
El 31 de mayo de 1970, el Perú vivió una de las tragedias más grandes de su historia. Un terremoto de magnitud 7.9, con en Áncash, desató una serie de devastaciones que cambiarían la historia del país. Mientras los peruanos celebraban el esperado debut de la selección nacional en el Mundial de Fútbol en México, nada los preparaba para el desastre que estaba a punto de ocurrir.
El terremoto sacudió gran parte del país y causó pánico entre la población. Sin embargo, lo peor estaba a punto de venir: el desprendimiento de la ladera oriental del nevado Huascarán generó un aluvión que arrasó con la ciudad de Yungay, sepultando a sus habitantes y a la ciudad entera. Dejó un saldo de solo 300 sobrevivientes. Las escenas de desesperación fueron indescriptibles, y la ciudad, prácticamente desaparecida bajo los escombros, se convirtió en un símbolo de la tragedia.
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El balance de la tragedia fue estremecedor: más de 70.000 muertos, 20.000 desaparecidos y miles de heridos. La respuesta inicial de ayuda se vio dificultada por la densa nube de polvo que cubría la zona, lo que impedía el aterrizaje de los aviones. A pesar del dolor y la desesperación, la ayuda internacional pronto llegó, y se estableció una nueva Yungay para albergar a los pocos sobrevivientes.
El reconocido sismólogo Mateo Casaverde, presente en la zona en ese momento, logró refugiarse junto a una delegación de expertos de la ex-Yugoslavia, pocos segundos antes de que el aluvión pasara a su lado. Las cuatro palmeras de la Plaza de Armas quedaron como los únicos vestigios visibles de lo que había sido una ciudad próspera.
La ciudad de Yungay quedó bajo escombros después del fatídico terremoto. Foto: Andina
En respuesta a la tragedia, se crearon organizaciones como CRYRZA, encargada de la reconstrucción, y el Instituto Nacional de Defensa Civil (INDECI), establecido en 1972. Estos esfuerzos marcaron el inicio de una cultura de prevención sísmica en el país. Perú, ubicado en el Cinturón de Fuego del Pacífico, sabe que debe estar preparado para enfrentar desastres naturales, y el 31 de mayo se convirtió en el Día Nacional de Prevención de Sismos.
El desastre de Yungay marcó un hito en la historia de Perú, lo que llevó al país a mejorar sus medidas de preparación y respuesta ante desastres naturales.
Dos días después de la tragedia, el fútbol brindó una mínima dosis de consuelo. La selección peruana logró una histórica victoria por 3-2 sobre Bulgaria en la Copa del Mundo de 1970, en un partido que fue precedido por un minuto de silencio en homenaje a las víctimas del terremoto. Los jugadores, vistiendo cintillos negros, mostraron su solidaridad con los afectados.
La provincia de Yungay está ubicada en la zona alto andina, en Huaraz, dentro del llamado Callejón de Huaylas, limita con dos provincias de la zona costa (Santa y Casma) y con siete provincias de la zona sierra (Huaylas, Pomabamba, Asunción, C.F. Fitzcarrald, Mcal. Luzuriaga, Huaraz y Carhuaz).

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