“Hace dos años hubo un derrame de petróleo que fue conocido por todos. Pero a veces hay derrames que no se ven, van por debajo del agua. Cuando eso pasa en el río Marañón, mueren los peces y las plantas”, dice Gilda Fasabi, de la Federación Huaynakana Kamatahuara Kana, un grupo de mujeres kukama kukamiria del distrito de Parinari, de la provincia y región Loreto.
La presidenta de esta federación, Mari Luz Canaquiri, sabe que no solo mueren los peces y las plantas, sino también las personas. Por eso, en una asamblea, acordaron demandar al Estado, representado por Petroperú y algunos ministerios, con el apoyo del Instituto de Defensa Legal (IDL). Y es que para los kukamas el río Marañón es un ser vivo, tiene espíritu y sufre cuando es contaminado con petróleo u otros elementos.
Esta lucha se inició en el 2021 y desde entonces pelearon cada día para ser escuchadas. No fue fácil. Debieron viajar muchas veces hasta la ciudad de Nauta con sus propios recursos.
Pero luego de tres años, el Juzgado de Nauta dictó una sentencia histórica en favor del río Marañón y a sus afluentes al declararlos como sujetos de derechos. Fue una conquista de las mujeres kukama.
Corely Armas Chapiama, jueza de Nauta, consideró que el río Marañón tiene derechos, como el de conservar un ecosistema sano; y también a la conservación. Y además señaló que los que se encargarán de velar por estos derechos son los pueblos indígenas, en este caso las luaynakana, como guardianas y representantes del Marañón.
“No nos creemos dueñas del río, queremos que haya consulta previa. Que se cumplan las leyes y se respete nuestro derecho a la vida, salud, medio ambiente, a tener ríos limpios, sanos, sin dañarlos”, dice Mari Luz Canaquiri.
El año pasado, Petroperú contestó a la demanda y dijo que era imposible que un río tenga derechos, que en el ordenamiento jurídico peruano el centro de los derechos fundamentales es el ser humano. Y lo que se sabe es que ha apelado la sentencia de la jueza de Nauta, señala Juan Carlos Ruiz, de IDL.
La contaminación del río Marañón afecta la economía y la alimentación de la población kukama y otras. Antes podían sacar peces con facilidad, pero ahora deben recorrer largas distancias para pescar un poco. “Ya no hay para comer tres o cuatro días, sino solo para el momento, ya no se puede pescar para vender en la capital del distrito”, detalla la presidenta de la Federación Huaynakana.
También hay afectación a la salud de la población. En el distrito de Parinari solo hay una posta médica, la cual no tiene profesionales ni equipos para hacer diagnósticos. Solo cuenta con un médico serumista, pero cumple su año y se va. “Nuestros hijos tienen enfermedades a la piel, les salen manchas que no se les puede curar, alergias, son manchas que dejan huellas. Afecta también a los adultos”, cuenta Emilsen Flores Simón.
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“Nuestros hijos se mueren sin que sepamos qué enfermedad tienen, ya que no podemos ir hasta Iquitos o Lima. No tenemos dinero y es lejos”, agrega.
También afecta al desarrollo de los bebés, pues nacen desnutridos o con malformaciones. “El cerebro de un bebé desnutrido ya no se desarrolla igual, el niño ya no asimila la enseñanza (...). Nos están matando lentamente en estos años que hemos consumido peces contaminados. Nos están acabando”, insiste Mari Luz Canaquiri.
En los últimos 6 años han fallecido 50 personas, entre mujeres y niños, a causa de enfermedades no diagnosticadas, pero que los kukamas asocian al consumo de agua contaminada.
Según Gilda Fasabi, los niños fallecen tras presentar diarrea. Y las mujeres mueren luego de sufrir abortos. Su sobrina, una gestante de 35 años, falleció tras sufrir cólicos. Tenía 6 meses de embarazo. “La llevamos al centro de salud y cuando preguntamos de qué murió, nos dijeron que era por el agua”.
También las niñas y adolescentes sufren de infecciones. Cuando van al centro de salud, les dicen que es por el agua, pues se bañan y juegan en el río.
Enfoque. Juan Carlos Ruiz, abogado de IDL
En un contexto donde en el Perú ninguna ciudad amazónica tiene planta de tratamiento de aguas servidas, donde hay 4 derrames por año en el Oleoducto Norperuano, donde hay tanto vertimiento de excretas en los ríos amazónicos, una sentencia como esta es muy importante porque recoge el mensaje de estas mujeres kumama y lo amplifica.
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Hay gente que dice que es un reconocimiento simbólico, retórico, que no tiene ninguna consecuencia práctica. La sentencia reconoce una serie de derechos al río Marañón. Los derechos son límites del Estado. Cuando la jueza de Nauta reconoce derechos, está estableciendo límites, por ejemplo, a la actividad de Petroperú. Es una sentencia que permite protección a los ríos.
La sentencia ordena a Petroperú S.A. que actualice su instrumento de gestión ambiental. Le da un plazo de 6 meses para elaborar un proyecto. Sobre esto, IDL recordó que por ley este instrumento debe actualizarse cada 5 años, pero el de Petroperú tiene 30 años.