En aquellas emergencias donde se decide entre la vida y la muerte, cada segundo cuenta. Uno de los vehículos que simboliza esta carrera por llegar a tiempo es la ambulancia. El personal que trabaja en este servicio es fundamental para esa primera atención y el traslado hacia el hospital más cercano. Sin embargo, poco se conoce de ellos.
En esta crónica hablaremos con el chofer Luis Melgar, el médico Cristhian Montoya y la enfermera Cecilia Carranza.
A sus 55 años de edad, Cecilia le ha dedicado más de dos décadas a brindar auxilio inmediato. Cuenta que le ha tocado socorrer a muchas gestantes e incluso intervenir en un parto, pero también llevarse la última mirada de aquellos pacientes para los cuales no había salvación. Su centro de trabajo no es cualquiera, sino una ambulancia del Servicio de Transporte Asistido de Emergencia (STAE) de EsSalud.
Cecilia recuerda que, como madre, las mujeres embarazadas son casos especiales. Por ejemplo, cuando ayudó a una joven que tenía 28 semanas y esperaba a su primer bebé, según le contó en medio de la urgencia, luego de mucho tiempo de intentar ser mamá.
Cecilia realiza labores de rescate como enfermera y bombera. Foto: Bella Alvites/La República
“Este tipo de traslados son muy delicados porque en un bache, si la ambulancia salta, es crítico, podría salir el bebé y tiene pocas probabilidades de vivir. Llegamos al lugar y nos pusimos a tranquilizar a la mamita para que se reduzca la tensión. El niño tenía latidos y entró directo a sala. Eran un pequeño que habían esperado con muchas esperanzas”, recuerda.
Ella tiene la vocación por partida doble, pues no solo es enfermera emergencista, sino también bombera voluntaria en la compañía France 3, ubicada en el jirón Moquegua, centro de Lima.
“Siempre he tenido este deseo de servicio que me permite ser yo misma y me hace sentir viva”, exclama orgullosa.
Esa doble labor le recuerda lo ocurrido en Mesa Redonda en 2001, la tragedia que enlutó al país. Terminaba su turno como enfermera cuando, enterada de la noticia, corrió a su compañía, se vistió de rojo y ayudó hasta ser relevada.
No se fue a casa, pues la jornada fue tan larga que, extenuada, debía volver al hospital Ramón Castilla. Entró por urgencias con su traje de bombero.
“Mientras me cambiaba tocaron fuerte la puerta de la ambulancia, abro y era una niña que necesitaba inmediata atención. Me quedé con el pantalón turquesa y con el polo rojo. En la madrugada cumplí con mi turno como enfermera y al siguiente día a primera hora me convertí nuevamente en bombera”, recuerda sobre aquella maratónica jornada.
Cecilia es multifacética, pues también es bailarina profesional de caporales. “Es el tercer año que participo en el bloque de la Candelaria”, rememora.
El chofer de ambulancia Luis Enrique Melgar Mendoza tiene 24 años de servicio y en sus manos está la responsabilidad de que todos lleguen a tiempo.
Uno de los casos más impactantes a lo largo de su carrera fue cuando acudió a Pisco luego del terremoto del 2007.
“Era un caos. Por donde caminabas encontrabas cadáveres y estructuras caídas. Veías pacientes con fracturas múltiples y expuestas. Teníamos que tratar de estabilizarlos para trasladarlos”, aseveró.
La angustia también lo golpeaba por dentro. Su madre se encontraba en Ica, otra de las zonas donde el letal sismo dejó graves consecuencias. No tenía noticias de ella, pero eso no lo frenó.
Luis tenía fe en que todo estaría bien. Siempre ha tenido convicción. Además de su labor como conductor, es devoto del Señor de los Milagros. Al subir a la ambulancia, se persigna y encomienda al Cristo Moreno.
“Hace 26 años soy miembro de la Hermandad del Señor de los Milagros, la segunda cuadrilla. Le debo todo. Siempre le pido por mi familia y vengo con toda la fe del mundo a trabajar. Me ha hecho muchos milagros”, resalta.
Luis Enrique se consagra como fiel devoto al Señor de los Milagros. Foto: Bella Alvites/La República
Este fervoroso hombre del volante ha trabajado siempre en este servicio de EsSalud. Se quiere quedar hasta el final. “Todavía me faltan 14 años para cumplir los 70 y jubilarme. STAE me dio todo, familia, estabilidad laboral. Es mi vida. De aquí no me mueve nadie”, concluye.
Christian Montoya es médico asistente del STAE desde hace 15 años. Como doctor, decidió entregarse a esta labor constante, ardua y de mucho sacrificio. Cuando llegó la pandemia, como la mayoría del personal de salud, siguió trabajando. Todos sus familiares contrajeron COVID. Su equipo de trabajo en EsSalud también. No pudo evadir más la enfermedad y cayó contagiado. Su estado fue el más grave: terminó con el 80% del pulmón comprometido.
“Nosotros teníamos un protocolo de trabajo acá que lo cumplíamos muy bien, también en casa. Hemos hecho todo lo posible por llevar el barco, salvo que alguna eventualidad nos ocurriera. Me enfermé y estuve 10 horas esperando un ventilador mecánico, me quedé en UCI un par de semanas junto a toda mi familia”, rememora.
También nos cuenta que siguió los pasos de su madre, quien también es médico de EsSalud. Ambos entregan su vida por esta bella labor de servicio. “En la casa somos dos médicos, mamá y yo. Ella es del área de pediatría y también siguió atendiendo.”
Christian se considera una persona muy sensible, pese a todo lo que ha visto. “Mis pacientes son como ángeles para mí. Lo que más nostalgia me da son los pacientes oncológicos niños. Lo mejor de todo es darle esa calidad que necesitan porque son como bebés, angelitos”.
En una ocasión tuvo que trasladar a un neonato en incubadora desde Barranca, en el norte de Lima, hasta el hospital Alberto Sabogal de EsSalud.
“Era una guardia de noche. Nos indicaron que había una emergencia, había que trasladar un paciente. Sin embargo, no había incubadoras adecuadas para ambulancia. Nosotros tuvimos que acondicionar para que pudiera entrar. Nos llevamos oxígeno y todo lo que pudimos para poder el viaje. Fue uno de los traslados más peligrosos y largos”, reconoce.
Su labor como médico va de la mano con su servicio de bombero. “Un buen día me dije por qué no aprender y tener el conocimiento necesario tanto de un campo como del otro. Es una experiencia maravillosa”, subraya.
Rosa Casillas Rodríguez, subgerente del Sistema de Transporte Asistido de Emergencia (STAE) de EsSalud, nos cuenta más detalles de este importante trabajo.
“Las emergencias más recurrentes son pacientes adultos mayores que sufren caídas, deshidrataciones que producen trastornos, dolores de pecho. A través de la central 117 se han recibido 226 mil llamadas en lo que va del año. Esto concluyó con triaje a 98,300 personas, de las cuales 31,500 recibieron atención.
Hace 28 años existe este servicio especial en ambulancias de EsSalud. Actualmente, 510 profesionales, entre médicos, licenciados y pilotos, se complementan para salvar vidas.
“Contamos con 30 ambulancias. Las de tipo 3 son las más modernas. Se encargan de trasladar pacientes en estado crítico e incluye ventiladores mecánicos, bombas de infusión o incubadoras”, aseveró.