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A 64 años del viaje de Laika: ¿cómo llegó al espacio la primera canina astronauta?

12 días antes de que fuese seleccionada para convertirse en el primer ser vivo en orbitar la Tierra, la perrita vivió un duro proceso de entrenamiento.

Laika, la perra astronauta, fue enviada en un viaje sin retorno al espacio. Foto: AP
Laika, la perra astronauta, fue enviada en un viaje sin retorno al espacio. Foto: AP

Un 3 de noviembre de hace 64 años, Laika, la primera canina astronauta, viajó al espacio en el satélite ruso Sputnik 2. En ese entonces, la perrita era el primer ser vivo seleccionado para orbitar la Tierra desde 1.600 km de altitud. Aunque siempre se la recuerda por esta hazaña, el recorrido de la carismática mascota nunca fue tan seguro como desde un inicio se informó. Aquí te contamos detalles del peligroso proceso al que estuvo expuesta la pequeña de cuatro patas.

¿En qué condiciones viajó Laika?

El 3 de noviembre de 1957, Estados Unidos y la Unión Soviética (URSS) batallaban por liderar una carrera espacial. El enfrentamiento consistía en que solo un país llegaría primero, bajo cualquier costo, al espacio. Conscientes del riesgo que implicaba enviar a un humano a ese destino, los científicos rusos decidieron experimentar con animales.

Luego de que el Sputnik 1 entrara en órbita como el primer satélite ruso, el presidente —en ese entonces— de la URSS, Nikita Kruschev, tuvo la idea de encargarle al ingeniero responsable de la misión espacial, Sergey Korolev, una hazaña para celebrar el cuadragésimo aniversario de la revolución rusa. A Korolev se le ocurrió enviar a un can al espacio, a través del Sputnik 2, pero sin retorno. Todo dependía de cuán exitoso resultara el recorrido para que el animal pudiera regresar con vida.

De acuerdo con un video viralizado en YouTube desde el canal ExpertoAnimal, para seleccionar a los caninos, los expertos creían que era necesario que sean callejeros porque eran más aptos para un operativo espacial, porque, según ellos, “habían tenido que soportar condiciones de climas extremos y hambruna”.

El mismo material audiovisual menciona que, durante el proceso de entrenamiento, Laika y otros canes eran colocados en centrifugadoras que actuaban como un cohete en plena aceleración. Además, los ubicaban en dispositivos que imitaban el ruido de una máquina espacial y, cada cierto tiempo, los encerraban en jaulas parecidas a las dimensiones de la cápsula del Sputnik 2, la cual contaba con un diseño cilíndrico de cuatro metros de altura y dos de diámetro. Aquellos métodos provocaban que la presión arterial de muchos de los canes ascendiera severamente y su salud se vaya resquebrajando.

Laika se convirtió en el primer ser vivo en viajar al espacio. Foto: Captura/Experto Animal/YouTube

Laika se convirtió en el primer ser vivo en viajar al espacio. Foto: Captura/Experto Animal/YouTube

¿De dónde vino la perrita astronauta?

Laika acostumbraba a pasear con sus patitas y su colita en movimiento por las calles de Moscú. Doce días antes del despegue, un grupo de científicos soviéticos la encontró y, tras horas de entrenamiento, seleccionaron a la canina por la serenidad de su carácter.

Según la BBC, el principal criterio para elegir al perro que viajaría al espacio fue su tamaño. De acuerdo con las dimensiones del satélite, el can debía pesar 7 kg como máximo. Asimismo, se creía que las hembras tenían mayor disciplina y, si contaban con pelo liso, eran las indicadas para llevar en su piel los sensores requeridos durante el viaje.

Esos eran requisitos que Laika cumplía, dejando atrás a dos finalistas: una perrita embarazada y otra que tenía una mala interacción con la luz en sus patas.

Luego de su viaje sin retorno, 27 animales también murieron en condiciones previstas por los ingenieros que programaron el viaje.

La muerte de Laika: ¿intencional o circunstancial?

Para el viaje, Laika estuvo dentro de una pequeña cápsula, la cual presentaba un dispositivo que le regeneraba químicamente el aire y la alimentaba automáticamente, dos veces al día, con un recipiente que contenía una sustancia gelatinosa.

Cuando lanzaron el Sputnik 2 hacia el espacio, los sensores impregnados en la perrita demostraban cómo su ritmo cardiaco aumentaba tres veces más de lo normal. Ya en la novena rotación sobre la Tierra, la temperatura en el interior de la cápsula, al no haber protección necesaria contra la radiación solar, comenzó a aumentar hasta superar los 40 grados centígrados. Esto provocó que, de acuerdo con el medio argentino Página12, Laika muriera por estar sometida a un exceso de calor, deshidratación y estrés en la cabina.

“Por supuesto que sabíamos que iba a morir en ese vuelo debido a la falta de medios para recuperarla, inexistentes en aquella época”, recuerda la bióloga rusa Adilia Kotovskaya, quien también apoyaba en el entrenamiento espacial de Laika y otros canes.

Según informaba en un inicio el Gobierno soviético, Laika falleció sin dolor luego de permanecer una semana orbitando en el espacio. No obstante, en el 2002, el científico Dimitri Malashenkov, quien trabajó en el equipo que hizo posible el lanzamiento del Sputnik 2, expuso las pruebas del sufrimiento de la perrita en el World Space Congress de Houston (EE. UU.). En realidad, a lo largo de cinco meses, el satélite ruso siguió su recorrido con los restos de la famosa canina dentro.

Adilia Kotovskaya fue la bióloga rusa que participó del proceso de entrenamiento de Laika y otros canes. Foto: Página12

Adilia Kotovskaya fue la bióloga rusa que participó del proceso de entrenamiento de Laika y otros canes. Foto: Página12

El video del canal ExpertoAnimal destacó que la responsabilidad de la muerte de Laika en la misión espacial la tenía el científico Vladimir Yazdovsky, quien era el encargado del proyecto general y quien también conocía que era imposible que la canina astronauta sobreviviera en el espacio. Por ese motivo, tiempo antes del lanzamiento del Sputnik 2, él decidió acogerla en su casa para que se sintiera acompañada por una familia humana y disfrutara jugar con los niños que habitaban el lugar.

Sus últimos días de vida previos al despegue, en la casa de Yazdovsky, Laika, quien, según la agencia espacial rusa Roscosmos, inicialmente se llamaba Kudryavka, fueron el único destino que merecía aquella perrita valiente que marcó un precedente en la historia de la ciencia.