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Sociedad

La historia de la huerta del último virrey en Lima que hoy es uno de los barrios más peligrosos de la capital

La Huerta Perdida, en Barrios Altos, pasó de ser un espacio agrícola en la época colonial a una de las zonas más peligrosas de Lima, reflejando el contraste entre su pasado y presente.

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Actualmente, la Huerta Perdida es considerado uno de los barrios más peligrosos de la capital limeña/Composición LR/Foto: Andina

La Huerta Perdida, un sector de Barrios Altos, ha pasado de ser un espacio agrícola en la época colonial a convertirse en una de las áreas más peligrosas de Lima. La historia de este barrio refleja el contraste entre su pasado florido y su presente marcado por la delincuencia.

La huerta perdida es considerado como una 'Zona Roja' debido a los altos reportes de delincuencia actualmente. Foto: Difusión.

En el siglo XIX, la zona era conocida por su belleza natural, adornada con flores exóticas y cultivos que abastecían a la ciudad. Sin embargo, la llegada de la violencia y la criminalidad ha transformado este lugar en una 'zona roja', donde la inseguridad y la presencia de pandillas son una constante.

El pasado de la Huerta Perdida: un lugar muy visitado por el último virrey de Lima

La historia de la Huerta Perdida es un recordatorio de cómo el tiempo y las circunstancias pueden cambiar la identidad de un lugar. Convierte lo que una vez fue un símbolo de vida y prosperidad en un espacio de temor y desconfianza.

Uno de los lugares más visitados por su amplia variedad de flores exóticas y frutos fue la huerta perdida. Foto: Lima Colonial

Durante el virreinato, Lima se caracterizaba por sus huertas, que desempeñaban un papel crucial en la economía local. Pedro Cieza de León, en su obra “La crónica del Perú”, documentó la existencia de terrenos dedicados al cultivo, que llenaban de vida la ciudad. La Huerta Perdida, establecida por José de la Serna, último virrey del Perú, se convirtió en un símbolo de esta época, atrayendo la atención de los limeños por su belleza.

"Fuera de la ciudad, a una parte y a otra, las muchas estancias y heredamientos, donde los españoles tienen sus ganados y palomares, y muchas viñas y huertas muy frescas y deleitosas, llenas de las frutas naturales de la tierra, y de higuerales, platanares, granados, cañas dulces, melones y las legumbres que se han traído de España".

En la época colonial, la economía de Lima se basaba en la minería, el comercio y la agricultura, además de depender de la explotación de la población indígena mediante el sistema de encomiendas. Mientras los indígenas eran forzados a trabajar bajo órdenes estrictas, las huertas prosperaban, beneficiando a los colonizadores españoles. Esta dinámica evidenciaba la desigualdad y el abuso que caracterizaban la relación entre los colonizadores y los pueblos originarios.

Valle de Lima. Los primeros españoles hicieron del lugar un lugar de basto comercio. Foto: Reportero de la Historia

En la actualidad, una de las huertas más significativas de Lima se localizaba en lo que hoy conocemos como Barrios Altos. No es necesario ser un experto en historia ni haber investigado exhaustivamente el periodo virreinal para inferir que en la zona donde ahora se levantan viviendas, existió una vasta huerta. Esta deducción se hace evidente al observar el nombre que se le atribuye: Huerta Perdida.

La Huerta Perdida: uno de los barrios más peligrosos de Lima

Hoy en día, la Huerta Perdida, ubicada cerca del Conjunto Habitacional Martinete, a escasos metros del río Rímac y del cementerio El Ángel, es considerada una de las zonas más peligrosas de Lima. La policía clasifica esta área como una 'zona roja', donde la delincuencia y la violencia son comunes. A pesar de los esfuerzos por mejorar la seguridad, los índices de robos y asaltos continúan en aumento, lo que ha llevado a muchos comerciantes a evitar la zona.

En ese sentido, antes de que se construyeran viviendas en la zona, existía una amplia huerta cuyo origen se remonta a las primeras décadas del siglo XIX. A pesar de su rica historia, Barrios Altos enfrenta numerosos desafíos. La infraestructura deteriorada y la inseguridad han afectado la calidad de vida de sus residentes. Sin embargo, la comunidad sigue comprometida con la preservación de su patrimonio cultural, buscando revitalizar el área y mantener vivas sus tradiciones.