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Muere corresponsal de Telecinco tras no ser atendido en hospitales de Venezuela

“Venezuela es enfrentarte a un sistema de salud colapsado. Una cosa es que lo digamos en un reportaje y otra que lo vivamos en carne propia”, expresó Ángel Rafael Cedeño a una de sus amistades antes de morir.

El periodista Ángel Rafael Cedeño, de 38 años, trabajaba en Telecinco y en el diario Nius. Foto: captura video/Telecinco
El periodista Ángel Rafael Cedeño, de 38 años, trabajaba en Telecinco y en el diario Nius. Foto: captura video/Telecinco

El corresponsal del medio español Telecinco en Venezuela, Ángel Rafael Cedeño, murió en Caracas este jueves 30 de septiembre, luego de no ser atendido en hospitales del país.

“Narraba el día a día de Venezuela, pero su muerte evidencia también las lagunas sanitarias en un país devastado. Esa realidad que Ángel acabó sufriendo en sus carnes por la mala situación de su país en sus últimas horas de vida. Nunca sabremos si aún estaría vivo de no haber estado allí”, ha recordado su compañera Esther Yáñez.

El periodista, de 38 años, trabajaba en Telecinco y el diario Nius. En las últimas horas, luchaba por encontrar un hospital donde lo atendieran, pero fue rechazado en dos centros de salud en la capital venezolana, reseñó el portal El Español.

“No podía respirar, pensé que iba a morir. Y así tocó recorrer otros hospitales hasta llegar al Clínico Universitario donde me atendieron a las patadas y en condiciones infrahumanas”, escribió Ángel a un amigo el mismo día que se desmayó, según relató Yáñez en Nius.

“Allí los pacientes COVID y no COVID permanecen en un mismo lugar (…) Venezuela es enfrentarte a un sistema de salud colapsado. Una cosa es que lo digamos en un reportaje y otra que lo vivamos en carne propia”, expresó Ángel Rafael Cedeño antes de morir.

Su compañera describió que la última vez que ella y Ángel hablaron fue el lunes. “Le pregunté qué tal estaba, qué necesitaba. Me mandó un mensaje de audio porque no tenía fuerza para escribir, me dijo. Cuando lo escuché se me pusieron los pelos de punta. Algo raro pasaba. Lo notaba en su voz, en su respiración, haciendo un sobreesfuerzo para comunicarse conmigo, porque Ángel siempre pensaba en los demás, porque era demasiado generoso como para no responderme. Solo me decía: ‘Esther, me estoy sintiendo muy mal’. Una hora después me comunicaron su fallecimiento”, lamentó.