Rasputín: el enigmático monje ruso, su 'inmortalidad' y la leyenda de su pene expuesto en un museo
Lo envenenaron, le dispararon, y no pudieron asesinarlo. Esta es la historia del monje ruso, brujo y místico más misterioso de la historia.
Grigori Yefimovich, conocido mundialmente como Rasputín, fue una de los personas más misteriosas y enigmáticas de la historia reciente. Fue un sanador, brujo y profeta místico que trabajó como consejero del último zar de Rusia, Nicolás II. Aunque nació en una familia humilde de campesinos —el 21 de enero de 1869 en Pokróvskoye, y fue el quinto de nueve hijos—, Rasputín cobró gran fama cuando se volvió el médico personal de toda la monarquía rusa. Fue envenenado, le dispararon, pero no murió, y su miembro viril —que esconde más leyendas— se expone en un museo.
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La leyenda del Monje Loco
Rasputín fue parte del monasterio Verjoturie en 1892 tras abandonar a su familia —se había cazado en 1887 con Praskovia Fiódorovna Dubróvina, con quien tuvo cinco hijos—, donde fue parte de la secta cristiana llamada jlystý, rechazada por la Iglesia ortodoxa rusa. Este periodo de aprendizaje marcó para siempre su personalidad, y desde ese momento fue conocido como el Monje Loco.
Rasputin fue uno de los personajes más misteriosos de Rusia. Foto: AFP
La zarina Alejandra de Rusia se enteró de Rasputín y sus dotes místicas en 1905, cuando su hijo y heredero al trono, Alexéi Nikoláievich, cayó enfermo de hemofilia. Rasputín fue contactado para que lo curara. Desde ese momento ganó fama en todo el país y fue el médico personal de la monarquía.
Pese a que gozaba de la aprobación de la monarquía debido a su carisma y a sus acertados consejos —era consultado por la aristocracia sobre dolencias, enfermedades o asistencia—, había algunos otros nobles que rechazaban al monje semianalfabeto. Tiempo después atentarían contra su vida.
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La muerte de Rasputín o su 'inmortalidad'
Los rumores de un romance entre la zarina Alejandra y Rasputín surcaban Rusia de manera escandalosa, a la par, la nobleza estaba cada vez más decidida a asesinarlo.
El primer intento ocurrió el 29 de junio de 1914, en la Siberia occidental. Una mujer se acercó al monje. Llevaba una manta que cubría su rostro. Rasputín buscó en sus bolsillos para darle una moneda cuando de repente un cuchillo salió de entre los vestidos de la fémina y le abrió un tajo en el estómago. Grigori cubrió la herida y fue corriendo hacia una iglesia.
La mujer fue atrapada. Se trataba de Jionia Guseva, quien carecía de nariz a causa de sífilis. Fue internada en un centro psiquiátrico y un tribunal consideró que tenía problemas mentales. Para su seguridad, Rasputín empezó a ser escoltado por agentes de la Policía. Había conspiraciones cada vez mayores para acabar con su vida. Félix Yusupov, perteneciente a una de las familias más ricas del país y casada con Irina, sobrina del zar Nicolás II, empezó a planear la forma de eludir a los guardias y asesinarlo.
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El joven de 29 años decidió tenderle una trampa en un inmenso palacio de su familia en Petrogrado. Rasputín solo sabía que Irina estaba enferma y debía ir a curarla. Los conspiradores —Yusupov, el duque Dmitri Pávlovich, el filósofo Vladimir Purishkevich, el teniente de la Guardia Imperial Serguei Sukhotin y el médico de origen polaco Stanislaw Lazovert— prepararon una cena con té, galletas y pasteles infestada de cristales de cianuro: un veneno mortal.
Rasputín se había arreglado para la ocasión: llevaba una camisa de seda, pantalones de satén y botas altas. Al llegar al palacio lo sentaron en la mesa y le invitaron los postres, pero no hacían ningún efecto. Nadie entendía qué estaba pasando. Después del té solo parecía que estaba cansado, somnoliento. Los conspiradores decidieron sacar las armas de fuego.
Yusupov, en un abrir y cerrar de ojos, le disparó en el pecho. Grigori se desplomó sobre una alfombra de piel de oso. Pero, de pronto, el monje abrió los ojos, echando espuma, y se lanzó contra el joven, quien apenas pudo escapar. Purishkevich descubrió que tras un descuido Rasputín había huido por el patio, caminando raudamente. Le dispararon tres veces, pero no moría, hasta que una bala en la cabeza lo derribó. Lo amarraron, envolvieron su cuerpo con telas y lo arrojaron por el puente Petrovsky a un río congelado.
La leyenda de su pene expuesto en un museo
En el año 2000, el urólogo Igor Kniazkin afirmó que compró el pene de Rasputín, que había sido extirpado por completo tras su muerte. Una leyenda sugería que una joven había encontrado el miembro en el lugar de los hechos tras el asesinato y lo había llevado a Francia; otra historia afirmaba que el pene del monje fue robado por una de sus amantes.
De acuerdo a Kniazkin, compró el miembro viral en Francia, a un anticuario, por la exhorbitante suma de 8.000 dólares. La reliquia de 30 centímetros es exhibida en el Museo del erotismo en San Petersburgo.
"El lugar sirve para satisfacer la curiosidad de sus visitantes, pero sobre todo ayuda a la gente a superar sus problemas de impotencia sexual", explicó Igor Kniazkin a un medio local.