El reencuentro que hizo vibrar a Lima: Hombres G y su eterno amor por el Perú [CRÓNICA]
Con un Estadio Nacional lleno y un público entregado, la banda de rock en español ofreció un concierto inolvidable donde repasaron sus grandes éxitos, revivieron memorias y reafirmaron el lazo especial que los une con el país desde 1987.

La noche del 30 de abril, el Estadio Nacional se transformó en una auténtica máquina del tiempo. La legendaria banda de rock en español Hombres G convirtió el recinto en un templo de nostalgia y euforia, donde pasado y presente se fundieron al ritmo de canciones inolvidables. Cuatro músicos que, a pesar del paso de los años, siguen convocando multitudes con la misma fuerza de siempre.
El inicio fue una explosión de energía. David Summers, Rafael Muñoz Gutiérrez, Javier Molina y Daniel Mezquita aparecieron con camisetas negras y atuendos sencillos, pero con guiños sutiles al Perú. La más destacada: el Tumi estampado en el pecho de Rafa, una muestra de cariño que arrancó aplausos antes de que sonara una sola nota.
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Inicia el viaje musical
El conteo regresivo llegó a su fin y los acordes de ‘Voy a pasármelo bien’ desataron la primera ola de locura. Los asientos numerados quedaron en el olvido: nadie podía quedarse quieto ante una canción que es pura vida. “¡Buenas noches, Lima!”, gritó David con voz firme, encendiendo aún más el ánimo de los miles de asistentes. Luego llegó ‘El ataque de las chicas cocodrilo’, y el estadio entero se convirtió en un coro gigante de risas, baile y recuerdos.
Las canciones se sucedían sin tregua: ‘Tengo una chica’, ‘Solo otra vez’, ‘Chico, tienes que cuidarte’. Cada una despertaba un pedazo de historia en el corazón del público. Pero fue con ‘Si no te tengo a ti’ que la emoción se volvió palpable. Esa balada, que habla de dependencia amorosa, fue cantada con el alma por quienes aún recuerdan al primer amor, al que se fue o al que aún acompaña. Miles de voces, una misma emoción.

Hombres G interpretó sus mejores éxitos en Lima. Foto: difusión
‘Un par de palabras’ mantuvo la intensidad emocional, pero fue ‘Mis amigos’, aquella joya del tercer disco, la que sorprendió a los más fieles. “Hace muchísimos años que no la tocamos, pero la hemos recuperado”, anunció Summers, desatando una ovación que hablaba de reencuentros personales y musicales.
La primera parte del concierto cerró con una secuencia imparable: ‘Dos imanes’, ‘¿Qué soy yo para ti?, ‘Lo noto’ y ‘Dejad que las niñas se acerquen a mí’.
Te quiero, Lima
Tras una pausa cargada de gratitud. David tomó el micrófono y, con tono emocionado, recordó su llegada al Perú en 1987, cuando fueron recibidos por 20,000 fans en el aeropuerto Jorge Chávez. “Levanten la mano los que estuvieron ahí”, pidió. Miles de brazos se alzaron y el rostro de Summers se iluminó con una mezcla de sorpresa, ternura y asombro.
“Éramos todos muchos más jóvenes…”, dijo entre risas, y acto seguido dedicó una canción especial “a todas las bellísimas mujeres limeñas aquí presentes”. Sonaron los primeros acordes de ‘Te quiero’, y el Estadio Nacional se transformó en un mar de parejas abrazadas, luces de celular encendidas, besos y promesas no dichas. Fue uno de los momentos más románticos y conmovedores de la noche.
El ritmo volvió a acelerarse con temas como ‘Indiana’, ‘Lawrence de Arabia’, ‘Nassau’, ‘Suéltate el pelo’ y la infaltable ‘Marta tiene un marcapasos’, esta última con una versión en karaoke donde el público tomó el protagonismo.
Una noche mágica
La cima emocional llegó con ‘Temblando’. Las luces bajaron, el cielo limeño pareció llenarse de estrellas gracias a los celulares alzados, y la voz de David flotó sobre el estadio como un susurro desgarrado. Fue un momento íntimo, de piel erizada y ojos húmedos.
Javier Molina dejó por un momento la batería para cantar ‘No te puedo besar’, mostrando otra faceta de la banda. Luego siguieron ‘La carretera’ y ‘Te necesito’, esta última con un David Summers visiblemente conmovido, cantando con los ojos brillosos mientras recibía una ovación cerrada.
La recta final trajo risas y desenfreno con ‘Venezia’, esa tragicomedia musical que se canta como si fuera la primera vez. Y entonces, el gran cierre: ‘Devuélveme a mi chica’. Fue la explosión final. Lanzallamas, confeti, saltos, gritos y una sensación compartida de plenitud.
“Muchas gracias, Lima. Nos la hemos pasado de puta madre. Sean buenos, sean felices, hasta siempre”, dijo David antes de hacer una reverencia junto a sus compañeros. El Estadio Nacional temblaba. No por los fuegos artificiales ni por los gritos, sino por la certeza de que anoche, la historia volvió a escribirse con música, amor y gratitud. Porque los años pasan, pero el cariño —ese que no entiende de edades ni de modas— sigue sonando con fuerza cuando Hombres G está en el escenario.
























