En un rincón de Lima Norte, alejado del bullicio y rodeado de cerros grises, se alza el Centro Nuclear Óscar Miró Quesada de la Guerra, conocido también como Racso. Esta imponente edificación no solo destaca por ser única en el país, sino porque alberga el reactor nuclear de investigación más potente de Sudamérica, el RP-10. Desde su inauguración en 1988, en medio de una difícil crisis económica nacional, este centro ha impulsado el desarrollo tecnológico y científico, desmitificando temores asociados a la energía nuclear.
La instalación no genera electricidad ni riesgos comparables a desastres como Chernobyl o Fukushima. Su reactor, que opera con una capacidad de 10 megavatios, está destinado exclusivamente a la investigación y producción de insumos médicos como los radiofármacos, esenciales para tratar enfermedades como el cáncer. Este centro, lejos de representar un peligro, es un bastión de innovación y seguridad.
Carabayllo, un distrito que combina historia y modernidad, alberga este singular centro nuclear en la zona conocida como Huarangal, cerca del río Chillón. Su estratégica ubicación en la quebrada San Juan permite a las instalaciones operar en un entorno controlado y con estrictas medidas de seguridad. El Centro Nuclear Óscar Miró Quesada se erige como un símbolo de la capacidad científica del país, destacando en un área generalmente más asociada a actividades urbanas y rurales.
El enorme torreón en forma de cúpula que caracteriza al centro es visible desde la distancia. En su interior, además del reactor RP-10, se desarrollan investigaciones en campos como la arqueología, la industria y la agricultura. Cada rincón de este centro respira innovación, con equipos especializados que garantizan un funcionamiento impecable y seguro.
El RP-10 es un reactor de investigación que opera con un diseño minucioso para producir radioisótopos, esenciales en la medicina nuclear. Su núcleo se encuentra sumergido en una piscina de 11 metros de profundidad, donde se generan estas sustancias radiactivas que son manipuladas con brazos hidráulicos en un entorno controlado conocido como “celda caliente”.
Interior del reactor nuclear de investigación RP-10. Foto: Jeremias Querevalu
Los productos resultantes, como el tecnecio 99m y el iodo 131, se distribuyen a hospitales y clínicas en todo el país. Estos insumos permiten diagnosticar y tratar enfermedades, beneficiando a más de 35,000 pacientes anualmente. El trabajo en el reactor no se detiene, ya que los especialistas deben operar incluso en horarios nocturnos para garantizar la entrega puntual y efectiva de estos medicamentos vitales.
El RP-10 destaca no solo por su capacidad de 10 megavatios, sino por su contribución única a la ciencia y la salud en la región. A diferencia de otros reactores de investigación en Sudamérica, este cuenta con tecnología avanzada que permite producir radiofármacos en cantidades significativas, posicionándolo como un pilar en el diagnóstico y tratamiento médico.
El Centro Nuclear Óscar Miro Quesada se encuentra en el distrito de Carabayllo. Foto: Instituto Peruano de Energía Nuclear
Además, el centro realiza proyectos pioneros, como el desarrollo de sistemas de dosimetría 3D, que optimizan los tratamientos de radioterapia, asegurando que la radiación impacte únicamente las áreas necesarias. Estas innovaciones subrayan la relevancia del RP-10 y su papel como motor de progreso en el ámbito científico y médico.