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Espectáculos

El teatro que se fue y el que nos espera

El cese de actividades debido a la pandemia fue un duro golpe para las artes. Muchas productoras, agrupaciones y actores del sector teatral independiente tuvieron que renovarse vía la tecnología para sobrevivir.

Todos los involucrados en esta rama artística es consciente de la labor titánica que se les avecina para recuperar la confianza del público. Foto: Aldair Mejía/La República
Todos los involucrados en esta rama artística es consciente de la labor titánica que se les avecina para recuperar la confianza del público. Foto: Aldair Mejía/La República

El rubro de las artes y cultura ya tenía problemas antes de la pandemia. Ahora, tras el virus que marcó el 2020, el sector independiente del teatro ha tenido que adaptarse para seguir realizando obras o, en el peor casos, solo mantenerse a flote.

El teatro ya la tenía difícil

Desde antes del coronavirus, financiar una producción teatral era una labor titánica. “Para abrir un telón tienes que pagarle a la APDAYC, a la Municipalidad, es una lista de cosas,” enumera el reconocido actor Pold Gastelo, recuperado hace unos meses de la COVID-19.

Asimismo, su colega Leonardo Torres Vilar aclara que la pandemia agarró desprevenidos a todos los trabajadores de este arte. Para subsistir, los teatros físicos han utilizado sus locales “en grabaciones de obras teatrales o de otros fines”, cuenta.

“A todos los teatristas esto nos agarró muy de sorpresa y no hubo estrategias puntuales”, confiesa. Sin embargo, reconoce “los esfuerzos que pueda haber hecho el Ministerio de Cultura para ayudar”. Señala que aunque “hubo subsidios, ayudas y todo eso”, también puede discutirse su cantidad y alcance.

“Todos la hemos pasado mal. Todos hemos sufrido pérdidas. Y en un año con planes, hemos pasado en rojo muchos grupos, actores, directores, teatros, esa es la verdad”, concluye Torres.

Esta visión de un golpe especialmente duro al sector teatral es compartida por Pold. “El arte encima es una profesión que hasta hoy sigue siendo incomprendida. La gente cree que uno vive del aire”.

“Que los artistas, como nos gusta lo que hacemos, de pronto solo falta que nos digan ‘bueno, ¿pero quién te mandó a ser artista?’,” se lamenta.

En la misma línea, Paco Caparó, director del Club de Teatro de Lima, considera que el rubro ha sobrevivido porque los artistas independientes están acostumbrados a los golpes.

“Y como no estamos acostumbrados a recibir un dinero extra para mantenernos y todo lo hacemos con nuestros propios recursos, hemos sabido adaptarnos más rápido”, asegura.

Por su parte, para Ximena Arroyo, directora de la Asociación de Artistas Aficionados (AAA), el “teatro en sí” está de descanso. Y asegura que solo han sobrevivido los espacios teatrales que cambiaron de rubro o se reinventaron gracias a la tecnología.

El teatro luego de la pandemia

Arroyo sostiene que quienes hacen teatro han sobrevivido “buscando nuevas formas para contar, crear y encontrarse a través de las herramientas digitales”.

Para ella, algunas estrategias para mantener con vida al teatro fueron “básicamente la difusión y permanencia a través de las redes, descubriendo distintas maneras de creación y formación”.

La también actriz comenta que “la virtualidad ha llegado para quedarse y, como todo, tiene cosas maravillosamente positivas”.

Por otro lado, Pold Gastelo lamenta que con esta interrupción se retroceda lo que se había logrado durante los últimos años en la relación entre teatro y público.

“Se había avanzado en los últimos años mucho con respecto a que el público fuera a las salas. Lo comparo con hace 20 años, y la verdad que había un público que ya era asiduo al teatro, y todo eso ha retrocedido por esta pandemia”, expresa Gastelo, también docente en el Club de Teatro de Lima.

El actor espera, además, que luego se implementen políticas municipales, ministeriales, o de asociaciones grandes “para promover el teatro aunque sea inicialmente en espacios más abiertos”, o en teatros próximos a abrir “que tengan solo el aforo de cuarenta personas,” y con su debida reducción de impuestos y costos.

“Se podría pedir que este tipo de cosas también se regulen, se bajen, se pueda exonerar de algunas cosas,” propone.

En tanto, Caparó, como responsable del Club de Teatro de Lima, confirma que parte de las estrategias logradas fue el paso al Zoom para obras y clases.

“Lo online nos ha salvado, nos ha hecho aprender nuevas cosas, nos ha hecho estudiar nuevas formas. Desde allí esta pandemia nos deja algo valioso, al menos. Seguimos aprendiendo”, sostiene con entusiasmo.

Con la misma intención de resaltar lo positivo, Pold considera que “la tecnología sumada al arte” lo democratiza y pluraliza. Él mismo ahora enseña a varios alumnos de provincias y del extranjero.

Año de pérdidas

“Nosotros (en el Club de Teatro de Lima) solo hacemos temporada viernes, sábado y domingo. Este año prometía bien, porque había muchos grupos que se nos habían acercado para hacer funciones con obras”, narra Caparó.

En su local, ubicado en Miraflores, el club había programado tres funciones los sábados. “Teníamos ese contrato de palabra y por ser firmado, cuando de pronto la pandemia estalla”, explica su director. “Teníamos unas seis agrupaciones, aproximadamente, y habíamos conversado con otras cuatro”.

“Habremos perdido en general, en este año, solo en cuanto a la sala de teatro, unos 20.000 soles,” revela Caparó.

Por su parte, aunque Ximena Arroyo de la AAA acepta que es importante saber cuánto dejó de percibir su sector, duda que esa información se tenga registrada. Su espacio ubicado al lado del Teatro Municipal de Lima tenía actividades todos los días, como funciones externas con alquiler del espacio y sus talleres mensuales.

“Los espacios autogestionados venimos arrastrando nueve meses de deudas. No recibimos financiamiento de ningún lado y es por ello que hay mucha ansiedad por volver a las salas, pero hay mucho riesgo aún”, reflexiona la directora.

“Nosotros (en la AAA) íbamos a tener el año completo solo con producciones propias. Entre los trabajos finales de los talleres de montaje, montajes institucionales; aproximadamente nueve temporadas,” explica sobre sus proyectos en este 2020 lleno de interrupciones.

En tanto, el taller El estudio de Leonardo Torres Vilar mostraba la obra Mañana me caso en el Teatro Julieta. “Teníamos una temporada de un mes y cinco semanas. Llegamos a hacer siete funciones y ahí tuvimos que cerrar,” cuenta.

“Teníamos planeada también otra obra que se iba a realizar en el Teatro de Lucia en noviembre y diciembre,” comparte Torres.

“Como actor y como director de El estudio, he visto mis proyectos interrumpidos,” señala el también docente. “Tengo la esperanza de que una vez que la cosa se normalice podamos regresar a todo eso y con todos sus males y tardanzas podamos retomar el 2020 quizá en el 2022. Eso sería un mal menor”, calcula a modo realista.

Por otro lado, Pold Gastelo asegura que lo que le ‘salvó' fue que también labora como profesor. “He podido salvar parte de esa chamba, quizá a menos precio, menos horas. Ha tenido que bajar todo, pero tengo algo”, expresa.

Pold también confiesa no tener “la menor idea” sobre la cantidad que dejó de ganar este año. “El teatro se hundió, eso es real, y cualquier forma de espectáculo presencial: los músicos, los bailarines, todo el mundo que necesita concentrar gente”.

“Deben ser millones de pérdidas en todo el mundo, no solamente en el Perú”, estima.

El futuro híbrido que nos espera: público presente y a distancia

Sobre lo que nos espera en las salas, Pold ve que la opción actual encontrará su propio nombre. “Ahora le dicen teatro virtual, pero yo no porque siento que la condición del teatro es que tengas al público en vivo”, defiende. Pero acepta que la vía virtual “ha mezclado el teatro, el cine, la televisión y hasta las redes sociales.”

Sobre el mismo punto, Leonardo Torres, cuenta cómo hubo algunas iniciativas importantes para mantener vivo el teatro “sobre todo a un nivel de streaming, o de televisión, con la consecuente discusión de si eso es teatro o no”.

“Definitivamente era un forma de sobrevivir, de proveer de trabajo, de no estar quietos”, aclara Leonardo e incluso admite que tal vez hace un año podría haber dicho tajantemente que el teatro virtual no era teatro. Hoy, un poco más permisivo y frente a la coyuntura, el actor llega a calificarlo como “un nuevo medio”.

Con la misma aceptación de nuevos aires, la responsable de la AAA , Ximena Arroyo, no cree que la tecnología deje un mal precedente sobre el teatro. Torres coincide y agrega que las cosas que se han descubierto en el teatro virtual, “o en la manera virtual de trabajar”, va a dejar “cosas valiosas e importantes para el futuro”.

Mientras que Leonardo ve que todo lo aprendido en esta temporada se quedará con nosotros para apoyar a la forma tradicional de teatro, Pold va más allá y visualiza montajes híbridos donde haya un público que lo vea en vivo y otro desde casa. “Estoy seguro que se van a inventar alguna aplicación especialmente pensando en el teatro”, agrega.

“La situación tan horrible que ha pasado este año ha sido el paso de una era a otra de una sola patada,” concluye Pold sobre el 2020.

Caparó, desde el Club de Teatro, tampoco considera que la tecnología deje algo negativo. Aunque entiende que hay muchos compañeros de las tablas que necesitan ese ‘convivio teatral’ en un mismo espacio físico.

“Lo que estoy planeando es una especie de híbrido con transmisiones desde la casa, transmisión presencial desde el espacio del Club del Teatro y con videos grabados puestos en un fondo de pantalla ahí en el club. Todo eso transmitido por streaming,” adelanta el director.

Reactivar el teatro

En lo que coinciden los actores y directores consultados para la realización de esta nota es en la gran labor que se les avecina para recuperar todo.

“El teatro como tal ya no lo tenemos y esa es una realidad. Recuperar a nuestro público y presentarle una alternativa atractiva para recuperar nuestros espacios de manera presencial es el reto que se nos presenta”, manifiesta Ximena Arroyo, responsable de la AAA.

“Habrá que elaborar planes de reactivación para darle la confianza al público, para que pueda asistir nuevamente a un concierto de música, un recital, una obra de teatro. Así que se viene mucha chamba para asegurarle esa confianza, y de paso para reactivar las nuevas producciones”, opina sobre el mismo punto Gastelo. Para él, lo que viene es más difícil porque significa “volver a entusiasmar al público”

Asimismo, de manera casi solemne y con el respeto de un artista a su público, Caparó quiere que las obras presenciales regresen pronto, pero con los debidos cuidados para los asistentes.

“A mí no me gustaría en absoluto abrir mi espacio por el que he seguido pagando alquiler, luz, agua y teléfono, regresar desesperadamente, y que se contagie alguien de esta enfermedad maldita y nos cierren el lugar. Sería lo peor que pueda pasar”, aclara.

“Siento que ahora todos los espacios teatrales vamos a ser muy cuidadosos y vamos a estar muy atentos a cumplir con los protocolos antes de abrir. Muchos compañeros de teatro están desesperados porque se abran los espacios teatrales, pero creo que no están pensando lo que nos va a costar a los que tenemos la sala. Desde ese punto de vista, creo que lo más conveniente es abrir cuando tengamos que abrir. No a la loca, no a la desesperada, porque hasta nosotros nos podemos enfermar y quién sabe lo que nos podría pasar”, comparte como reflexión.

Más datos

De acuerdo al Mapeo nacional del Movimiento de Grupos de Teatro Independiente del Perú realizado en junio 2020 a 320 grupos distribuidos en todas las regiones del país, casi 8.000 funciones han sido suspendidas.

Por otro lado, según arroja la encuesta Impacto económico de la COVID-19 en el Teatro Peruano, hecha el 6 de abril entre 173 organizaciones, 453 temporadas y 3.239 funciones fueron canceladas. Además, 15.025 entradas fueron devueltas y 344.919 soles fueron reembolsados en preventa, lo que suma S/ 4,5 millones.

En tanto, la encuesta de la Red de Creadorxs y Gestorxs Culturales Independiente - Perú, de abril 2020 a 330 creadores y gestores, constata que el 91,2% depende económicamente de su trabajo como creador o gestor cultural independiente.

El estudio visualiza, además, que el 71,9% no está afiliado a ninguna AFP u ONP. Por su parte, el 55,9% no tiene ningún tipo de seguro de salud.

Desde el 16 de marzo se van contando al menos 58 muertes de sabios, creadores o gestores culturales independientes.