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Italia ya es el país de Europa con más pérdidas por COVID-19

El inmunólogo de la Universidad de Milán, Carlo La Vecchia, calcula que en la segunda ola hubo veinte días de incertidumbre entre el 10 y el 30 de octubre que avivaron la pandemia.

La segunda ola en Italia ha superado los 26.00 fallecidos por COVID-19. Foto: EFE
La segunda ola en Italia ha superado los 26.00 fallecidos por COVID-19. Foto: EFE

Con 877 muertos el jueves y 721 este viernes 11 de diciembre, Italia alcanzó los 63.387 decesos por el nuevo coronavirus, con lo cual superó los 63.179 fallecimientos en el Reino Unido, que lideraba el ranking de naciones afectadas por la crisis sanitaria en Europa.

En ese contexto, el profesor Carlo La Vecchia, inmunólogo de la Universidad de Milán, estima que, así como se perdió un tiempo preciado en la primera ola, en la segunda hubo veinte días de vacilaciones entre el 10 y el 30 de octubre que aumentaron la propagación del virus.

Los móviles —como ahora— son los mismos, explica La Vecchia. Los funcionarios y gobernantes temen los procesos impopulares. Esto incrementa las disputas entre el Gobierno central y las regiones, reticentes a proceder rápido.

Tras la pausa del verano en el que prevalecieron las reuniones sociales, los viajes y otras infracciones que aceleraron lo que vino después, llegó en octubre la segunda ola.

En la primera se llegó a 35.000 muertos “oficiales”, porque varios millones más perecieron en sus viviendas y en las casas de reposo, víctimas de otras afecciones, ya que los centros de salud estaban colmados. La Justicia italiana se encuentra indagando estos hechos.

La segunda superó los 26.000 fallecidos “y la proyección final dice que arribaremos a 40.000”. Para animar esta predicción bastan las disposiciones deficientes adoptadas en octubre-noviembre y la decisión de calmar el complejo sistema de áreas rojas, anaranjadas y amarillas que consiguió bajar la cifra de infectados, pero no la oleada de fallecidos.

De impacto con la Navidad y las fiestas de fin de año, las restricciones se hicieron más severas, pero también las protestas porque comprenden los movimientos entre municipios y regiones, las reuniones familiares, la actividad de los negocios y restaurantes, donde tradicionalmente los italianos festejan en diciembre.