Otra vez en evaluación. El 2017, el currículo nacional de educación básica llegó a manos del Poder Judicial luego de que grupos conservadores pretendieran retirar de sus líneas el enfoque de igualdad de género. Ahora, cuatro años después, y en el marco de la emergencia sanitaria, se apunta a hacerle cambios y hasta a formular uno nuevo desde el Ministerio de Educación (Minedu), las regiones y el Congreso. Este último, a través de proyectos de ley, busca incorporar contenidos como los referidos a la historia del país. Cada uno lo hace por separado.
El documento, cuya última versión la aprobó el Minedu el 2016, rige la política educativa y dicta los aprendizajes que se esperan de los peruanos en sus 11 años de escolaridad, así como su perfil de egreso. Pues bien, en la recién aprobada Política General de Gobierno, uno de los lineamientos plantea “promover el nuevo currículo” con la participación activa de agentes educativos y contextualizado a nivel local, regional y nacional.
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De hecho, el exministro de Educación Juan Cadillo ya había anunciado que se formularía uno “nacional descentralizado” y que se iba a evaluar el actual tomando en cuenta las características socioculturales de cada territorio. “Estará orientado a la resolución de problemas con enfoque STEAM (ciencia, tecnología, ingeniería y arte)”, dijo.
Cadillo dejó el sector, pero quedó el plan de emergencia del sistema educativo hasta junio del 2022, que también dispone su análisis y actualización.
La idea de trabajar un nuevo currículo no es reciente. El presidente Pedro Castillo ya ha manifestado su interés, con miras al próximo año, de reinsertar asignaturas como Educación Cívica, Filosofía o Economía Política. Incluso, cuando aún estaba en campaña, planteó que los Gobiernos regionales estructuren sus propias guías con las características de cada jurisdicción.
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Sin embargo, un antecedente a esta propuesta, que fue calificada como ilegal por el Minedu aduciendo su “rol rector”, se dio el 2019 cuando el entonces gobernador de Junín, Vladimir Cerrón, intentó crear un “nuevo diseño curricular regional” en reemplazo del nacional.
Cambio. Juan Cadillo fue reemplazado por Carlos Gallardo. Foto: difusión
Hace menos de un mes, fuentes del sector aseguraron que se preparaba un plan. Y si bien lo previsto era trabajar un documento nacional con las regiones, algunas ya empezaron a elaborar sus propias guías. Este es el caso de Cusco, que, a través de un proyecto de inversión pública, armó un equipo técnico a cargo de la elaboración de un nuevo currículo, lo cual incluirá la revisión de antecedentes y talleres a fin de implementarlo desde marzo del 2022. “El principal motor de la descentralización es un currículo regional, no uno nacional y único. Necesitamos repensar la educación y eso implica no hacerlo desde una mirada centralista, donde Lima lo hace y nosotros lo diversificamos; elabora los textos y nosotros los usamos. Se deben considerar elementos regionales. Tiene que ser hecho con las manos de maestros”, explica el director regional de Educación, Arturo Ferro.
Para ello, dice, el proceso debe ser inverso al modelo tradicional que no ha funcionado: los currículos regionales deben ser insumos para el nacional. “Se consideran las competencias y aprendizajes para todos, pero lo primordial son los valores, tecnología, lengua, cultura, y saberes según cada localidad”. Agrega que, en su caso, se podría priorizar el turismo y no se descarta que se discuta la inclusión de contenidos vinculados a género, terrorismo, corrupción y manejo de pandemia.
Al Cusco se suman los directores de educación de Ica, Huancavelica, Ayacucho, Junín y Apurímac, quienes en agosto enviaron un oficio a la Presidencia del Consejo de Ministros, en el que solicitaban, entre otros puntos, recursos para construir estas guías regionales y producir materiales educativos.
Según el gobernador de Apurímac, Baltazar Lantarón, lo propuesto por el Minedu a la Asamblea de Gobiernos Regionales era construir un nuevo documento nacional con aprendizajes fundamentales, enfoque intercultural y orientado al ambiente poscovid. A partir de ello, dice, cada región haría su currículo. “En Apurímac fortaleceríamos el quechua y la educación sexual integral, ante el alza de embarazo precoz”.
De acuerdo a un informe técnico del Minedu al que tuvo acceso este diario, hasta el 2020, siete regiones habían elaborado un currículo regional, 11 estaban en proceso y 8 no tenían. “Más del 50% cuenta con propuestas curriculares. A la fecha ninguno ha recibido opinión favorable del Minedu”, se lee.
En tanto, el Congreso tiene, al menos, siete proyectos de ley para cambiar el currículo. Precisamente uno de ellos, de Katy Ugarte (Perú Libre), busca aprobar los currículos regionales.
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Avanza País plantea incorporar contenidos “con la finalidad de combatir el terrorismo y promover la democracia”; mientras que Fuerza Popular propone declarar de interés nacional la introducción del curso Historia del Terrorismo en el Perú para secundaria.
También en Perú Libre, Edgar Tello y Álex Flores buscan que se declare de interés nacional la formación cívica, económica y geopolítica; así como historia regional, filosofía y economía política. No obstante, en intentos anteriores, expertos coincidieron en un punto: los congresistas no pueden legislar sobre contenidos educativos.
Para la exministra de Educación Marilú Martens, no es momento de cambiar el currículo, pero sí de priorizar los aprendizajes ante la crisis sanitaria. “Para construir el currículo nos demoramos más de 5 años. Si bien se debe renovar cada 5 años, hay un proceso convocante”. Agrega que la propuesta de currículos regionales no va en la línea de la Ley General de Educación.
Ferro, de la DRE Cusco, considera que la ley sí lo permite y que el Minedu se puede incorporar durante su elaboración.
Eledoro Huamán, del Sutep, también considera necesario evaluar el currículo y que se dé un proceso de descentralización de forma gradual.
Infografía-La República