pocos casos de lo contrario. Uno de esos fue el de Bustamante. Otro, el primer Belaunde. Y ahora último, Kuczynski. Y en los tres, los presidentes cayeron por golpe o renuncia.
Un gobierno dividido.
Porque en nuestro sistema el presidente no es expresión del Parlamento sino del voto nacional. Por eso Fujimori, en su última elección, compró a los congresistas. Si se pone a pensar, los antecedentes históricos de Bustamante y Belaunde han obsesionado a los políticos peruanos.
¿Tanto como una obsesión?
Si eres presidente, sí. Por cierto, parece claro que el de Vizcarra es un juego en el cual es consciente de que no tiene un Congreso a su favor. Por eso cuida su popularidad, a tal punto que descuida la protección a sus ministros. Han salido muchos ministros del gabinete.
Su lógica debe ser: si no tengo Congreso, tengo la calle.
Algo así. Ese es su juego y lo ha hecho bastante bien. Su primer mérito ha sido sobrevivir. Yo hubiera apostado que caía en seis meses. Haber sobrevivido le ha dado cierta estabilidad que, espero, mantenga el sistema. Hubiera sido muy peligroso un torbellino de varios presidentes.
¿Cómo ve la relación entre los peruanos y las instituciones?
Algo que se ve con claridad es que no hay una relación clara entre representantes y representados. ¿Cuál es tu congresista? ¿A quién le escribes si estás molesto? No tienes la menor idea. Entonces, desde ahí empieza el problema: la gente vota, luego se olvida.
Eso también ocurre por las circunscripciones y porque hay pocos congresistas. Claro, es impopular decirlo.
A mí no me ha gustado nada que los congresistas no puedan ser reelectos. Hay antecedentes históricos que demuestran que legislativos con gente totalmente nueva no es positivo. Si usted quiere un antecedente histórico famoso, en la Asamblea de Robespierre todos eran nuevos. La idea de lo nuevo puede ser atractiva, sin embargo, con la experiencia uno aprende a limitarse, uno sabe hasta dónde puede golpear y cuándo.
Tengo un contraargumento ahí. Becerril no era nuevo. O si quiere, Mulder tampoco, y era uno de los más beligerantes. Experimentado y todo, no supo hasta dónde golpear.
No supo, es verdad, aunque también era un Congreso de muchos novatos que no podían cuadrarlo. A ver, siempre habrá contraargumentos, porque toda teoría no es perfecta.
Me dijo que a la gente le gusta crear partidos políticos. Estoy de acuerdo. ¿Siempre fue así?
No, en lo más mínimo. Si lo ves en un periodo de 200 años, desde las Cortes de Cádiz hasta nuestros días, la cultura política iba en contra de los partidos, no en el Perú solamente sino a nivel atlántico. Es más, cuando empiezan a aparecer hacia la segunda mitad del XIX, los grandes teóricos de la democracia consideraban que eran una aberración. Criticaban que los políticos obedecieran a sus partidos y no a la gente.
Y ahora se compran kits electorales, pensando en el sueño del partido propio.
Claro. Es que, disculpe mi actitud cínica, se necesita al menos una persona jurídica y algo en donde inscribir a la gente. Para mí, un partido solo debería ser considerado como tal si ha perdurado como organización, no sé, unos diez o quince años. En el Perú hubo momentos en que los partidos nacieron con fuerza. En la década de 1870, con el Civilista. Luego de la guerra con Chile hay otros tres importantes, entre ellos el Demócrata y el Constitucional. El Apra es de los años veinte. Otro momento importante es el 56, con la Democracia Cristiana, Acción Popular. Y luego de Velasco salen los partidos de izquierda.
Ahora hay emprendimientos personales.
Sí, lo que Mauricio Zavaleta y Levitsky llaman “políticos sin partidos”, que van mudándose de un lado a otro. Eso es evidente a nivel local y regional.