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Espectáculos

'Wallpa Waccay', el éxito total y una sola queja: "Fue un error ingresar a la política"

Isaac Sarmiento festeja los 30 años de “Canto andino” y repasa los logros de su vida periodística, familiar y empresarial. ¿Cuál es el siguiente paso?

La primera emisión de "Canto andino", liderado por Isaac Sarmiento, fue en 1993. Foto: Angela Zegarra / La República
La primera emisión de "Canto andino", liderado por Isaac Sarmiento, fue en 1993. Foto: Angela Zegarra / La República

Con la inflexión dilatada en la i —imagííínate—, Isaac Sarmiento exhibe su maravilla ante cada incidente que le ha suministrado a “Canto andino” la fuerza para alcanzar el aniversario número 30: “¡Imagínate! Habíamos hecho 17 puntos de rating”, “¡Imagínate! Una secretaria se llevó a mis auspiciadores”, “¡Imagínate! La empresa es un equipo familiar”. Sin embargo, el programa folclórico que ahora se emite vía Canal 9 le ha facilitado a la audiencia el acceso a la invención y la ha acercado, a través de documentales y canciones, al primer plano de la multiculturalidad del Perú. 

El también popular ‘gallo que canta’, ‘Wallpa Waccay’, tiene 63 años y entonó sus primeros cacareos en Lucanas, Ayacucho, donde sus padres vendían ganado y cultivo para sustentar su educación. “Mis padres pagaban la pensión con papa, con habas, con choclo”, cuenta el quinto de seis hijos. 

—¿Y por qué eligió el periodismo? 

—Lo que pasa es que cuando íbamos a la chacra a arrear las vacas, yo escuchaba en aquella época Radio Unión, de deporte, con Artacho, que fue un gran locutor, y Rospigliosi. ¡Dos grandes locutores de la radio que llegaban a todo el pueblo! Entonces, nosotros, muchachitos, escuchábamos cómo hablaban los deportistas (...). Artacho tenía un comercial de papel Paracas: yo escuchaba y lo imitaba. 

Así, jugando, jugando, jugando llegué a la secundaria y me gustaba mucho hacer el periódico mural, me gustaba escribir. Tenía sentido escribir porque mi papá era un poco poeta, mi familia también es poeta. Luego entré a la (Universidad) San Martín (de Porres), yo soy egresado de la primera escuela profesional.

 Isaac Sarmiento en Ninacaca, Pasco (1998). Foto: archivo de Isaac Sarmiento

Isaac Sarmiento en Ninacaca, Pasco (1998). Foto: archivo de Isaac Sarmiento

Postuló antes, cuando se mudó de Ayacucho a Lima, a la Universidad Nacional Federico Villarreal y a la Universidad Inca Garcilaso de la Vega. Fue Pepe Sarmiento, sanmarquino, quien lo acompañó en su adaptación. 

¿Le costó integrarse al ritmo de la capital? 

—No. Tengo un hermano mayor que es filósofo. Él me llevó al cine, pero a ver películas socialistas, y me dijo: “Esto es así. La realidad es así” (...). Mi hermano me llevaba al estadio, pero, más que todo, a los coliseos, donde actuaban los grandes artistas (...). Yo soy serrano, entonces siempre me ha gustado el huayno, siempre practiqué el folclor en mi tierra: los cumpleaños eran con música, los carnavales eran hermosos. Yo veía, me contagiaba y también participaba. 

Al terminar la carrera, vistió su mochila cultural para entrar equipado a la cabina de Radio Santa Rosa y, de paso, a los hogares de quienes madrugaban. Su primera cortina fue el lamento símbolo de ayacucho, “Helme”, y su única estrategia, la difusión: “Me encantan la publicidad y el marketing; entonces, me movía de alguna forma y creaba publicidad. Me mantuve en la radio 14 años hasta que un día un amigo me dijo: ‘Oye, Isaac, tú tienes que estar en la televisión’. Fue un buen consejo: hicimos el proyecto en Canal 7, y nos aceptaron”. 

—Cuando saltó de la radio a la televisión, ¿consideró cambiar el apelativo de ‘Wallpa Waccay’?

—(Carcajadas) Estábamos sentados con mis asesores y también participaba mi esposa; entonces, preguntaron: “¿Cómo va a estar vestido Isaac?”. “Que se ponga un sombrero o un chullo”, decían. “¡No! ¿Qué chullo? Hay que demostrar que nosotros, los andinos, podemos usar corbata”, decían otros. Entonces la primera presentación fue con corbata, lo cual no pegó. Me sentía mal y había mucha crítica. La siguiente semana salí con camisa y chaleco (...). Con el nombre fue lo mismo.

“¿Va a salir como ‘Wallpa Waccay’ o va a salir como Isaac Sarmiento?”. Ese era el dilema ahí, discutiendo internamente… “No, ¿por qué? Que salga como Isaac Sarmiento nada más, ¿cómo le vas a poner ‘Wallpa Waccay’ en la televisión. ¿Qué dirá la gente?”, opinaban. Pero mi hermano y otro: “No, que salga como ‘Wallpa Waccay’ porque es un apelativo realista. Tú eres el comunicador, tú eres el cantor, tú despiertas a la gente en la madrugada: hay fundamento para que seas ‘Wallpa Waccay’”.

—¿Y usted apostaba por esa idea también? 

—Ni creas, ah. “¿Cómo voy a salir como ‘Wallpa Waccay’ en la televisión?”, decía. Pero analizando, yo creo que estuvo muy bien. 

—¿Qué otra anécdota hay detrás de cámara de aquel 21 de marzo de 1993? 

—¡Uy! ¡Qué buena pregunta! Yo, felizmente, periodista, había captado en la universidad algunas cosas, ya estaba preparado, pero el director de cámaras para grabar el primer programa nos exigía demasiado. ¡Gritaba! En la televisión no se habla, se grita.

Teníamos también una animadora que se llama Lourdes Razo, que estaba estudiando en la escuela José María Arguedas, y alguien me dijo: “¿Cómo vas a poner a esa chica si no se le escucha nada?” (...) Empezamos el programa muy muy bien: cuando vimos la primera presentación, excelente la chica. 

Yo le decía a mi equipo y a mi esposa: “Quisiera salir un mes solamente, un mes. Luego ya, que me corten, pero ya tenía el honor”.

 Lourdes Razo e Isaac Sarmiento en la conducción de "Canto andino". Foto: archivo de Isaac Sarmiento

Lourdes Razo e Isaac Sarmiento en la conducción de "Canto andino". Foto: archivo de Isaac Sarmiento

El espacio televisivo estatal fue —no durante un mes, sino siete años— su ambiente de cátedra: “Ha sido la universidad de mi vida profesional (...) Cuando salimos a otro canal, salimos con el conocimiento para reventar comercialmente el programa”, asegura el también exparlamentario cuya gestión duró de 2000 a 2001. 

—¿Por qué salió del Canal 7? 

—Por la política, porque yo fui congresista en esa época (...). Entró (Valentín) Paniagua y yo seguía en mi programa, a las semanas sale un comunicado en el Congreso, que este programa ya no va más (...). A los tres meses me llevaron al canal 9: no hay mal que por bien no venga. 

—¿Por qué ingresó a la política?

—No sé, me inquietaron (risas). No, al final fue un error mío ingresar a la política; me inquietaron porque era popular y sumaba votos (...). Pero me costó mucho estar ahí. Ojo, por eso les digo a los comunicadores que son exitosos: “No deben entrar a la política. ¿Para qué? Tus amigos se hacen enemigos”. Entonces, a mí me costó dos años estar en la televisión para que olviden la cuestión política, dos años porque yo no podía hacer un documental en Ayacucho, la gente me atacaba, y yo siendo ayacuchano.  Psicológicamente me mataba, pero decía: “Tengo que pagar, ¿qué voy a hacer?”. 

—¿Ya no volvería a vincularse?

—No, ¿para qué? Yo estoy tranquilo aquí, más bien voy a seguir haciendo televisión. Esté o no esté en la televisión, voy a seguir trabajando por el turismo (...). Eso es lo que hay que seguir haciendo. Nunca he esperado que me felicite el Gobierno, nunca he esperado que me felicite el Ministerio de Cultura. Nunca he pedido favores.

Su convicción es una enseñanza de Amanda Mitacc, su esposa. “En la televisión, ella fue el termómetro y fue quien puso fuerza, me daba fuerza. Yo soy muy sensible, no sirvo para líos. Desde que me golpeó mal la política, nunca más. Yo me dedico a lo mío (...). En la comunicación, ella tiene un gran oído y una gran vista”.

En la vida fuera de los focos es, además, su socia: ella dirige el “Rinconcito ayacuchano”, el restaurante campestre que, ubicado en Carapongo, ofrece la oportunidad de acercarse a las raíces bajo el gustillo de la pachamanca: “¡No te imaginas! Yo la admiro. No sé cómo le pone la sazón a todo”. 

 Isaac Sarmiento y Amanda Mitacc. Foto: Facebook

Isaac Sarmiento y Amanda Mitacc. Foto: Facebook

Asimismo, sus hijos —Nef, Pavel, Romel y Dalia— engrosan la buena administración de todas las ramas del negocio: programa, restaurante y eventos, entre ellos el concurso de la tunantada y el aniversario de “Canto andino”. “Todos trabajan conmigo, todos mis hijos están en la televisión. ¿Te imaginas? La empresa es un equipo familiar. Yo, honestamente, me siento muy satisfecho (...). Acá el 50% es mi familia, y después todo el equipo es linda gente”, confiesa. 

—¿Cuál es la fórmula de éxito que le ha permitido a “Canto andino” cumplir 30 años? 

—Primero, diría yo, el aprendizaje. Luego, yo le puse formalidad porque trabajé las 24 horas del día: me parece que la dedicación (...). Todo lo que podría haber obtenido económicamente lo he vuelto a invertir en producción. Ese es mi lema hasta hoy día, porque la comunicación cambia y camina rápido.  Siempre “Canto andino” ha sido puntero, porque nosotros estábamos a la hora con la tecnología.

También, como te dije, me gusta mucho la publicidad, el marketing, los eslóganes que hay que ponerle a cada empresa para que pegue. ¡Eso es la llegada!

“Claro que Dios nos ha dado muchas cosas más en la vida, pero con trabajo”, agrega el maestro que sortea el estrés con un viaje a Sancos, en Ayacucho. “Tenemos nuestro ganadito ahí, en un pequeño fundo, y hoy criamos nuestras reses. Y, cada vez que estamos saturados, nos escapamos. A la orilla del río tenemos una casita de campo humilde y ahí nos sentimos mejor. Esa es la mejor terapia”.

—Además del Señor de la Ascensión, ¿de qué otro santo es devoto?

—Del Patrón Santiago, totalmente.

“Si ven la retama, estamos a 2.500 m s. n. m”. Parece una lección geográfica, pero se trata de una identitaria. El propósito de Isaac Sarmiento es acercar a un país completo a las vértices de todo aquello que compone el sentido de patria: colores, relieves, melodías y hábitos.

Correctora web y columnista del espacio Glosario azul en La República. Periodista piurana (Udep) con experiencia en el género argumentativo y narrativo, y en la docencia de la gramática española.