Pero, antes de ponerse mejor, las cosas se van a poner peor.,A diferencia del pesimismo extendido en el país por el destape de una corrupción profunda en instituciones judiciales y políticas fundamentales, cabe perfilar un escenario optimista del Perú. No se puede negar lo evidente: que la situación actual es oscura y que la perspectiva más probable, dado el rumbo de colisión y persecución política en el que avanza el congreso dominado por Fuerza Popular contra el gobierno del presidente Martín Vizcarra, es que las cosas se van a poner peor antes de ponerse mejor. Pero no todo es malo y hay buenas razones para el optimismo. Primero, por más turbulencia que genere en el corto plazo, destapar la corrupción es clave para la construcción de un mejor país en el mediano plazo, y eso es lo que ha ocurrido en estos meses. Todos en el país sospechaban de problemas de corrupción importantes en el sistema de justicia, pero quizá no al punto que revelan los audios, en varios de los cuales se constata una putrefacción espantosa en jueces y fiscales de la mayor jerarquía. Asimismo, ha quedado claro que esa corrupción tiene una sólida vinculación con la política o, para decirlo de una manera más clara, con políticos que se benefician de esa putrefacción en la justicia, ya sea porque les permite usarla para la protección de intereses subalternos y particulares, o porque contribuye a judicializar la política usando las cortes como espacios de chantaje o blindaje. Ese sistema ha sido desnudado, aunque todavía no a todos sus protagonistas. En vez de seguir teniendo en el país este sistema de corrupción tan profundo, lo que ha pasado es que los destapes que están ocurriendo abren la posibilidad de transformar las instituciones que administran justicia. Eso alienta una perspectiva optimista del país, a lo que debe sumarse el hecho tan importante que va en la misma dirección: que el presidente de la república está alineado con la necesidad y urgencia de esa reforma en los terrenos judicial y político, y que, luego de cien días iniciales de indecisión en el que parecía un rehén del congreso, ha decidido actuar con la autonomía frente al mismo, como corresponde a un jefe de estado. También ha quedado claro para todos quiénes están en contra de esa reforma: el fujialanismo, sin duda. Y por si todo eso no fuera suficiente motivo para el optimismo, la economía se está recuperando. Hay motivos, sin duda, de preocupación en el país, pero también los hay para el optimismo y para poder pensar que, luego de ponerse peor, las cosas van a estar mejor.