Un hombre vestido de azul, demacrado y sentado en una silla habla frente a la cámara del teléfono de sus secuestradores. Es la prueba de vida. “No hagas alguna tontería. No llames a la policía. No metas a nadie. Haz lo que ellos digan. Ellos saben que tú eres policía, papá. Ellos saben dónde está mi hijo, dónde estudia”, se le oye decir al odontólogo Christian Gerardo Quispe Culqui en un dramático video subido a redes.
“Por favor, hazlo por mí y por mi familia, papá. Reúne el dinero, Sácame de esto, por favor, papá. Mi vida depende de ustedes. Ayúdame, por favor”, pide con la voz entrecortada.
Este profesional de la salud fue secuestrado el 18 de abril del 2023 y por su liberación exigían S/100.000. Ocho días después, fue hallado muerto en Lurín.
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Christian es una de las cuatro víctimas de secuestro que han sido asesinadas por sus plagiarios en Lima. El año pasado también fueron victimados Luis Tovar Salvador y Jesús Acuña Giordano, y este año corrió la misma suerte Cristian Zurita Rengifo, de 18 años, además de otras personas en las regiones.
Lo anterior demuestra no solo que el delito de secuestro ha regresado al Perú, sino que esta vez los plagiarios están dispuestos a todo, y eso tiene muy preocupada a la Policía.
Plagio y liberación. El empresario Iván Díaz Garrido fue secuestrado en Trujillo. Le cercenaron los dedos. Foto: difusión
En la actualidad, hay 853 acusados de secuestro que purgan prisión en el país, según el último registro del Instituto Nacional Penitenciario (INPE). De ellos, 681 están por secuestro, 113 por secuestro agravado y 59 por secuestro en grado de tentativa. Del total, 80 son mujeres.
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Los secuestros típicos, principalmente en Lima y La Libertad, han encendido las alarmas porque se está llegando a niveles de cuando existían bandas como ‘Los Destructores’ o ‘Los Injertos del Fundo Oquendo’.
Ahora bien, de acuerdo con las denuncias realizadas en las fiscalías provinciales, penales y mixtas, son en total 4.060 los casos de secuestro registrados el año pasado en el país. Estos hechos, según el Ministerio Público, están tipificados en el artículo 152 del Código Penal.
Así, las cifras a nivel nacional van en aumento: en el 2020, pese a la pandemia del COVID-19, se reportaron 1.698 denuncias de secuestro; mientras que en el 2021 y 2022 las estadísticas mostraron 2.860 y 3.398 casos, respectivamente.
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De acuerdo con el Ministerio Público, en los últimos cuatro años en el país se denunciaron también 2.232 delitos de violación de la libertad personal y 3.584 casos contra la libertad, que son subtipos de secuestro.
Una de las víctimas fue Lucero Trujillo Vargas (27), hija de un empresario frigorífico por cuya libertad exigieron US$ 1 millón.
Y 35 días después, las alarmas del Departamento de Investigación Criminal y la División de Secuestros volvieron a activarse.
Valeria V. B., una escolar de 12 años, hija de un contador, fue plagiada por encapuchados que la interceptaron cuando retornaba del colegio. Quienes la tuvieron cautiva llegaron a exigir S/3 millones por su rescate.
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Ambos delitos fueron cometidos entre noviembre y diciembre del año pasado, en Comas, y motivaron la reacción inmediata de la Policía. La joven logró escapar aprovechando un descuido de sus captores. La menor fue liberada sana y salva.
Quien no tuvo esa suerte fue Cristian Zurita Rengifo, cuyo cadáver fue hallado la mañana del 19 de enero en los pantanos de Villa tras permanecer dos días secuestrado.
Y los hombres que en noviembre secuestraron a dos médicos en Surquillo para despojarlos de US$40.000 portaban distintivos de la Policía. No eran falsos efectivos, sino agentes en actividad. Dos de ellos, Luis Sarco Córdova y Máximo Flores Arrese, están detenidos.
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Sobrevivió. Lucero Trujillo fue plagiada en Comas. Ella aprovechó un descuido de sus captores y escapó. Foto: difusión
Pero ¿quiénes están detrás de estos hechos? Según la Policía, en Lima operan organizaciones de peruanos y venezolanos y también grupos injertados. En La Libertad actúan ‘Los Pulpos’, quienes habrían secuestrado al empresario Santos Guillermo Sánchez Vera, por quien exigían un pago de US$10 millones. A él le cercenaron los dedos antes de asesinarlo.
Es un caso parecido al del empresario trujillano Iván Díaz Garrido, ocurrido en octubre del 2023. Él fue liberado luego de 11 días, con tres dedos cercenados. Los plagiarios exigían US$500.000.
Ricardo Valdés, exviceministro del Interior, sostiene que las razones para la proliferación de los secuestros son múltiples.
Tras la pandemia, el incremento de la pobreza, la caída del empleo, la informalidad, el desborde de la corrupción, la escasa presencia del Estado en el control territorial, la nula inversión en investigación criminal, entre otros factores, impulsaron el crecimiento de las economías criminales, así como de las organizaciones delictivas que les prestan sus servicios.
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Este escenario —dice— se ha visto complicado durante los últimos meses con la internacionalización de la criminalidad, que ha hecho de la extorsión, el secuestro y el sicariato una modalidad de crimen de alta rentabilidad.
Han quedado atrás los secuestros clásicos para dar pie a la ubicación de nuevos empresarios vinculados a negocios informales o a negocios relacionados con la ilegalidad, como la minería no formal.
Estos empresarios son las nuevas víctimas y sus victimarios tienen diversos orígenes, algunos de ellos provienen de la misma Policía, otros de entornos cercanos a la víctima y otros de organizaciones delictivas locales a veces asociadas a la criminalidad internacional, afirma el exviceministro.
La situación es alarmante y es que el secuestro se ha posicionado como la tercera actividad criminal más reportada en el país, según la Fiscalía.
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Víctima. Empresario minero Santos Sánchez Vera fue asesinado junto con su seguridad y un amigo en La Libertad. Foto: difusión
El coronel en retiro Jorge Mejía Azanza, exjefe de la División Antisecuestros (Divise), enfatiza que los niveles de inseguridad y delincuencia han aumentado con la llegada de criminales extranjeros.
Y sobre la indumentaria de la Policía que usan los criminales para cometer sus fechorías, Mejía asegura que es una modalidad siempre empleada por los delincuentes, ya que con un chaleco policial no levantan ninguna sospecha.
En esa línea, el fiscal superior coordinador de las Fiscalías contra la Criminalidad Organizada, Jorge Chávez Cotrina, señala que las organizaciones criminales funcionan como empresas.
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“Hoy se habla de la criminalidad empresarial. Las empresas tienen que crecer, igual funcionan las organizaciones criminales, que tienen que buscar nuevos mercados y entonces ya no hablamos de una criminalidad local, sino transnacional”.
“Así como la economía se ha globalizado y no tiene nacionalidad, el crimen organizado también se ha globalizado y no tiene nacionalidad”, asegura. Urgen estrategias para poner freno a esta problemática.
Enfoque. Rubén Vargas, exministro del Interior
El secuestro es, probablemente, el delito más atroz e inhumano de todos. Los delincuentes para obtener el dinero del rescate usan los más aberrantes métodos de tortura e intimidación.
Varios factores alimentan su crecimiento: la organización criminal que controla una determinada zona se va consolidando en sus operaciones ilegales. Ejemplo: en las extorsiones les va bien. Sus víctimas y sus recaudaciones crecen. Se sienten dueños del territorio, entonces escalan a los secuestros y, probablemente, a la intermediación de las drogas.
Otro factor tiene que ver con la “coronación”. Es decir, a pesar de los riesgos que implica cometer este delito (secuestrar, mantener escondida a la víctima, negociar, etc.), les resulta rentable porque consiguen —en un número importante de casos— el dinero del rescate y, además, la respuesta policial y de los operadores de la administración de justicia no les representa ningún riesgo.
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Ricardo Valdés, exviceministro
“La nula inversión en investigación criminal, la escasa presencia del Estado en el control territorial, entre otros factores, impulsaron el crecimiento de las economías criminales, así como de las mafias”.
Jorge Chávez Cotrina, fiscal sup. coordinador
“Así como la economía se ha globalizado y no tiene nacionalidad, el crimen organizado también se ha globalizado y no tiene nacionalidad. Ya no hablamos de criminalidad local, sino transnacional”.