Entre enero y noviembre fueron asesinadas por sicarios 225 personas en Lima metropolitana y 205 en el Callao. Decenas quedaron sin padres o hermanos. Y las muertes no paran. ¿Cómo podría comenzar a bajar este nivel de violencia?
“Estamos debatiendo en el Ministerio del Interior la posibilidad de tipificar el sicariato y la extorsión como terrorismo para agravar las penas y sancionarla como una modalidad de terrorismo”, adelantó Avelino Guillén, titular de ese portafolio. Explicó que el sicariato y la extorsión son, a su concepto, los delitos de mayor gravedad, que no solo afectan a los ciudadanos, sino a la estabilidad del país y a la economía.
Luego afirmó, por ejemplo, que en Huancavelica este delito ha provocado que las empresas constructoras abandonen las obras y ya no quieran trabajar en la zona, según lo denunció el gobernador regional. “Van hasta la casa del empresario que, al entregar cupos, deja de pagar impuestos o no hace la obra y se genera desempleo”, precisó.
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“Es todo un caos –agregó- que merece una respuesta y estamos debatiendo la posibilidad de tipificarlos como delitos de terrorismo, pues utilizan la misma modalidad: amenazan, usan explosivos y matan”.
Según Guillén, su sector evalúa plantear la declaratoria del estado de emergencia, inicialmente, en el Callao y Trujillo, al ser los lugares que más sufren por la actividad de bandas de sicarios y extorsionadores.
Indicó que hará este planteamiento ante el Consejo de Ministros y reconoció que en el Callao hay un clima de extrema violencia, razón por la cual debe haber medidas más severas.
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“Está en evaluación la adopción de determinadas medidas que no puedo revelar. Pero sí tengo en claro que hay tal situación de impunidad y violencia que exige una respuesta más firme de parte del Estado”, dijo.
Otra medida que se analiza para combatir el sicariato y las extorsiones es la posibilidad de que fuerzas especiales de la Dirección de Operaciones Especiales (Diroes) ingresen al Callao por un tiempo determinado.
El ministro ofreció que se realizará un exhaustivo trabajo para detectar las ‘caletas’ y la tenencia ilegal de armas a través de acciones de inteligencia.
“Las bandas cobran cupos, hay guerras con muchas muertes, eso ocurre hace tiempo. Tenemos que parar eso. No puedo detallar más, pero sí puedo decirle que en nuestra agenda prioritariamente está el Callao, no solo por la cercanía con Lima, sino por la magnitud de los hechos delictivos que allí ocurren a diario”, refirió.
Asesinato Santa Anita
El ministro subrayó que la labor de inteligencia será fundamental en estos trabajos. “Cualquier intervención tiene que tener una operación confiable. Luego viene la actividad del grupo de respuesta como la Diviac, Secuestros, y otras unidades de la Dirincri. Tenemos planes y objetivos definidos”.
El titular del Interior comentó que el martes visitó los laboratorios modernos donados por la embajada de Estados Unidos para la Policía en el Callao, así como su central 105, donde, resaltó, se tiene mapeada, por ejemplo, a toda la zona de Los Barracones, cuadra por cuadra.
Sin embargo, dijo que aún falta más equipamiento y que ello está en proceso de implementarse para tener mayor presencia policial.
“La violencia se revierte con un Estado presente que reconoce los desafíos y que tiene la voluntad política de revertirlos”, dice Jorge Mejía, exjefe de la División Antisecuestros y consultor en seguridad.
En efecto, las respuestas dadas por las autoridades se caracterizan por ser fragmentarias y estar basadas en criterios unidimensionales centrados en el encarcelamiento.
“Aunque de ese modo se logre satisfacer momentáneamente la emoción de la población más afectada, poca incidencia demostró tener este tipo de medidas para revertir las causas de la inseguridad”, dice Mejía.
“Por el contrario –agrega el consultor–, una política pública bien articulada podría resultar sumamente efectiva, hecho que demuestra la experiencia de otros países”.
Wilmar Elera, congresista de Somos Perú
“Urge un nuevo plan de seguridad ciudadana donde el Ejecutivo invierta en armamento y equipos modernos, en vehículos que compitan con los de los delincuentes y, por último, dotar de buena infraestructura a las comisarías. Lo mejor que tiene la PNP es el espíritu de servicio”.