Para Erico Tueroconza la llegada del sacerdote César Valdivia a Manchay fue un designio de Dios. Era mayo del 2020 y la cuarentena ya estaba causando estragos: mucha gente no tenía qué comer y tuvo que formar ollas comunes.
El párroco buscaba repartir alimentos en la zona, pero no conocía el lugar, por lo que invitó a Erico a participar de la labor. ‘
’Sin pensarlo, al día siguiente me mudé a la parroquia. Prácticamente viví ahí dos años porque era un trabajo diario y fuerte’'. En poco tiempo, por la necesidad, ya había cerca de 120 ollas comunes.
Precisamente, este rápido incremento generó la exigencia de líderes para articular la ayuda recibida. Eso lo motivó a formar un grupo de trabajo: la red de ollas comunes de Pachacámac.
Con la creación de esta red se pudieron gestionar los alimentos donados, pero también recuperar aquello que se iban a perder. “Nosotros íbamos al valle y hablábamos con los agricultores y nos daban los productos: pepino, lechuga, camote, yuca. Después hicimos una recuperación en el mercado de productores en Santa Anita”.
Hasta el momento, han recuperado casi 500 toneladas de comida. “Gracias a esto hemos logrado la aprobación de la Ley de Recuperación de Alimentos, pero falta reglamentar”, señala.
Erico tiene 15 años como dirigente. Cuenta que estudió en un colegio parroquial donde le inculcaron el amor al prójimo y eso lo llevó a dedicar casi todo su tiempo a las ollas comunes. Su hija de 15 años sigue sus pasos. “Está integrando ‘Juventud Pachacámac’. Le han dado responsabilidades”. Ella se enfoca en temas relacionados a animales en estado de abandono.
¿Sin ideas para regalar? Si el padre que tienes en mente disfruta de los videojuegos, entonces esta lista puede tener el regalo perfecto. Foto: Nohat
Desde niño, César Cabezas aprendió lo que a esa edad muchas veces se ignora: que la vida tiene un inicio y un fin. En su natal Huanta ayudaba a su abuela a atender partos, al tiempo que apoyaba a su papá, que era carpintero, a hacer ataúdes.
César escuchaba el primer llanto de los recién nacidos y también el último adiós en los entierros. Ese fue uno de los motivos por el que estudió medicina. “Yo he estado en los dos extremos”.
La segunda razón fue su deseo de saber por qué sus compañeros de la escuela jugaban fútbol con él un viernes y el lunes ya no regresaban, pues habían enfermado y fallecido. “Los médicos decían que era hepatitis, pero no decían cuál”.
En 1987, luego de estudiar medicina en Lima, fue a Huanta, Abancay y Cusco a realizar una investigación al respecto, “para demostrar que la hepatitis fulminante, cáncer y cirrosis eran producidos por la hepatitis B”.
La búsqueda de Cabezas consistía en conocer las causas y hallar las soluciones, por lo que años después viajó a Brasil con otros colegas y recibieron una donación para vacunar contra esta enfermedad. Iniciaron en Abancay y luego pasaron a Huanta.
Ellos observaron que menos gente moría. “Demostramos que la vacuna prevenía esta hepatitis fulminante”. Eventualmente, el Minsa tuvo como base estos estudios para incluir el fármaco en el esquema regular de vacunación. “En el Perú se ponen cuatro dosis (…). Evita la infección y con eso estamos logrando ya el camino de la eliminación”, explica.
Médico. César Cabezas sigue investigando sobre la hepatitis. Foto: Gerardo Marín
Cuando a Marco Antonio Retamozo le dijeron que su hijo corría muchos riesgos por ser prematuro, salió de la sala y lloró. “Como médicos dicen que van a hacer todo lo que puedan, pero está en manos de Dios”, pensó.
El bebé nació el 6 de junio a las 7:35 de la mañana y desde entonces Marco Antonio no dejó de ir ningún solo día al hospital a ver a su pequeño a través de una vitrina.
El recién nacido fue colocado en una incubadora, donde debe ganar 400 gramos, pues nació con bajo peso. Hasta el momento su hijo ha logrado subir cerca de 200 gramos.” ’De a poquito está avanzando bien”, dice Marco Antonio. Fue recién el jueves que le dijeron que al día siguiente podía participar en el programa ‘Papá Canguro’ que busca generar una conexión directa entre el bebé y el padre a través del contacto de piel a piel. Y desde ese momento, cuenta, no pudo dormir por la emoción y nervios.
Papá canguro. Marco acompaña a su bebé en la maternidad. Foto: difusión
“Tenía temor de lastimarlo porque es pequeñito, pero poco a poco fui agarrando confianza”. Para Marco Antonio fue el mejor día de su vida. Hoy irá al hospital para sujetarlo una vez más. Es feliz sabiendo que lo ayuda a recuperarse.
Mientras tanto, Erico Tueroconza continúa esperando que emitan la reglamentación de la ley de recuperación de alimentos para ayudar a más familias que dependen de las ollas comunes. Y el doctor Cabezas compartirá el día con sus dos hijos y se alista para una reunión virtual que tendrá mañana sobre los avances de la vacunación contra la hepatitis B.
Para Gustavo Castro fue un golpe muy duro el oír que su hija, de nueve meses (en el 2018), requería de un trasplante de hígado. A la menor le diagnosticaron atresia de vías biliares. Cuando tenía menos de cuatro meses, le realizaron una cirugía, pero dos meses después tuvo que ser internada, pues el procedimiento solo había sido provisional. Fue ahí cuando él decidió regarle una porción de su hígado, lo que significó una oportunidad para la menor. ‘’Por mi hija lo hice sin pensarlo’', recuerda feliz Gustavo.
Foto: difusión