La vida no contada de Karl Marx, según el libro “El Club de los execrables”
El filósofo alemán defendió en sus obras a las clases obreras más desprotegidas y destacaba la importancia del trabajo en la sociedad. Sin embargo, la vida que llevó no habría sido coherente con sus ideas.
La historia recuerda a Karl Marx por sentar las bases de ideologías como el socialismo y el comunismo, pero poco se sabe sobre la vida que llevó y si esta era consecuente con el pensamiento que pregonaba aquel que se levantó contra la explotación de los obreros e introdujo el concepto de la lucha de clases.
En el libro “El Club de los execrables”, sus autores Malcolm Otero y Santi Giménez relatan la historia no contada de destacados personajes como Picasso, Churchill, Chaplin o Einstein. Pero el caso de Marx muestra tal vez una de las mayores contradicciones si se compara su obra y su estilo de vida: un burgués de clase media acomodada que en su juventud fue un aficionado a los burdeles, las borracheras y el derroche de dinero; y que continuaría con sus excesos en pleno matrimonio y ‘madurez’.
Para resumir su agitada vida como estudiante, habría que mencionar su estancia en la Universidad de Bonn, donde no solía asistir por estar en las reuniones del Club de la Taberna de Tréveris, una asociación de bebedores que el propio Marx llegó a presidir. Su vida bohemia hizo que las autoridades universitarias lo expulsen en el primer semestre de 1836 por “desorden nocturno en la vía pública y embriaguez”.
Pero esto no representó un gran problema para la familia acomodada de Marx, que fue matriculado en Derecho por la Universidad de Humboldt de Berlín, donde tampoco se interesó por sus estudios. Finalmente se decantó por la filosofía y terminó doctorándose en la Universidad de Jena, conocida por ser una institución donde se conseguían títulos sin mucho esfuerzo, indica ABC.es.
Luego pasó a la Universidad de Berlín, donde fue encarcelado por el mismo comportamiento y, además, fue acusado de llevar armas no permitidas.
Gastando como millonario
Paralelamente, Marx acumulaba denuncias por no saldar sus deudas económicas con la institución. Pero su falta de dinero no se debía al descuido de sus padres, sino a esa vida de excesos. De hecho, su padre solía enviarle cartas llamándole la atención por el mal uso que hacía del dinero que le enviaba para su estancia estudiantil.
En una de las misivas, su padre le reclama el hecho de que durante su primer año en Berlín se haya gastado 700 tárelos. “Más que los jóvenes millonarios”, le escribió, ya que el monto representaba hasta cinco veces lo que gastaba un estudiante de su edad. Era lo que ganaba un concejal de la ciudad.
“A veces me hago a mí mismo reproches por haberte aflojado demasiado la bolsa y he aquí el resultado: corre el cuarto mes del año judicial y tú ya has gastado 280 tárelos. Yo no he gastado todavía esa cantidad durante todo el invierno”, le recriminaba su padre en otra carta.
En 1842, ya trabajaba como periodista y expresaba sus ideas socialistas sobre la política. En esa época, Marx se casó con Jenny von Westphalen, una baronesa de clase aún más acomodada que la de él.
El pensador alemán no tardó mucho en sacarle provecho al matrimonio: le pidió que pagara las deudas generadas por sus juergas y afición a las prostitutas, a pesar de que en ese tiempo seguía cometiendo excesos.
Marx y Engels en una reunión socialista en París (1844). Imagen: Difusión.
Viviendo de los demás
Como era de esperarse, Marx despilfarró la dote que le había regalado su suegra. Luego vino su estancia en Londres, entre septiembre de 1860 y agosto de 1863, donde preparó su obra cumbre y la que sería la base de la ideología comunista, “El Capital”. En esa época, Marx, su esposa y sus hijos sobrevivían con la caridad de su suegra y sus amigos.
El propio Friederich Engel, con quien escribió el “Manifiesto comunista” en 1848, tuvo que obsequiarles una casa. A pesar de que ya no tenía rentas que pagar, el propio Marx le confesó que sus deudas seguían creciendo. Sin embargo, el filósofo alemán seguía frecuentando exclusivos balnearios y mandaba a sus hijas a estudiar piano, idiotas, dibujo y clases de buenos modales con los profesores más renombrados de Londres. Karl Marx hacía todo esto sabiendo que Engels lo pagaría.
El filósofo alemán llegó a escribir una carta en la que expresaba sus dudas sobre el esposo de una de sus hijas. Marx sospechaba que su yerno no era de buena familia. Esta actitud resulta desconcertante, teniendo en cuenta que defendía las clases obreras más desprotegidas y desfavorecidas.
Si hay otra cosa por la que no se recuerda a Marx es por su criada, la cual la heredó como parte de la dote de su suegra, y que no pagaba ni un céntimo por sus servicios. Incluso llegó a mantener una relación extramatrimonial con ella, llegando a embarazarla y achacarle la paternidad a su amigo Friederich Engel, quien tuvo que aceptar la acusación y que el niño se llamara como él, como si no bastara todo lo que ya había hecho por el padre del comunismo.
Más adelante se supo la verdad. “No se hablaba del asunto, en parte porque el hecho les parecía escandaloso a la luz de la moral burguesa imperante en la época, y en parte porque no se ajustaba a los rasgos heróicos e idílicos propios de un ídolo de las masas”, escribió el filósofo alemán Hans Blumenberg, según recoge ABC.es.
Los autores cuentan otro secreto del ídolo socialista: intentó abusar de su sobrina, aprovechando que su mujer se encontraba tumbada en cama por la varicela.
Fuente: De El club de los execrables, Otero & Giménez. Penguin Random House, 2018