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Sociedad

Arequipa: ollas comunes hacen de todo para sobrevivir

Siguen luchando. Nacieron para hacerle frente a la pandemia. Tras dos años, varias ollas comunes persisten para apoyar a la población vulnerable, pero su labor se complica por la crisis mundial causada por la invasión de Rusia a Ucrania. Esta afecta hasta a la leña que usan para cocinar.

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Sigue flameando. La bandera blanca de la olla común Unión sigue firme a pesar de dos años de crisis por la COVID-19 y ahora por la invasión de Rusia y Ucrania. Foto: Rodrigo Talavera/ La República

Cada trozo de leña se cuida como oro en la olla común Unión-Ángel Benavente, en el Cono Norte de Arequipa. Más ahora que la inflación global también afectó al insumo, que sirve de combustible para el fogón donde se preparan 210 raciones diarias de comida. Las socias refieren que el paquete de leña que valía 5 soles aumentó a 6 o 7, los distribuidores se justifican con la suba de la gasolina que aumentó el flete.

“¡Cuidado vecina, que no se queme esa leña!”, exclama Nieves Conislla (37) a una de sus compañeras y señala un tronco en buen estado, que es amenazado por las brasas que languidecen tras la jornada de cocina. El pedazo rescatado del fogón y unos trozos más, son todo lo que queda para la jornada del día siguiente. Usar gas está descartado por su alto costo. El balón en la ciudad está entre 50 a 60 soles.

Esta olla común, como muchas, se formó tras el inicio de la pandemia de la COVID-19. Las socias refieren que la necesidad todavía persiste en la zona, la asociación de vivienda Utupara en Yura. Ubicada en medio de la “plaza” de la zona (un amplio terral descampado), su bandera blanca ondea desde inicios de la emergencia sanitaria y sigue firme ante la nueva crisis causada por la guerra en Ucrania.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO) estimó que los alimentos podrían subir hasta 22% por la invasión de Rusia y Ucrania, países productores de fertilizantes y granos. Mientras que el presidente del Banco Central de Reserva del Perú (BCRP) Julio Velarde, opinó que el mayor impacto mundial del conflicto será en la energía y alimentos. La dieta de la olla común comprueba de forma diaria dichas proyecciones, pues los ingredientes disminuyen.

El miércoles se hizo tallarín con atún y un poco de cebolla para condimentar. Y se acabó el azúcar que endulzaba los refrescos. El pollo que se cotizó a más de 11 soles por kilo, está vetado hasta nuevo aviso. La asistenta social de la olla, Francisca Calapuja (35) refiere que optaron por comprar quijadas de res en el mercado de Río Seco. Dicha parte de la vaca tiene un poco de carne y sirve para dar sabor a los caldos. Las socias aún confían en su ingenio para conseguir los ingredientes y reponerse, como lo hicieron tras un robo a sus instalaciones el año pasado. Su principal preocupación ahora es el combustible.

Trabajo. A diario un grupo de madres se reúne en Yura para preparar raciones. Foto: Rodrigo Talavera/ La República

“Tal vez pidamos prestado a los distribuidores de leña”, dice Bertha Yuca (25), presidenta de la olla común. Si el fogón no prende, no habrá las 210 raciones para los vecinos de las zonas E, F, G y otras asociaciones cercanas. El precio simbólico por ración es un sol, aunque se exonera a los ancianos o personas enfermas. Como a “Luis”, un adolescente que vino a recoger la comida para él y su mamá postrada en cama hace semanas.

Varias necesidades

La historia de Unión se replica en otras ollas comunes. El coordinador del Comité de Apoyo a Ollas Comunes Covida, Abel Capira, calcula que en la pandemia se formaron 240 de estas asociaciones en la provincia de Arequipa. De ellas quedaron 150 y estima que el 30% suspendió sus operaciones mientras buscan cómo conseguir víveres.

Es el caso de la olla común Forjadoras de la Esperanza en José Luis Bustamante y Rivero (Cerro Colorado) que ya no preparan almuerzos desde la última semana, pues se acabaron los insumos. Ahora solo hacen desayunos con avena que sobró. Su representante, Giovanna Hancco, indica que recibían apoyo de Qali Warma, pero la entidad este año volvió a centrarse en los colegios por el retorno a clases. Las socias antes aportaban con alimentos, pero la situación se complicó con la inflación.

El dirigente Abel Capira afirma que todavía existe la situación de necesidad a pesar de la reactivación. “El problema ahora es el conflicto a nivel internacional, se viene una crisis tras otra, por ello las personas siguen pasando momentos complicados”. Remarca que la generación de empleo no se recuperó y los sueldos no aumentan.

Presupuesto

Abel Capira informó que se aguarda que el Estado emita la reglamentación de ollas comunes, tras lo cual se destinará un presupuesto para cada una, todavía por definir. Un paso previo es que las diferentes ollas se registren en el sistema Mankachay en coordinación con sus municipios distritales. “El objetivo es que, con el tiempo, estas iniciativas sociales se hagan autosostenibles” dice.

Por ejemplo, él dirige una olla común en la avenida 54 de Cerro Colorado, que optó por preparar los llamados menús económicos que se ofrecen a todo público, para conseguir fondos para financiarse.