Ola de violencia en Latam: desde las 40 muertes en Perú hasta la toma de los 3 poderes en Brasil
La violencia se extiende en Latinoamérica: mientras Perú vive una aguda crisis política y social, Brasil sufrió un intento de golpe de Estado por parte de bolsonaristas. La República dialogó con especialistas para comprender la compleja situación regional.
América Latina es una paradoja, una región convulsionada, que sufre una nueva ola de violencia. En Brasil, tras la toma del Congreso, Poder Ejecutivo y Corte Suprema por los bolsonaristas; en Perú, luego del intento de golpe de Estado de Pedro Castillo y los enfrentamientos entre la Policía y manifestantes, que dejan al menos 42 fallecidos; y en Bolivia, después del arresto del líder opositor y gobernador de Santa Cruz, Luis Fernando Camacho.
“La violencia es una constante en América Latina, de las 50 ciudades más violentas del mundo, 42 están en Latinoamérica (...), y esto se debe en muchos casos a un proceso de debilitamiento muy acelerado del Estado”, afirma Alonso Cárdenas, sociólogo y docente de Ciencia Política.
¿Qué está ocurriendo en Latinoamérica, por qué la violencia y radicalismo vuelve a controlarnos?
Puno. Manifestantes anunciaron que continuarán con protestas si Dina Boluarte no renuncia. Foto: Liubomir Fernández/URPI LR
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Perú, “una sociedad deprimida”
La mañana del 7 de diciembre, Pedro Castillo decidió cerrar el Congreso. “Disolver temporalmente...”, dijo en televisión, mientras las manos le temblaban y algunos recordaban el infame autogolpe de Alberto Fujimori en 1992. Aquel día se debatiría la tercera vacancia por incapacidad moral permanente.
El rechazo —unánime— originó la vacancia y el encarcelamiento de Castillo, y la siguiente asunción de Dina Boluarte como la primera presidenta del país. Este sería el inicio de una nueva crisis política y social en el país, donde exigen la renuncia de la mandataria, nuevas elecciones, una asamblea constituyente, entre otras.
Protestas en el sur de Perú. Foto: EFE
Jorge Yamamoto, psicólogo e investigador social, afirma que somos “una sociedad deprimida”, que ha decaído en la calidad profesional y que tiende a ser más impulsiva. Además, con gobiernos y congresos “inconmensurablemente incompetentes, y más corruptos que su inconmensurable incompetencia”, este sería el caldo de cultivo ideal para generar frustración.
“(Perú tiene) una población con un elevado nivel de depresión, hay más polarización, más facilidad para entrar en enfrentamientos violentos y en reducir la racionalidad”, explica.
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“Un Estado fallido”
La violencia en los enfrentamientos entre manifestantes y Policías ha dejado 42 fallecidos en el Perú, según la Defensoría del Pueblo. Además de otros 7 ciudadanos que perdieron la vida tras el bloqueo de carreteras.
“Hay un proceso de implosión del Estado, de debilitamiento de sus capacidades (...). Perú se está convirtiendo en un Estado fallido, se está erosionando de una manera muy acelerada porque se ejerce la violencia sin legitimidad. Lo que hemos visto nosotros en Puno, Ayacucho, es el ejercicio desmedido, desproporcionado de la violencia que le quita legitimidad al Estado”, afirma Alonso Cárdenas.
Protestas en Puno se detuvieron temporalmente debido a los funerales en Juliaca. Foto: Liubomir Fernández-URPI
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El violento intento de golpe de Estado en Brasil
En el gigante sudamericano ocurre algo similar, pero paradójicamente las protestas son impulsadas por grupos de ultraderecha, seguidores del expresidente Jair Bolsonaro, que no reconocen la victoria de Lula da Silva, mientras en Perú, con tendencia hacia la izquierda y progresismo.
Desde el 31 de octubre del 2022, cuando Lula venció en las elecciones presidenciales, los bolsonaristas manifestaron su rechazo con marchas y acamparon frente a la sede de las Fuerzas Armadas en Brasil: exigían un golpe de Estado.
A partir de esa fecha, en grupos de WhatsApp y redes sociales, los radicales seguidores de Bolsonaro hablaban de invadir las tres sedes de los poderes del Estado en Brasil y bajo el código “Festa da Selma” coordinaron la invasión en Brasilia, según reveló una investigación de la Agência Pública.
Los violentos manifestantes burlaron el cerco policial e ingresaron a Las principales sedes de poder en Brasil. Foto: EFE
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La invasión al Congreso, Poder Ejecutivo y Corte Suprema duró poco menos de 3 horas, pero, según señaló Lula, “fue una advertencia, una muy grande advertencia de que tenemos que ser más cuidadosos”.
El fallido golpe concluyó con más de 1.500 detenidos, con las instalaciones destruidas, con el robo de armas, con restos de orines, sangre y heces, según reveló el ministro de Comunicación Social, Paulo Pimenta.
Los bolsonaristas han tomado la camiseta de la sección brasileña desde el inicio de sus protestas. Foto: EFE/ Andre Borges
Asimismo, el 55% de los brasileños considera al expresidente Jair Bolsonaro responsable por los asaltos golpistas, según una encuesta divulgada por Datafolha.
No obstante, el futuro de Brasil aún es nubloso. Los bolsonaristas han hecho llamamientos a nuevas protestas y los militares, si bien han ignorado los pedidos de golpe de Estado, optaron por el silencio y la quietud en los cuarteles ante el asalto a los poderes, que muestra la división tras la salida de Jair Bolsonaro.