Por: Zenaida Zea Olivera
Puno. Luis Alejandro Bazalar García es el sacerdote que rompió los paradigmas de la iglesia tradicional. Ha iniciado una peregrinación política desde Puno y, con el partido Perú Patria Grande, afirma que busca transformar los esquemas de la injusticia social. Desde que se ordenó como clérigo, se ha enfrentado a la jerarquía católica y ha condenado las atrocidades que la religión ha socapado.
–¿Cómo surgió su interés por el sacerdocio?
– Decidí ser sacerdote cuando tenía 7 años. Me ordené de sacerdote en el 2012 y en el 2013 viajé a Europa para hacer el postgrado. Luego regreso y, desde entonces, me enfrento a la jerarquía de la iglesia católica.
–¿Dónde comenzó su labor pastoral y cuál ha sido su trayectoria como sacerdote?
– Inicié en Ayacucho. Recuerdo como si fuera ayer el ministerio con el arzobispo metropolita no Sebastián de Aguirre. Le dije: señor, mi madre es andina, mi sangre es ayacuchana, yo vengo a trabajar, a servir y no a ser servido. Luego fui ordenado sacerdote y desde ahí empecé una lucha frontal contra la injusticia social.
–¿Estando en labor pastoral en la parroquia?
– Estando en Ayacucho, luego viajo a Europa y al regresarme enfrento a un juicio.
–¿Quién lo ha enjuiciado y cuáles eran los cargos?
– Me enjuicia la familia de un joven que no aceptaba que él fuera homosexual. El chico me pidió ayuda y dijo que su familia lo iba a matar. Yo no me fui del país, no me escondí, no me cambié de iglesia y me sometí. No “aceitamos” a los jueces y me declararon inocente. Le envié mi apelación al Papa para exigirle que me haga justicia.
Cura busca el apoyo de la ciudadanía para llegar al poder. Foto: Liubomir Fernández/La República
–¿Este proceso judicial ha repercutido en su separación de la iglesia?
– Sí, el arzobispo de Ayacucho no supo mostrar la verdad y por eso me persiguió. Su mano derecha tiene una denuncia de la hija del cocinero que nos ha hecho la comida por años a los sacerdotes, a los seminaristas. Ella sostiene que el padre Félix P. H. la habría violado y el arzobispo metropolitano de Ayacucho ha sido el primero en defenderlo.
–¿De qué manera lo han sancionado?
– Fue un proceso canónico muy aparte del penal. No tuve un abogado canónico, no tuve defensa y ni siquiera acceso al expediente. El mismo joven dice que yo no hice nada, está escrito en el juicio. Por eso es el dolor que yo siento, porque no se hizo justicia en mi caso.
–¿Eso ha implicado que lo separen de la iglesia?
– Jamás podré dejar de ser sacerdote. Reto desde aquí, desde esta tribuna a cualquier teólogo, a cualquier abogado canonista, a que manifieste si yo soy o no sacerdote. La Conferencia Episcopal a través de un comunicado ha dicho que yo soy exsacerdote, y yo he presentado una demanda para que se rectifique.
–¿Qué opina del obispo de Puno? Un sector de la población lo considera poco empático con la realidad social y también fue criticado por llevar cartas falsas al Vaticano y reunirse con el premier Otárola en medio de esta coyuntura.
– Conozco personalmente al obispo, he conversado en su despacho privado. Considero que su actitud ha sido poco cristiana. Un obispo que obligue a los sacerdotes a que cierren las parroquias, los templos, las iglesias, no es cristiano. El evangelio de Jesucristo tiene como consigna principal transformar la vida humana. El evangelio de Jesucristo trasforma las estructuras injustas de poder. El 90% de obispos de la Conferencia Episcopal Peruana se han comportado de una manera diabólica, nauseabunda, asquerosa y hasta mafiosa. Lo que han hecho los obispos de poder no es novedad. Desde el siglo 3, en Nisea, con Constantino, hasta el día de hoy siempre nos hemos vendido al poder. Y esto el pueblo lo sabe y repudia.
–¿Cuál debería ser el papel de la iglesia en este contexto de crisis social?
– Un saludo y un reconocimiento al padre Luis Zambrano, conocido y querido por el pueblo, porque se ha puesto al lado de quienes más necesitan y los que han sido masacrados... Pero la actitud de los obispos, la actitud de los jerarcas ha sido deleznable. Cómo es posible que ahora quieran decir que la actitud del obispo de Lima está defendiendo nuestro pueblo, cuando ha tardado ocho meses. No le hagamos caso a los jerarcas, no le hagamos caso a los obispos. Hagámosle caso al pueblo.
–¿Cómo surge su interés por incursionar en política?
– En realidad ha sido un movimiento que ha nacido del clamor del pueblo. Si revisan las redes sociales, nuestros videos han llegado a los 10 millones de peruanos y cada uno de ellos me ha sabido decir: padre no nos abandones, no nos traiciones, empieza un proyecto político, trasforma al país, te vamos a apoyar. No te vendas como Humala, no te vendas como Toledo, como PPK, como Alan García que pasó el sombrero a los empresarios. Después de un análisis he decidido incursionar en la política, no solo ser el que diagnostica la realidad, sino darle solución. Por eso he decidido formar este movimiento Patria Grande.
–¿Está inscrito?
– Hemos reservado ya el nombre en el JNE y estamos convocando; y desde esta tribuna hago un llamado a los peruanos de buena voluntad, puneños, juliaqueños que quisieran apostar por un nuevo movimiento que no tenga como consigna la traición, sino la unión de la patria. He empezado esta peregrinación en Puno, como un tributo y solidaridad por todo lo que ha sufrido.
–En Azángaro se tiene un exsacerdote como alcalde, que se ha declarado soldado de Dina Boluarte...
– He hecho un llamado y un reto a este alcalde de Azángaro, que supuestamente ya no es sacerdote, pero no es verdad, uno es sacerdote para toda la vida. Le hago un llamado y una exigencia para que vuelva su conciencia al pueblo, ha decidido de alguna manera traicionarlo y eso no es correcto. Señor alcalde, señor sacerdote, usted se debe a su pueblo y en segundo lugar hay una gran diferencia, él pidió la dimisión del sacerdocio, yo sigo luchando por justicia en el sacerdocio, yo sigo ejemplificando de alguna manera la lucha como lo hace Puno.