Economía

Vuelven los cines: la experiencia detrás del retorno de la pantalla grande

Desde adentro. Industria reabre sus puertas sin la venta de alimentos y bebidas después de un año y medio. La República presenció y registró todos los pormenores del regreso de una de las cadenas más influyentes del mercado.

Espacios. De acuerdo con el número de entradas adquiridas, se bloquean en similar cantidad las butacas aledañas para respetar el distanciamiento. Foto: John Reyes/La República
Espacios. De acuerdo con el número de entradas adquiridas, se bloquean en similar cantidad las butacas aledañas para respetar el distanciamiento. Foto: John Reyes/La República

Aproximadamente 16 meses transcurrieron para que los cines vuelvan a abrir sus puertas al público, y como un fiel reflejo de la soledad que acarrea los primeros minutos de Avengers: End Game –la película más taquillera de la historia del Perú– las instalaciones del Cineplanet de Alcázar (Miraflores) yacen presas del silencio y anhelando una realidad esfumada de la noche a la mañana.

Resguardo absoluto

El control previo al ingreso respeta los estándares sanitarios: desinfección de las manos, zapatos y control de la temperatura, aunque lo cuestionable es que para utilizar los dispensadores de alcohol en gel uno debe tocar con la mano el chisguete, cuando lo más recomendable sería optar por dispensadores con pedales para reducir el contacto con esta superficie.

La señalización y paneles informativos acompañan a los visitantes en su camino a las salas. Ya en el lobby, donde habitualmente se replegaban asientos y demás posters promocionales de futuros estrenos, apenas se observan unos globos blanquiazules que nutren el vacío.

Y es que, antes de la pandemia, al llegar las cinco de la tarde empezaba lo que en el argot de los trabajadores del cine se conoce como hora rush: un espacio de adrenalina pura en la que se deben atender y agitar a las masas para que lleguen a tiempo a sus butacas y abastezcan sus bandejas de pop corn, bebidas y golosinas; mientras que en la actualidad, con un vago ejercicio mental, tranquilamente se pueden contar pequeñas islas de dos a cuatro personas –casi todos siempre acompañados de un niño– desplazándose por las instalaciones, sin prisa alguna y por largos intervalos, aunque pese a la genuina desolación, todos se mostraron entusiasmados por el retorno.

¿Se cumple el distanciamiento?

El criterio al que apela Cineplanet para que se respete el distanciamiento social al interior de las salas es el siguiente: si compras dos (tres o cuatro) entradas para un determinado espacio, se bloquean dos o tres butacas tanto en la parte frontal y trasera como en los laterales; lo cual arroja una media de 20 a 30 espectadores por función en los horarios de mayor concurrencia.

Juan José Duffoo, director comercial de Cineplanet, cuenta que le han dado prioridad a la venta online de entradas para evitar aglomeraciones; no obstante, igual se habilitó la venta presencial para aquellos usuarios que no están muy familiarizados con esta modalidad.

“Es recomendable venir solo con el núcleo familiar”, comenta Duffoo.

Es sabido que un puente no se tiende de un solo lado, y en la reactivación de los cines –como debería ser en toda actividad económica– la viabilidad y seguridad de esta depende tanto de la voluntad de la empresa como de los visitantes.

Los trabajadores son conscientes de que no pueden husmear en las pertenencias de los visitantes ni interrumpir las funciones con una linterna para verificar que tengan la mascarilla bien puesta, cumplan con no comer ningún aperitivo encaletado o estén besándose hasta la sombra, por lo cual apuestan al compromiso de los clientes para que la experiencia sea grata pese a las limitaciones.

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Limpieza

Previo a la nueva normalidad que exige el coronavirus, la limpieza de salas era una especie de carrera a contrarreloj, ya que cuadrillas de hasta diez empleados se encargaban de recoger los desperdicios, aspirar, barrer y limpiar cada butaca en el menor tiempo posible para darle paso a una nueva función.

Ahora, al estar las funciones programadas con un criterio más escalonado, y al no haber tantos residuos que desaparecer, apenas dos trabajadores se encargan de asear las salas con una nebulizadora con amonio cuaternario, un insumo que se exige aplicar en los protocolos sanitarios.

Un retorno no ajeno a las críticas

Contrario al entusiasmo visto en los visitantes, en las redes sociales diversos ciudadanos manifestaron su rechazo a los precios con los que esta cadena retorna: dependiendo del distrito, estos oscilan entre S/ 20 a S/ 31, comparando estos montos con lo que se destinaría a la suscripción mensual de las plataformas de streaming.

Empresas como CineStar y Movie Time, por el contrario, mantienen precios de S/ 6 a S/ 14.

Desde la Asociación Nacional de Salas de Cine (Anasaci) pidieron al Gobierno permitir la venta de alimentos y bebidas, con lo cual se permitiría una reactivación total de los 10 mil trabajadores del sector. No obstante, con las restricciones actuales, apenas ha regresado el 40% de empleados, ya que la mayoría se ubicaban en las zonas de confitería.

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