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Ciencia

Científicos descubren una forma de vida en el cielo a 3.000 metros altura: se transporta por el aire y es imperceptible

Un equipo de investigadores ha encontrado formas de vida que se desplazan en corrientes de aire a gran altitud. El estudio indica posibles implicaciones para la salud.

Científicos han descubierto bacterias y hongos a 3.000 metros de altura, transportados por corrientes de aire, lo que plantea preguntas sobre su impacto en la salud humana. Foto: Pexels
Científicos han descubierto bacterias y hongos a 3.000 metros de altura, transportados por corrientes de aire, lo que plantea preguntas sobre su impacto en la salud humana. Foto: Pexels

A una altitud de 3,000 metros, un grupo de científicos ha encontrado cientos de organismos que se desplazan por el aire. Este descubrimiento, realizado sobre Japón, muestra que son transportados por corrientes de viento a lo largo de miles de kilómetros. Entre los organismos identificados se encuentran bacterias y hongos, algunos de los cuales podrían representar una amenaza potencial para la salud humana.

El estudio, dirigido por Xavier Rodó, ecólogo computacional del Instituto de Salud Global de Barcelona, revela que un tercio de las bacterias y más de la mitad de los hongos detectados podrían ser patógenos humanos. Estos microbios viajaron más de 1.900 kilómetros antes de ser capturados, lo que plantea nuevas preguntas sobre la propagación de enfermedades en diferentes regiones del mundo.

Microbios en el aire: ¿una amenaza latente?

El cielo ha demostrado ser un ecosistema dinámico, capaz de albergar vida en altitudes inesperadas. Los científicos descubrieron que entre los microbios transportados por el aire a 3.000 metros de altura, muchos pertenecen a grupos que suelen habitar en plantas o suelos, pero también hay otros que pueden vivir en el cuerpo humano. Rodó destacó que, aunque algunos de estos microorganismos son miembros inofensivos del microbioma humano, otros podrían causar infecciones.

Las corrientes de viento, provenientes del noreste de China, pueden llevar microorganismos a largas distancias, contribuyendo a la dispersión de enfermedades. Foto: Pexels

Las corrientes de viento, provenientes del noreste de China, pueden llevar microorganismos a largas distancias, contribuyendo a la dispersión de enfermedades. Foto: Pexels

Uno de los aspectos más intrigantes del descubrimiento es la posible relación entre los patógenos encontrados y enfermedades humanas. Aunque el estudio no confirma que estos gérmenes puedan desencadenar brotes al regresar a la superficie, sí apunta a la necesidad de vigilar de cerca cómo los vientos transportan estos microbios a través de grandes distancias. "Es un fenómeno que requiere más atención", afirmó Rodó.

El viento como vehículo de propagación de patógenos

Una de las teorías exploradas por los científicos es la relación entre las corrientes de viento y la dispersión de enfermedades. Durante la investigación, se observó que las corrientes de viento provenientes del noreste de China coinciden con picos de la enfermedad de Kawasaki en Japón. Esta dolencia infantil, aún misteriosa, causa fiebre y sarpullidos, y se sospecha que puede estar vinculada a un patógeno transportado por el aire.

 La investigación sugiere una posible conexión entre los vientos que viajan desde Asia y los brotes de esta enfermedad infantil en Japón y otras regiones. Foto: Pexels

La investigación sugiere una posible conexión entre los vientos que viajan desde Asia y los brotes de esta enfermedad infantil en Japón y otras regiones. Foto: Pexels

Las corrientes de aire que viajan desde China podrían estar trayendo consigo microorganismos generados por actividades humanas, como la agricultura intensiva o la ganadería. Estos vientos cruzan grandes extensiones de terreno y mar, lo que abre la posibilidad de que patógenos del suelo o incluso de fertilizantes lleguen a nuevas regiones, afectando la salud pública.

Bacterias y hongos en la troposfera: hallazgos inesperados

El equipo de Rodó realizó 10 vuelos en un avión Cessna para capturar muestras de aire en la tropósfera, la capa de la atmósfera que permite a las masas de aire viajar grandes distancias rápidamente. A través de filtros especializados, los investigadores lograron identificar 266 tipos de hongos y 305 tipos de bacterias, muchos de los cuales sobrevivieron a la travesía aérea y pudieron cultivarse en el laboratorio.

Algunos de estos microbios mostraron una notable resistencia a condiciones extremas, lo que indica que pueden adaptarse a entornos inhóspitos como la atmósfera a gran altitud. Además, varios de ellos provienen de áreas altamente contaminadas, lo que sugiere que su presencia en el aire podría estar relacionada con la erosión del suelo y otras actividades humanas. La detección de hafnio, un mineral raro asociado a minas chinas, refuerza esta hipótesis.

Desafíos y avances en el estudio de patógenos aéreos

A pesar de los avances logrados, los científicos enfrentan desafíos significativos para comprender plenamente cómo estos patógenos aéreos interactúan con el ambiente y los humanos. Hasta ahora, se han identificado muchos microbios, pero se desconoce si son capaces de causar enfermedades tras su largo viaje por el aire. Investigadores como David Schmale, aerobiólogo del Tecnológico de Virginia, sugieren que estos patógenos deben someterse a pruebas más rigurosas en células humanas o animales para determinar su verdadero impacto.

El equipo de Rodó continúa analizando las muestras recolectadas y planea realizar experimentos adicionales para exponer células pulmonares humanas a los microbios del aire. Además, se han comenzado a descubrir virus en las muestras, lo que abre la puerta a nuevas investigaciones sobre la propagación de enfermedades a través de la atmósfera.