La Encuesta Nacional de Demografía y Salud (Endes) 2024-I, elaborada por el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), revela que la desnutrición crónica, entre los niños menores de 5 años, ha escalado del 11,5% en el año 2023 a 12,2% en el primer semestre del 2024.
Estos porcentajes representan una situación que no se había registrado desde el 2019, lo que demuestra que existe una urgencia por abordar esta crisis con medidas efectivas.
Sin servicios básicos
La nutricionista Jessica Huamán, vocera de la Plataforma de Seguridad Alimentaria, señaló que las tres causas probables de esta tendencia al alza son la falta de acceso a alimentos de origen animal en la población más vulnerable; el aumento de la enfermedad diarreica aguda por la falta de servicios básicos, como el agua; así como el desabastecimiento del primer nivel de atención de salud (postas) porque las madres no pueden sacar cita para llevar a sus niños a sus controles de crecimiento.
“Esto es grave porque el 80% del cerebro se forma hasta los 3 años. Si el niño tiene desnutrición crónica hasta esa edad, no va haber una conexión neuronal adecuada, no va a tener un buen desempeño cognitivo y el niño va a tener un compromiso en todo su desarrollo”, explicó.
En tanto, la dirigenta de la Red de Ollas Comunes de Lima, Fortunata Palomino, señaló que han solicitado al Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (Midis) una mesa de trabajo para abordar el problema de desnutrición crónica infantil, pero no les han hecho caso.
Precisó que las ollas comunes carecen de productos proteicos y sus derivados. También cuestionó que a los programas sociales les dan más carbohidratos en lugar de facilitar el acceso a proteínas y verduras. A ello se suma el desconocimiento de la gente, que, por sus creencias religiosas, no permite que sus niños consuman sangrecita.
De mal en peor
Al respecto, la extitular del Midis Carolina Trivelli lamentó esta situación, ya que en los últimos años la desnutrición crónica infantil había dejado de crecer. “Estaba manteniéndose en menos de 12%”, precisó.
Trivelli también dijo que era esperable este aumento porque estamos pasando por una crisis alimentaria debido a la reducción del acceso económico de las familias. “Las familias han tenido que achicar las porciones, saltarse algunas comidas o reducir la composición nutricional de las raciones. Muchas han tenido que sacrificar el consumo de proteína animal, que es clave para mantener a los niños bien nutridos”, afirmó.
Y dijo que esto tiene que ver con el incremento de la pobreza, la no recuperación de los mercados laborales y con los más de dos años de alta inflación en precios alimentarios.
Agregó que, según el informe de la pobreza de este año, a finales del 2023 las familias peruanas en promedio habían reducido en más de 5% su consumo real de alimentos y que su capacidad de comer había bajado en más de 10%. “Con eso, es obvio que se va a afectar la nutrición de los niños”, enfatizó.
Acciones urgentes
Pero¿qué se debe hacer? Trivelli recomendó retomar la estrategia multisectorial en la que participaban los ministerios de Salud, Desarrollo e Inclusión Social, Cultura y Vivienda para asegurar que los niños y niñas, incluso de las familias más pobres, accedan a un paquete completo que les permita enfrentar una situación de riesgo de desnutrición. “Necesitan agua segura, mejores materiales de vivienda, controles periódicos, tamizajes y alimentación nutritiva”.
Lamentó que el Gobierno haya minimizado la crisis alimentaria y no haya tomado medidas para enfrentarla.v