
El Parque Arqueológico de Pikillaqta, ubicado en el distrito de Lucre (Quispicanchi, Cusco), vuelve a captar la atención de especialistas y estudiosos de las culturas prehispánicas tras la reciente restauración del sector conocido como Plaza Kancha. Este conjunto arquitectónico, construido por la cultura Wari entre los siglos VI y IX d.C., ofrece nuevas pistas sobre su compleja organización urbana y su proyección interregional.
Durante los trabajos realizados por especialistas de la Dirección Desconcentrada de Cultura (DDC) de Cusco, se revelaron elementos arquitectónicos significativos como graderías, canales y escalinatas, que fueron adaptados a lo largo de distintas fases de ocupación del sitio. Se estima que aproximadamente 200 familias habitaron esta ciudadela de piedra y barro durante su época de esplendor.
El arqueólogo Liborio Saavedra destacó que Pikillaqta fue una población clave en el camino al Qollasuyo y Antisuyo y que tuvo tres etapas de ocupación importantes: preincaica (Wari), incaica y colonial, hasta el siglo XVI.
Las estructuras, compuestas por muros de piedra unidos con barro, fueron cuidadosamente restauradas respetando su valor histórico. Además de la recuperación estructural, las excavaciones permitieron importantes descubrimientos: se hallaron piezas cerámicas de diversos estilos como Qotakalle, Wari local, Viñaque, Cajamarca, Huamanga y Chaquipampa, así como artefactos líticos y objetos metálicos.
Estos materiales evidencian la conexión de Pikillaqta con regiones distantes del actual territorio peruano, e incluso con la costa ecuatoriana; como lo demuestra la presencia del spondylus, una concha marina de alto valor simbólico y comercial en el mundo andino.
Uno de los hallazgos más reveladores fue la identificación de antiguos basurales distribuidos en distintas kanchas (espacios) del complejo, los cuales aportan información sobre el consumo alimentario de la época. Los restos indican una dieta basada en flora y fauna tanto local como foránea, lo que sugiere prácticas de intercambio y movilidad de bienes.
“Estos elementos refuerzan la idea de que Pikillaqta no fue solo un centro administrativo, sino un nodo de conexión entre diversas regiones del antiguo Perú”, explicó el especialista.
La reciente restauración impulsada por la DDC-Cusco, con una inversión superior a los 10 millones de soles, ha devuelto protagonismo a este sitio monumental, testimonio vivo de la ingeniería, organización y trascendencia cultural de la civilización Wari. Pikillaqta será incluido en el nuevo circuito turístico del valle sur.

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